domingo, 31 de mayo de 2009

LA ISLA MÁGICA

La Isla Mágica, por Sabas Martín



 

 

Decir que San Borondón es una isla mágica es adentrarnos en el territorio de los sueños, en la geografía de los visionarios, en el lugar de los elegidos. Ello se deriva, por supuesto, del carácter esquivo, volátil, intangible, quimérico, en suma, de un pedazo de tierra, emergente sobre el Atlántico y bajo sus aguas fugitivo, cuya verdadera naturaleza aún hoy sigue perteneciendo al ámbito de lo misterioso e inexplicable. La Isla de San Borodón, muy especialmente para los canarios, es patrimonio de la utopía.

El enigmático Honorius Solitarius, en un remoto códice que bautizó con el título de Crónica, advertía ya de lo inaprensible de su condición: La Isla Perdida se encuentra por casualidad, nunca cuando se la busca. Y, si embargo, he de confesar que yo la he visto. Y por dos veces. A estas alturas, con el lento sucederse de los años, sé fehacientemente que vi la Isla. Lo que todavía no sé es si lo que sucedió después de vislumbrarla sobre el mar contra el horizonte fue una de esas ensoñaciones con que la realidad se divierte confundiendo sus límites con lo imaginario en las fronteras de los sentidos. Bien es cierto que, como quería Honorius Solitarius, las dos veces en que la vi, con testigos que pueden constatarlo, no iba en su busca y surgió ante mi mirada fruto del azar. O tal vez no. Repetiré lo que sobre esa experiencia he escrito en otro lugar.

La primera vez que descubrí la Isla de San Borondón fue en 1975. Desde Valle Gran Rey, en La Gomera, divisé la Isla sobre las aguas. Intrigado por aquella aparición, indagué entre las gentes del lugar. Tan sólo un anciano que tenía una de esas tiendas de ultramarinos en las que bebidas y viandas, lápices de colores, cuadernos escolares y toda clase de objetos diversos se acumulan en sus estantes como en un bazar inclasificable y prodigioso, explicó la aparición diciendo que se debía a la “brisa lastosa”, una suerte de bruma espesa que, entre sus características, se contaba la de que “enfebrecía a los jóvenes enturbiándoles el sentido”. Fue la única razón que pudo darme aquel anciano en cuyo rostro se amontonaban los pliegues de la memoria del tiempo. Mi esposa me acompañaba. También la vio y también fue testigo del progresivo empequeñecimiento, como si encogiera, de la Isla. Era mediatarde y a medida que las sombras fueron ganando su batalla incruenta contra las luces, San Borondón desapareció entre el vuelo torpe de fulelés enormes y el cloquido agrio de las gaviotas que llenaba el aire.

En octubre de 1979, esta vez en El Hierro, en Punta Orchilla, donde debía haber agua y nada más que agua, sólo mar y horizonte, se me reveló de nuevo. Mi mujer, que es fotógrafa, llevaba un teleobjetivo de 300 mm. entre los accesorios de su cámara. A través de él miramos. Nosotros y un amigo escritor que actuaba de guía y anfitrión. Como en una de esas malas películas de suspense en las que algo falla en el momento del clímax de la tensión, al intentar fotografiarla comprobamos que se nos había acabado el carrete de fotos. No pudimos apresar su imagen. Antes de que desapareciera por completo, distinguimos nítidamente la gran degollada entre las cimas extremas, y la abundante vegetación que allí había, delatándose por el color verde que menudeaba entre los tonos parduscos de la tierra. Años después sabría que hubo alguien que, con anterioridad a nosotros en aquella ocasión, tuvo más suerte y alcanzó a fotografiarla. La foto de la Isla aparecida en el diario madrileño ABC, el 10 de agosto, día de San Lorenzo, de 1958, lo certifica.

De todo esto, en un juego de literatura, crónica y testimonio, he dejado constancia en el capítulo titulado “Epílogo en la Isla de San Borondón” que cierra mi libro Ritos y Leyendas Guanches, cuya primera edición apareció en la madrileña editorial Miraguano en 1985. De él tomaré algunos de los datos y referencias que expondré en las líneas que han de seguir a continuación.

 

LA FAMOSA CUESTIÓN DE SAN BORONDÓN

Así, “La famosa cuestión de San Borondón”, es como alude Viera y Clavijo a las páginas que dedica a la mítica Isla en su Historia General de las Islas Canarias, aparecida por primera vez en Madrid, en la Imprenta de Blas Román sita en la Plazuela de Santa Catalina de los Donados, en 1772. Allí, el “Arcediano que tenía la sonrisa de Voltaire”, como se le ha llamado, retratándolo, a nuestro ilustrado, allí, en su Historia, digo, el erudito canario impregnado de la certeza de la razón y del espíritu científico predominante del Siglo de las Luces, abordaba varios y diferentes aspectos relativos a la Isla prodigiosa, intentando despejar con su aproximación metódica las dudas e incertidumbres que envuelven las nieblas de su origen y su naturaleza. Un empeño sin éxito, a mi entender. El propio Viera, empírico y descreído, no acaba de pronunciarse. Porque la Isla de San Borondón ha seguido manifestándose escurridiza e inasible, ajena a los parámetros que quieren adscribir su fantástica condición a los dominios racionales.

Después de aquella lectura comprobé que el capítulo de Viera y Clavijo referente a la Isla de San Borondón debía mucho a los capítulos finales de la Historia de la conquista de las siete Islas Canarias, de Fray Juan Abreu Galindo, otro de los grandes relatores que se han sumergido en nuestro pasado insular, y cuya obra editó Alejandro Cioranescu en Santa Cruz de Tenerife en 1955. Pero tanto Viera y Clavijo como Abreu Galindo, no fueron los únicos que se sintieron atraídos por el enigma de la Isla Ballena. La fascinación venía de antes. Ya Ptolomeo, en el siglo II, en vida de Marco Antonio, daba noticia de una isla mágica a la que llamó “Aprósitus” o “Inaccesible”. Una isla que en los artículos de paz del Tratado de Évora, entre Portugal y España, recibía el nombre de “Non Trubada” o “Encubierta”. Una isla que desde el año 530 de la Era Cristiana figuró en todas las mentes y todas las rutas de los arriesgados nautas que pretendían descubrir las últimas tierras occidentales. Una isla, en suma, y un misterio, por el que Aristóteles con su legendaria Atlántida, o Teofrasto, Torcuato Tasso y tantos otros, sintieron la misma fascinación que sigue suscitando siglos después.

Y es que San Borondón forma parte de ese antiguo empeño humano por encontrar el Paraíso, durante mucho tiempo situado en fabulosas islas atlánticas, y que Colón, en su Diario, y los Cronistas de Indias, con sus relatos del Nuevo Mundo, se encargaron de avivar, excitando la imaginación hasta convertirla en territorio propicio para los mitos. El ser humano siempre ha soñado con tierras a donde la muerte no llegara o lo hiciese muy lenta y tardíamente. Ello se debe, al decir de los filósofos, a que a diferencia de las bestias, el hombre es consciente de su finitud, de su condición vulnerable de criatura herida por el tiempo. De ahí que para encubrir, mitigar e incluso olvidar esa naturaleza originaria de ser mortal, los hombres se hayan empeñado en imaginar territorios intactos, libres del dolor y la enfermedad, y en los que la pobreza, la fatiga o la vejez sólo fuesen un rumor desconocido. Poetas, artistas y sacerdotes, como propagadores de mitos y creadores de leyendas que son, cada uno a su manera y con propósitos diversos, se han encargado desde siempre de fomentar las imágenes soñadas de la tierra feliz donde la felicidad fuese eterna. Luego, los hombres quisieron hacer realidad sueños e imágenes, visiones y anhelos, y entonces fue cuando surcaron los mares, navegando entre las brumas del océano y los celajes del horizonte. Entonces fue cuando en los mapas aparecieron los dibujos de contornos imprecisos, los nombres maravillosos y remotos.

Canarias, como bien sabemos, ha sido en la edad del tiempo uno de esos territorios intactos, asombro de navegantes y visión de iluminados, donde han fecundado mitos y leyendas. Jardín de las Hespérides, Campos Elíseos, vestigio de la Atlántida, Islas Afortunadas, Tierra de las Górgades, estancia y paradero de descendientes de Noé... Frente a las sombras y sus abismos, los antiguos quisieron ver en nuestro Archipiélago la claridad del goce y sus destellos. ¿Qué de extraño habría, pues, que en sus latitudes, en el extremo del mundo conocido, germinara otro espejismo con forma de Isla Fantasma?

 

LA LEYENDA DE SAN BRANDÁN Y SAN MACLOVIO

Generalmente se acepta que el enigma de la Isla de San Borondón entronca con un imaginario que nos remite a la mitología celta, más concretamente a la Leyenda de San Brandán y San Maclovio. El propio nombre de la Isla se quiere hacer derivar del nombre del santo tras un proceso fonético deformativo que pasaría de Brandán o Blandán a Barandán y, de ahí, haciendo oclusivas las vocales, a Borondón. Sea como fuere, lo cierto es que en esa Leyenda encontramos el viejo e inagotable impulso de la búsqueda del Paraíso.
Fue un ermitaño llamado Barinthus quien le habló a su primo San Brandán de la existencia de un lugar edénico donde estuvo Adán el primero y donde Dios permitía a sus santos vivir después de la muerte. El propio Barinthus y su ahijado el monje Mernoc habían vagado por aquel maravilloso sitio que se encontraba más al oeste de la Isla de las Delicias. En aquella tierra abundaban las flores y los árboles frutales, y su suelo estaba pavimentado de piedras preciosas. Recorriendo el lugar, llegaron a un ancho río y, al ir a vadearlo, se les apareció un ángel que les prohibió seguir más allá. De regreso a su barco, Barinthus y Mernoc se dirigieron a la Isla de las Delicias donde quedó el monje. Barinthus volvió a Irlanda y, de camino a su monasterio, visitó a su primo Brandán y le relató su aventura.

Tan impresionado quedó San Brandán por aquello que había oído, que al día siguiente propuso a San Maclovio y catorce de sus discípulos emprender viaje en busca de la Tierra Prometida. Durante cuarenta días se prepararon para las fatigas del viaje, ayunando un día de cada tres, y aplicados a la construcción de un velero de la clase curragh, cuyos costados y cuadernas eran de mimbre recubiertos con piel de vaca curtida y corteza de roble. Almacenaron provisiones para cuarenta días, así como pieles para reemplazar las que cubrían el entramado de la nave. Bautizaron el barco con el nombre de Trinidad, levantaron un mástil en medio de la cubierta y aprestaron una vela y un timón. Entonces surcaron los mares.

Durante siete años erraron por el Atlántico. En su travesía avistaron muchas y muy extrañas islas, como la de San Albeus en donde vivían veinticuatro monjes que, excepto para cantar himnos, no pronunciaban palabra desde hacía ocho años y conversaban mediante un lenguaje de signos. Después de aprovisionarse, continuaron ruta y llegaron a otra isla cubierta de viñas que producían uvas del tamaño de manzanas y bastaba una de aquellas uvas para alimentar a un hombre durante todo un día. Y advirtieron también durante la travesía San Brandán, San Maclovio y sus monjes, una columna de cristal con una envoltura de plata o de vidrio que permanecía de pie en medio del océano. Y, asimismo, encontraron demonios, pigmeos, gatos marinos y marinas serpientes, dragones, buitres y ángeles. Y en una de tres islas volcánicas que avistaron, descubrieron a Judas sentado en una roca donde descansaba de su tormento, pues ese día era domingo. Y visitaron otra isla habitada sólo por grandes ovejas blancas. Y estuvieron en otra isla que era el Paraíso de los Pájaros, y en la que los árboles no tenían hojas, sino menudas criaturas cubiertas de plumas que se colgaban de las ramas por el pico, succionando el jugo de la corteza.

Grandes y muchos fueron los prodigios que conoció San Brandán en sus siete años de peregrinar por el mar en busca de la Tierra Prometida. Y, como Barinthus el ermitaño, y el monje Mernoc, arribó también a aquella isla que le describiera su primo. El mismo ángel le prohibió cruzar el ancho río y le invitó a volver a su barco Trinidad, llevándose él y los suyos todas las frutas y piedras preciosas que pudieron cargar. Cruzó el anillo de niebla que envolvía el lugar y retornó a Irlanda San Brandán. Y allí contó repetidas veces a sus hermanos cómo fue su aventura, dónde disfrutaron con gozo, dónde pasaron aprietos y cómo, en cuanto les hizo falta, halló dispuesto y a punto todo cuanto a Dios pidiera.

Y en su convento de Irlanda, con especial delectación relataba San Brandán a sus hermanos su estancia en la extraña isla que le decían “Aprósitus”, “Inaccesible”, “Non Trubada” y “Encubierta”, que por todos esos nombres la llamaban antes de que, al correr del tiempo, tomara del propio nombre del santo el nombre con que luego habrían de conocerla. Y así les narraba que llevaban largo tiempo navegando sin descubrir tierra, con lo que sobrevino el día de Pascua. Rogó entonces San Brandán para que les hiciese Dios la gracia de hallar algún enclave en el que poder decir misa. Oyó el Señor los votos de su siervo y dispuso que en medio del mar surgiese repentinamente una isla. Desembarcaron entonces y, a los primeros pasos que dieron por el lugar, descubrieron el cadáver de un gigante que yacía en su sepulcro. Por indicación de San Brandán resucitó San Maclovio al gigante, al que instruyeron en la religión cristiana dándole idea del misterio de la Trinidad y de las penas del infierno. Luego lo bautizaron, poniéndole por nombre Milduo, y le dieron permiso para morir de nuevo.

Erigieron los viajeros un altar y celebraron la Pascua con un oficio lleno de fervor. Cogieron para guisarla la carne que habían guardado en la nave y, en seguida, acopiaron leña para asarla. Cuando estuvo aderezada la vianda se aprestaron a comerla. Mas de pronto todos se pusieron a dar gritos, llenos de temor, porque la tierra entera temblaba y se iba alejando mucho del barco. Calmó a los monjes San Brandán, recogieron las provisiones y embarcaron de nuevo.

Aunque ya a diez leguas de distancia, desde el velero pudieron divisar con toda claridad el fuego que habían encendido sobre el suelo de aquella isla que, aprisa, iba desapareciendo. Y así, como una engañosa ballena, acabó por hundirse en el océano, dispuesta a resurgir de entre las aguas para asombro y maravilla de navegantes.



DESCRIPCIÓN FÍSICA, CARTOGRAFÍA Y RELACIÓN DE EXPEDICIONES

Asombro y maravilla, sí, los que aquella Isla, engañosa como una ballena, hace alentar en la Leyenda de San Brandán y San Maclovio. Asombro y maravilla que aumentan cuando de lo legendario pretendemos acogernos a lo concreto. Porque para una isla que se supone ilusión de la vista o exceso de la imaginación, espejismo de nubes o reflejo desde el cielo sobre el mar de tierras inmediatas, no deja de ser singular, y tanto más insólito, que se observen sus apariciones normalmente en el mismo sitio, a una distancia constante de las islas contiguas. Y aún más desconcertante es el hecho de que esa Isla muestre constante las mismas magnitudes y configuración. El propio Viera y Clavijo, tan positivista y renuente ante las tentaciones de lo ilusorio, da noticia y recoge la que aparece como la descripción geográfica y física de San Borondón:



ISLA DE SAN BORONDÓN: CARACTERÍSTICAS FÍSICAS

Medidas:
87 leguas de largo.
28 leguas de ancho.

Localización:
A 100 leguas de Hierro.
A 40 leguas de La Palma.
En dirección Oeste-Sur-Oeste de La Palma.
En dirección Oeste-Nor-Oeste de Hierro.

Descripción:
Corriendo Norte-Sur, formando hacia el medio una considerable degollada o concavidad y elevándose por los lados en dos montañas muy eminentes, mayor la de la parte septentrional.

Además de la descripción física de la Isla, otro elemento viene a corroborar su existencia, abundando con ello en el misterio de su naturaleza fantasmagórica. Me refiero a la abundancia de representaciones cartográficas en las que, en el sucederse de los siglos, geógrafos, dibujantes de mapas y meticulosos registradores de la fisonomía del mundo conocido, han situado la Isla:

 

ISLA DE SAN BORONDÓN:
VARIA CARTOGRAFÍA DONDE APARECE REPRESENTADA

- Mapamundi de Jacques Vitry (siglo XIII).
- Imago Mundi de Rober d’Auxerre (1265).
- Planisferio de Hereford, realizado por Richard of Haldinghan (finales del siglo XIII).
- Planisferio alemán de Ebstorg. Con la inscripción “Isla Perdida. San Brandán la descubrió pero nadie la ha encontrado desde entonces” (finales del siglo XIII).
- Carta de Piciano (1367).
- Mapa anconitano de Weimar (1424).
- Mapa genovés de Beccari (1435).
- Mapa de Fra Muro (1457).
- Mapa de la Isla de San Borondón de Torriani (1590).
- Mapa francés anónimo (1704).
- Perspectiva de Juan Smalley (1730).
- Perspectiva de Próspero Cazorla (siglo XVIII).
- Carta geográfica de Gautier (1755).

Si los mapas la registran, es que debe hallarse donde se la sitúa. Eso es lo que dicta el sentido común. Sin embargo, nada es común ni previsible tratándose de San Borondón. Porque por más que la Historia registra numerosas expediciones lanzadas en su busca, por más que se conserven testimonios de náufragos y viajeros que afirman haber estado en ella, la Isla sigue haciendo buena aquella afirmación de Honorius Solitarius de que es el azar y la casualidad lo que rige el encuentro, no la voluntad de búsqueda. Bien que lo pudieron constatar sus múltiples expedicionarios:

 

ISLA DE SAN BORONDÓN:
EXPEDICIONES MÁS FAMOSAS EN SU BÚSQUEDA

- Siglo XV: Fernando, Duque de Viseu, sobrino del Infante Don Enrique el Navegante, de Portugal. No la encuentra.
- 1526: Hernando de Troya y Francisco Álvarez, vecinos de Gran Canaria. No la encuentran.
- 1570, 3 de abril: Doctor Hernán Pérez de Grado, Regente de la Real Audiencia de Canarias. No la encuentra, mas afirma a su regreso que estuvieron en sus costas donde había perdido a los tripulantes.
- 1570: Fernando Villalobos, Regidor de la Palma. Con tres navíos. No la encuentra.
- 1604: Gaspar Pérez de Acosta, piloto marino, y Fray Lorenzo de Pinedo, de la orden de San Francisco y práctico sobresaliente en la marinería. Sólo hallaron una acumulación de nubes y celajes en el Occidente.
- 1721: Juan Mur y Aguirre, Capitán General de Canarias. Dispone una expedición formada por una compañía de soldados y dos capellanes. No la encuentra.
- 1732: Capitán de mar Gaspar Domínguez, vecino de Santa Cruz de Tenerife. Con una balandra llamada San Telmo. No la encuentra.

La inutilidad de aquellas expediciones hizo que paulatinamente se fuese aceptando la idea de que no era posible localizar la Isla allí donde los mapas señalaban su presencia. Hubo otras expediciones, pero de todo aquel afán sólo quedó la certeza de lo inexplicable.

 

MÁS ENIGMAS: LOS OJOS EQUÍVOCOS, LAS FRUTAS NÁUFRAGAS

La Isla de San Borondón, cuando se ha revelado, lo ha hecho mostrándose en marcos y escenarios diferentes. Unas veces ha sido a cielo despejado, sin nubes ni brumas que deformasen la visión. Otras, con las alturas encapotadas, convertidos los cielos en un cúmulo de bardas, nimbos y celajes. Y otras, entre el estruendo de tormentas, nieblas y turbonadas. Esa diversidad de las condiciones climatológicas en las que se han visto envueltas las apariciones de San Borondón contradice la argumentación de “los ojos equívocos”. Esto es, la opinión de quienes sostienen que la Isla sólo es producto de una suerte de espejismo, una travesura óptica que engaña nuestros ojos haciéndonos ver sobre el mar el reflejo de una tierra que se proyecta en el cielo y que el cielo devuelve a las olas y a la mirada. Este es el fundamento, por ejemplo, de las tesis de las parhelias y paraselenes: los soles y las lunas aparentes, vistos por reflexión en las nubes especulares.

Con similar talante hay quien mantiene que se trata de una acumulación de nubes y vapores que el viento Sur-Este reúne para formar con ellos una considerable masa, capaz de oscurecer el horizonte semejando tierra.

Pero entonces, ¿cómo explicar la aparición de la Isla de San Borondón cuando en el cielo no hay nubes, o cuando es limpio y claro el horizonte, o cuando soplan aires del Poniente, o cuando es ninguno el viento? Y lo que es más decisorio: ¿cómo justificar la constante uniformidad de sitio, figura y extensión que presenta la Isla cuando se muestra ante los ojos asombrados?... Las hipótesis de explicación ceden ante los enigmas.

Enigmas como el de las frutas y ramas náufragas. Y es que con frecuencia, y en especial después de las tempestades del Nor-Oeste, en las playas de La Gomera y El Hierro en más de una ocasión se encuentran encalladas unas ciertas frutas, ramas y hasta árboles casi enteros desconocidos, sin semejanza con los del Archipiélago. Su remota e ignorada procedencia es situada por algunos en la Isla de San Borondón.

 

TESTIMONIOS

El tiempo ha ido acumulando noticias de gentes que afirmaban haber visto o haber estado en la mágica Isla. Se trata de relatos más o menos objetivos, con visos de testimonio personal y pertenecientes al dominio de lo cotidiano, no leyendas o historias surgidas de la ficción imaginativa o de los derroteros de lo fantástico.

Entre esos testimonios puede señalarse la conversación que nuestro Fray Abreu Galindo mantuvo con un aventurero francés que acababa de estar en San Borondón, y de la que dejó constancia escrita. Aseguraba el francés que en las proximidades de Canarias le sorprendió una tormenta y llegó desarbolado a cierta tierra incógnita, poblada de árboles robustos, donde desembarcó. Allí se aplicó con sus gentes a talar y labrar uno de aquellos árboles para reparar los daños de la nave. Al caer la noche, la atmósfera comenzó a cargarse tanto que no tuvieron por prudente pasar la noche en esa isla y volvieron a su navío, navegando a vela con tanta premura que al día siguiente arribaron a La Palma.

Por su parte, Francisco Alcaforado, que acompañó a Juan González Zarco en la expedición a la isla de Madera en el año 1420, relata que al llegar a Puerto Santo, los portugueses establecidos allí dos años antes le contaron cómo al Sur-Oeste de aquel horizonte se veían ciertas tinieblas impenetrables que se levantaban desde el mar hasta tocar el cielo. Y que de esas espesas sombras surgía un ruido espantoso cuya causa era oculta, considerando aquel cúmulo de nieblas como un abismo sin fondo o la boca misma del infierno. Algunos de aquellos portugueses tenidos por más cultos, sostenían que aquello era la célebre isla de Cipango, tan nombrado en los escritos del veneciano Marco Polo, y que la Providencia la ocultaba bajo aquel velo misterioso para protegerla de los curiosos, porque a ella se habían retirado algunos obispos españoles y portugueses con muchos cristianos a fin de escapar de la opresión y esclavitud de los moros.

En el año 1570, como resultado de una encuesta que ordenara el doctor Hernán Pérez de Grado, Primer Regente de la Real Audiencia de Canarias, el Gobernador de la isla de El Hierro, Alonso de Espinosa, recibió el testimonio jurado de más de cien personas que afirmaban haber visto San Borondón. Sostenían todos ellos haberla divisado al bando Norte de El Hierro y a sotavento de La Palma. Y era tanta y tan apacible la tranquilidad del día, según afirmaban, que pudieron ver ponerse el sol por detrás de una de las puntas de la Isla.

El mismo año de 1570, el piloto y práctico de navegación brasileño Pedro Vello, y sus dos compañeros portugueses de Setúbal, declararon haber estado en la Isla de San Borondón a donde arribaron inopinadamente empujados por una tempestad. Pedro Vello declaró que saltó a aquella isla con dos marineros de su tripulación, que bebieron agua fresca de un arroyo y que observaron impresas en la arena unas huellas de pisadas mayores del doble de las de un hombre normal, manteniéndose la misma proporción en la distancia entre los pasos. Descubrieron también una cruz fija con un clavo en el tronco de un árbol que les pareció barbusano y la cabeza del clavo era del tamaño de un real de a cuatro. Pedro Vello siguió diciendo que cerca de allí estaban tres piedras colocadas en triángulo, con indicios de haberse hecho fuego entre ellas, quizás para cocer algunas lapas, según se podía deducir por las conchas vacías de alrededor. Con el propósito de aprovisionarse, persiguieron algunas de las vacas, cabras y ovejas que pastaban por los contornos, penetrando en el bosque en la persecución. Pero al caer la noche, se ennegreció el cielo y comenzó a soplar un viento fuerte y recio que hizo temer a Pedro Vello por la integridad de su nave. Retrocedió solo a la playa donde tomó la chalupa y se retiró a bordo precipitadamente, dejando a sus dos hombres en la espesura del bosque. Desde el barco contempló cómo la isla desaparecía y, una vez pasado el huracán, no fue posible volver a descubrirla, quedándose Pedro Vello muy apenado especialmente por no saber la suerte que habían corrido los dos hombres que quedaron en el bosque.

Si el relato de Pedro Vello, con la aparición de esas huellas de pisadas descomunales, nos remite a la posible presencia del gigante Milduo que encontraron San Brandán y San Maclovio, en el testimonio de Marcos Verde hallamos de nuevo el terror de la noche y los fuertes vientos, común en las narraciones de quienes afirmaron haber estado alguna vez en la Isla. Según le refirió al licenciado Pedro Ortiz de Fúnez, Canónigo Inquisidor y Visitador del Obispado quien inició en Tenerife una investigación sobre la mágica Isla en torno a 1570, Marcos Verde regresaba de la armada de Berbería cuando avistó a la altura de Canarias una tierra enteramente nueva, sin las señales características con que se distinguían las otras del Archipiélago. Costeó la isla hasta anclar su navío en una hermosa ensenada que formaba la embocadura de un barranco y, aunque el sol estaba ya puesto, bajó a tierra con algunas personas que anduvieron un trecho considerable por diferentes sendas, alejándose hasta no oírse unos a otros por más que gritasen. Con la noche se desataron torbellinos de viento tan horribles que tuvieron que embarcar a toda prisa, alejándose de aquella isla que Marcos Verde no dudaba ni un instante que no fuese otra que San Borondón.

Acompañado de un dibujo de la Isla que había avistado desde La Gomera, un religioso franciscano, en el año 1759, escribió una carta a un compañero de congregación narrando su experiencia y hablándole con el estilo sincero de quien no dice más que lo que cree. Esa carta se conoce como “el testimonio del franciscano de la Gomera” y dice así:

Muy R.P.D. Mucho deseaba yo ver a San Blandán y, hallándome en Alajeró, el día 3 de mayo de este presente año, a las seis de la mañana, con poca diferencia, la vi en esta forma; y puedo jurar que, teniendo presente al mismo tiempo la de Hierro, vi una y otra de un mismo color y semblante y se me figuró, mirando por un anteojo, mucha arboleda en su degollada. Luego mandé llamar al cura don Antonio Joseph Manrique, quien la tenía vista por dos ocasiones, y cuando llegó sólo vio un pedazo; y noté, estándola mirando, corrió una nubecita y me ocultó la montaña y, pasando hacia la degollada, me la volvió a descubrir, viéndola como antes sin diferencia por espacio de hora y media, y después se ocultó, estando presente más de cuarenta personas. A la tarde volvimos algunos al mismo puesto, mas nada se veía, por estar lloviendo lo más de la tarde. El horizonte del poniente estaba tan claro que resplandecía como el oro en el cristal, y también noté con el anteojo el mar y traviesa que hay de Hierro a San Blandán. Esto que llevo dicho vi y noté, sin añadir ni disminuir ni un punto. El no verse el fin de la punta que corre hacia La Palma del puesto referido, lo estorba el repecho que llaman Areguerode, y discurro que se hubiera visto mejor de Chipude, de donde se descubre la isla de La Palma. A los dos o tres días que salí de Alajeró se volvió a descubrir, según me dice el hermano fray Juan Manrique, que la vio juntamente con el señor cura y otras personas.

Así han llegado hasta nosotros los ecos de algunas de las voces que han dado fe del avistamiento o la estancia, fugaz, con prisas imprevistas y sustos múltiples en la partida, en la inquietante Isla de San Borondón. Un códice renacentista anónimo afirma en una confusa y ambigua sentencia: Sólo los elegidos pueden ver la Isla de San Borondón. ¿Qué criterios?, ¿cuáles son los signos que señalan al elegido?... ¡Quién puede saberlo! El códice no nos lo aclara. Lo cierto es que como una Ítaca atlántica, la Isla prodigiosa aguarda en el mar, bajo las aguas, a punto de emerger según ignotos designios para desvanecerse luego también, presta, inaccesible, según otros igualmente inexplicables designios. Pero a diferencia de la Ítaca homérica, nuestra Isla no es un destino de arribada, no es la morada familiar que aguarda el retorno tras años de ausencia del hogar. La Isla de San Borondón es un destino a inaugurar. Es una geografía por descubrir, imagen y reflejo, tal vez, de ese ideal que guardamos en nuestros más íntimos sueños y en nuestros más secretos deseos. San Borondón es el territorio de la utopía. Y, en este sentido, puede que quizás sí sea el suyo un destino de retorno: el de la vuelta a ese Paraíso del que los hombres fuimos expulsados en un tiempo en que éramos dioses.

 

EDWARD HARVEY

En el discurrir postrero del siglo XVIII, una época imbuida del espíritu racionalista, marcada por el deseo del conocimiento y el afán de hacer cierto el Paraíso sobre la tierra aboliendo diferencias de clases y estableciendo los principios de la igualdad entre los hombres como se propuso la Revolución Francesa, poco a poco menudean los documentos y testimonios que atañen a San Borondón. Nuestro Viera y Clavijo, como hemos visto, se aproximó al tema con el objetivo de explicar científicamente lo que no puede ser aprehendido por los dictados de la razón. Viera, en “La famosa cuestión de San Borondón”, recopila datos, acopia teorías, transcribe mapas y documentos, pero no se pronuncia sin ambages. Todo lo más a que llega el Arcediano de Fuerteventura es a aventurar una hipótesis de efecto de espejismo. Pero deja dudas sin solventar. Muchas. No podía ser de otra manera.

Habrá que esperar al siglo XIX y a los exaltados principios del Romanticismo para encontrar de nuevo un personaje y una expedición que retome nuevamente el asunto.

Nacido en Edimburgo en 1840 y fallecido en Londres en 1903, viajero y naturalista, Edward Harvey recorrió al parecer el litoral africano, adentrándose en el interior del continente y dejando constancia de su tarea en su tratado Flora desconocida de la costa Africana. Fue la Royal Society quien debió de financiar esa expedición. En 1862 se supone que emprendió un nuevo periplo que hubo de llevarlo hasta las Canarias. Desde entonces, la idea de ir en busca de la enigmática Isla del Poniente se convirtió en uno de sus objetivos prioritarios. También él debió de sentir la fascinación de la Isla Non Trubada, atrapado hasta la médula en su leyenda. Y no habría de descansar hasta cumplir su propósito.

Las crónicas quieren que el 7 de enero de 1865, conseguidos los fondos necesarios, contratada al fin una tripulación y habiendo fletado un pequeño barco, parta del puerto de Santa Cruz de Tenerife hacia lo desconocido. Una tormenta le hace arribar a un territorio inexplorado que recorre tomando fotografías, realizando bocetos y dibujando croquis que se llevaría luego a Londres a fin de elaborar una memoria de lo que él mismo definió como “El gran descubrimiento”.

Lamentablemente, una enfermedad contraída en su primer periplo africano empezó a manifestársele en medio de los delirios de la fiebre y la suma de inconexas alucinaciones. Inútilmente intentó dar a conocer su hallazgo en la Royal Society ante el descrédito de la comunidad científica que sólo veían en él a un loco y un demente. Sus trabajos sobre Canarias, Madeira y aquel territorio desconocido en el que pasó largas jornadas, no llegarían a ver la luz. Su muerte en su casa londinense hubo de producirse en el más oscuro de los olvidos.

Quizás fuese el destino inexorable, o los difusos caminos que hacen confundir los límites entre la realidad y la imaginación, entre la ciencia y los sueños, entre la vida y la literatura, el que dispuso que Edward Harvey sea un enigma más añadido a los misterios de la Isla de San Borondón. Él supo también de la diferencia entre el sueño visionario capaz de abolir fronteras y certezas, de enmarañar lindes inaprensibles para inaugurar mundos fantásticos, contrapuesto al ocurrir estéril del que niega y se niega a la aventura.

En él se cumple ese complejo entramado que aúna e interrelaciona ciencias humanas y naturales, universos de sugerencias y culminaciones, las huellas que permiten remontarse a las raíces originarias a partir de las que se han ido modelando los mitos en el devenir del tiempo.
Quizás ese, al cabo, y no otro, sea el sino de los elegidos por San Borondón.

Sabas Martín.

 

http://www.laisladescubierta.net/sanbor/sabas_martin.htm#cuestion

miércoles, 27 de mayo de 2009

Los iones positivos


Enviado por ferrejm

1. Introducción
2. Que son los iones?
3. Los Materiales que nos rodean
4. Los iones en el automóvil
5. Bibliografía

1. Introducción

Existe una cierta electricidad contenida normalmente en la atmósfera de la tierra, y por ende, en el aire que respiramos todos los días.

Esta electricidad esta formada por partículas llamadas Iones, de las cuales hay positivas y negativas en proporciones diversas. Vivimos inmersos en un mar de radiaciones y ondas y rodeados de factores que impactan directamente en nuestro organismo. Incluso, según muchos autores, estamos sumergidos en un océano de ondas telepáticas humanas, de distinta fuerza e intención, que también nos alteran física y psicológicamente.

Pero sin considerar un panorama tan amplio, sino remitiéndose a lo mas físico o material o mas mensurable científicamente, sabemos que estamos expuestos a numerosas variables, entre las cuales podemos enumerar: radiaciones ultravioleta, infrarrojas, radioactividad de la tierra, fases de la luna, gravitación, magnetismo terrestre, partículas de rayos cósmicos, fenómenos climáticos como tormentas, lluvias, vientos, humedad, temperatura, presión atmosférica, entre otras.

También nos interpenetran ondas de radio y televisión que recorren el globo, sobre las que no tenemos información de cómo podrían afectar o no la futura evolución biológica del hombre y el planeta en general.

2. Que son los iones?

Para comprender que son los iones, debemos primeramente explicar brevemente lo que es un átomo.

Para nuestros fines alcanza con decir que un átomo se compone de un núcleo central, cargado de electricidad positiva, alrededor del cual giran electrones, cargados de electricidad negativa.

La carga del núcleo iguala a la suma de la de los electrones; en ese caso, el total es eléctricamente neutro, pues las cargas están equilibradas.

Lo mismo sucede con la molécula, cuando sus cargas eléctricas están compensadas. Si por alguna circunstancia un átomo o una molécula pierden uno o varios electrones, aparece una carga positiva puesto que predomina la carga eléctrica del núcleo. Aparece así un ion positivo denominado cation.

A la inversa, si el átomo o molécula incorpora en sus orbitas uno o mas electrones, al predominar la carga de estos sobre la carga del núcleo, aparece una carga total negativa; es decir un ion negativo o anion.

Los átomos de oxigeno tienen la particularidad de capturar fácilmente dos electrones libres, convirtiéndose así en átomos de oxigeno negativos. Existen además lo que se han llamado iones grandes o pesados, que no son mas que aglomeraciones eléctricas alrededor de granos de polvo o smog, a los que también se los llama lentos por su escasa movilidad y sin valor biológico.

Los iones negativos y positivos existen normalmente en el aire que respiramos; es una electricidad presente en la atmósfera de la tierra, con variaciones locales a veces muy pronunciadas. La relación usual en el campo es de cuatro negativos contra cinco positivos.

Los iones positivos se forman por la acción de los rayos ultravioleta del sol y por los rayos cósmicos, mientras que los iones negativos se forman por las descargas eléctricas de los rayos y por la emisión de la radioactividad natural de la tierra.

Otra fuente natural de iones negativos consiste en la pulverización del agua durante las lluvias fuertes, en las cascadas y en el flujo y reflujo del mar cuando esta muy agitado.

Refiriéndonos a zonas concretas del planeta, existen factores que alteran drásticamente la proporción de iones de un signo y del otro.

Hay vientos perfectamente localizados que traen en sus zonas de influencia una elevada proporción de iones positivos, con el consiguiente malestar que ello provoca.

También existen pequeñas zonas donde la ionizacion negativa especialmente buena; en nuestro país tenemos Merlo, San Luis, donde existe el famoso "microclima". Allí hay un tenor mayor de ionizacion negativa debido a que el subsuelo de Merlo es ligeramente mas radioactivo que lo común.

Hidroionizacion:

Una forma natural de producción de iones negativos consiste en el uso de agua pulverizada. Se ha demostrado que cuando el agua se nebuliza, la parte mas grande de la gota queda cargada positivamente, mientras que la parte mas fina y volátil, negativamente.

Sin necesidad de aparatos nebulizadores, todos hemos experimentado una sensación especial cerca de las cataratas, en saltos de agua, y quizá la olla con yuyos y sus vapores, antigua receta de la abuela, en problemas respiratorios, fuera simplemente una forma de darnos una buena ionizacion. El calzado con suelas aisladoras (caucho o cualquier material sintético) impide la descarga a tierra de las cargas eléctricas que se producen en múltiples circunstancias en las que nuestro cuerpo puede cargarse, a potenciales de decenas de millones de voltios, convirtiéndonos en " condensadores". Esto a veces causa trastornos como por ejemplo, un falso crup, que nuestra madre solucionaría con un baño de vapor, y que podía haberse prevenido con un ionizador de aire.

Será por ese efecto que en todas las plazas del mundo, pulmones de las ciudades, suelen haber fuentes de agua desde tiempos inmemoriales?

Vientos malignos:

Existen en el mundo, perfectamente identificados, ciertos vientos que provocan desarreglos en la composición iónica de la atmósfera de las zonas por donde soplan.

Tales vientos proceden normalmente de zonas cálidas y secas, transportando una alta dosis de iones positivos. Dichas cargas eléctricas no son neutralizadas por la tierra por la alta resistividad del aire, consecuencia de la falta de humedad.

Uno de estos vientos especialmente malignos es el Foehn, viento seco del sur de Suiza que, que sopla en los Alpes al comienzo de la primavera y del otoño. Las estadísticas policiales revelan claramente que, durante los días que recorre el Foehn, aumentan los casos de suicidios, asesinatos y accidentes de transito en mas del 50%. Otros vientos son: el Mistral, al sur de Francia, el Siroco de Italia, el Santa Ana en California, el Chinook al oeste de EEUU y Canadá, el Sharav en Israel y Medio Oriente.

Nosotros no podíamos ser menos: tenemos nuestro propio viento: el Zonda. Los malestares que provoca en la gente de su zona de influencia son bien conocidos.

Cierra el escritor Soyka en su libro con esta frase: "En forma similar, cada uno puede ser igualmente una víctima de los vientos de los brujos del siglo XX hechos por el hombre, que hemos creado en las ciudades, en modernos edificios con calefacción central y aire acondicionado, y en coches y otros medios de transporte".

El aire envenenado de las grandes ciudades:

Hay dos factores principales en la contaminación atmosférica de las grandes ciudades: el polvo y las sustancias químicas.

El polvo atmosférico se compone de un tercio de materias orgánicas y dos tercios de materias inorgánicas. Las inorgánicas están formadas por hierro, carbón, sílice, sustancias terrosas provenientes del desgaste de las cales, etc., mientras que las orgánicas se originan de los desechos de los tejidos y restos vegetales y de alimentos.

"Las partículas carbonosas que componen los humos están constituidas por granos vitrificados, erizados de puntas," escribe Tocquet. Actúan como un verdadero polvo de esmeril, corroyendo los frágiles tejidos pulmonares y fijándose en ellos, de lo que se deriva una disminución progresiva de la oxigenación cerebral.

Las sustancias químicas presentes en la atmósfera son de origen variado y algunas de acción altamente tóxica, como plomo, cobre, arsénico, etc., y las mas abundantes son de origen gaseoso. Citaremos los óxidos de carbono, el anhídrido sulfuroso, los vapores de aldehídos y el tetraetileno de plomo, sin contar los hidrocarburos y alquitranes que abundan en las ciudades.

La mayor parte de esta polución es debida a los gases expulsados por el caño de escape de los vehículos.

No tenemos a mano relevamientos de la ciudad de Buenos Aires, pero como referencia indicaremos que, estudios realizados en la ciudad de París, indican que el volumen de di oxido de carbono por los vehículos asciende en 24 hs. A 50 millones de metros cúbicos. Quizá la ciudad de Buenos Aires, en especial el Microcentro, tenga valores similares de contaminación.

La absorción de estos gases y vapores es en extremo venenosa, produciendo trastornos cerebrales, cierto grado de anemia, debilitamiento de las defensas orgánicas, y predispone al cáncer pulmonar.

La ionizacion negativa a partir de un equipo, mejora la atmósfera de las habitaciones, precipitando la polución.

3. Los Materiales que nos rodean

Si nos detenemos a considerar que están compuestos los objetos de uso cotidiano, descubriremos que estamos literalmente "invadidos" por materiales plásticos. Esto no es ninguna novedad, pero quizá no hemos tomado conciencia exacta del altísimo porcentaje que representa, disimulado bajo variadas formas y colores.

Desde electrodomésticos hasta alfombras, desde cortinas hasta bolsas de residuos, desde sabanas hasta ropa interior, desde asientos de inodoros hasta hamacas de jardín, todo o esta construido con material plástico o tiene una elevada proporción.

El material plástico, excelente desde otros puntos de vista, tiene el gran pecado de envenenar ionicamente el medio que nos rodean.

¿Quién no ha jugado, de chico, frotando el peine contra la ropa y recogiendo pequeños trozos de papel con la carga estática adquirida por la fricción del peine?

Lo mismo, a escala mucho menor, nos ocurre todos los días con una gran cantidad de objetos que manipulamos, o con los vestidos que usamos. Es una experiencia usual al desnudarnos, sentir que la ropa de material sintético se nos "pega" al cuerpo, siendo común oír chasquidos de chispas eléctricas. Muchas veces, con la luz apagada, es posible ver tales chispas.

No es para temer una descarga mortal, pero de seguro que hemos desarrollado contra nuestro cuerpo una carga de varios miles de voltios.

Nuestro organismo esta surcado por cientos de pequeñas corrientes de voltajes diversos, según ha sido comprobado. La propia acupuntura, para muchos tratadistas, maneja la energía canalizando las corrientes eléctricas naturales del organismo.

Nosotros sin saberlo y siguiendo las marcas comerciales que nos ofrecen tales productos, seguimos alegremente agrediendo nuestro sistema bioeléctrico.

Mientras tanto, seguimos echando la culpa de nuestros pequeños o grandes malestares a problemas familiares, económicos, de trabajo, o mil excusas mas. Vivimos cansados, con estrés, insomnio, etc., y no pensamos, que en gran parte el problema es la contaminación iónica que nos rodea.

Los únicos, quizá, que se han preocupado por el tema han sido los instructores de yoga. Desde la aparición de la ropa de plástico, ellos han insistido con sus alumnos que deben usar solamente vestidos de algodón, lana o hilo, como asimismo alfombras que no contengan plástico, ósea de lana o paja.

Análogamente debería rechazarse el calzado con suela de plástico o goma porque impide la descarga a tierra. Debemos andar descalzos y sobre el suelo natural lo mas que nos sea posible.

No debe confundirse campo eléctrico con ionización. Los campos eléctricos negativos son los que rechazan los iones negativos y atraen los positivos.

De la revista "Product Engeneering", de EEUU., publicada en 1967:

"Algunos espacios constituidos de plástico, tal como el interior de las carrocerías de los autos, pueden incluso generar campos eléctricos negativos. El mobiliario y la tapicería de plástico, aceleran la fatiga mental de los ocupantes de la habitación o el vehículo."

"Los objetos y recubrimientos de polietileno, por ejemplo, producen campos eléctricos negativos de 5.000 a 10.000 V/m; en un espacio completamente cerrado mediante polietileno, el campo negativo puede alcanzar los 100.000 V/m."

El Aire Acondicionado:

Los aires acondicionados que contaminan ionicamente son los centrales. El aire acondicionado central proviene de un equipo que filtra, calienta o enfría el aire y corrige la cantidad de agua o humedad necesaria. Luego de lo cual es enviado por ductos, extrayéndose una parte del aire viciado e inyectando porciones de aire nuevo.

Hasta ahora, todo va bien. Pero, porque tantas personas sienten que el aire acondicionado les da pesadez, somnolencia, falta de energía, escasa concentración en el trabajo y a veces dolor de cabeza?

La explicación es sencilla y fácil de entender: el aire acondicionado ha contaminado la atmósfera respirable con un exceso de iones positivos, es decir, de cargas estáticas, provenientes de los frotamientos del aire contra las paredes de las tuberías de distribución.

Estas cargas llegan a los miles de voltios, pero no electrocutan porque no tienen el amperaje suficiente, pero destruyen totalmente la ionización ambiental.

Otras fuentes contaminantes:

Los tubos fluorescentes, si bien iluminan con bajo consumo de energía, son una fuente maligna de ionización positiva. Un par de tubos seria aceptable - recordemos que lo que afecta de la mayoría de las cosas es solo el exceso, pero es usual ver techos enteramente tapizados en tales tubos.

Las estufas eléctricas al rojo son una fuente de alta contaminación. Es común que al tiempo de estar en funcionamiento, sintamos pesadez, malestar y sensación de falta de aire. Decimos que el aire se "quema", pero lo único que estas estufas hacen es llenar la habitación con un exceso de iones positivos. Este malestar se acentúa con la disminución de la humedad relativa del ambiente, pues el aire queda mas seco con estas estufas.

Otra fuente contaminante es la pantalla de la TV. Esta origina en el aire de la habitación una excesiva carga estática o de iones positivos, aparte de otras radiaciones indeseables. Conviene por esto ver TV a una distancia de mas de 2 mts. Del televisor y no muchas horas al día. Si no se dispone de una mesa de luz o un generador de iones negativos que corrija la situación, no debería verse TV en los dormitorios, pues estaremos contaminando el aire del ambiente, que respiraremos el resto de la noche.

La pantalla de la computadora tiene una acción similar a la de la TV, con el agravante de que el operador esta de lleno frente al equipo, generalmente muchas horas por día, respirando esa

Atmósfera nociva. Existen ionizadores específicos para computadora, que corrigen la situación.

4. Los iones en el automóvil

Merece una especial consideración lo que sucede en el miniespacio de un automóvil. El grado de disminución de iones negativos es alarmante.

Para ver esto en forma comparativa, transcribiremos la tabla de ionización publicada por R.Tocquet:

Después de una tormenta
alrededor de 2000

En la montaña
alrededor de 1500

En el campo
alrededor de 750

En una ciudad pequeña
alrededor de 250

En una ciudad contaminada
alrededor de 50

En un automóvil
menos de 10

Esto se debe a varias causas, entre las cuales principalmente hemos de destacar: el revestimiento plástico interior, en especial de los asientos, contra los que nos frotamos permanentemente.

Otro factor es el "olor a coche" que hay en el interior, proveniente de pequeñas fugas de gases, que también es un gran destructor de iones (mini smog).

Si además agregamos la polución del humo del cigarrillo, el panorama es totalmente desastroso y no se arregla con "colitas" o cadenas arrastrando por la calle, puesto que la carrocería metálica del auto forma lo que los físicos llaman "jaula de Faraday", que aísla el exterior del interior del automóvil.

Los equipos generadores de iones son una buena solución para el auto, ya que reducen la fatiga, somnolencia, reducen el stress y aumentan la agudeza visual, mental y la capacidad de respuesta rápida.

Influencia de la Luna:

Todos conocemos personas, a las que llamamos "lunáticas", porque les afecta especialmente la luna llena, que los convierte en individuos altamente irritables y malhumorados. En esta circunstancia, lo que interviene es la ionización atmosférica, que pasaremos a explicar.

La luna se desplaza en órbitas alrededor de la tierra, por fuerza de la zona que llamamos ionosfera. Tal como sucede con la tierra, la luna esta cargada negativamente desde el punto de vista eléctrico.

En los días de luna llena, esta mas cerca de la tierra que en cualquier otro momento, por lo que repele la cara externa de la ionosfera. La ionosfera queda así "comprimida" hacia la tierra, y se establece como una acción reciproca entre la cara interior de la ionosfera (descarga positiva) y la tierra ( de carga negativa) que hace que, cerca de la superficie de la tierra, es decir, en la atmósfera, aumente la cantidad de iones positivos, o, lo que es lo mismo, disminuya la cantidad de iones negativos.

Sabemos que los iones positivos elevan la producción de serotonina en nuestro organismo, la "hormona del estrés".

El Dr. Al Lieber dirigió una investigación de la Universidad de Miami, analizando 2000 asesinatos entre 1956 y 1970, concluyendo que los valores de punta coincidieron con fases de luna llena.

El Dr. N.Shealy, cirujano jefe del Pain clinic, de Wisconsin, observo que cuando se producen fuertes hemorragias en pacientes sometidos a operaciones, solía coincidir con periodos de luma llena. Se afirma que los bancos de sangre reciben durante esta fase lunar una mayor solicitud para transfusiones. Un registro sobre 1000 personas reveló que un 82% de las hemorragias excesivas correspondían a días de luna llena.

También se ha reconocido la influencia de la luna sobre la fecha de los partos y ello podría también estar relacionado con las variaciones de la ionización atmosférica aportada por el influjo de la luna.

Con referencia al parto, agreguemos que en muchos hospitales suizos (también Rusia y Hungría) se han instalado generadores de iones negativos en salas de parto y recuperación, reduciendo

así el numero de muertes durante el parto, las hemorragias, y ayudando a la mujer agotada a recuperar rápidamente sus energías.

5. Bibliografía

Internet:
- www.yahoo.com
- www.altavista.com
- www.salvatetierra.com
- www.loquesea.com

Trabajo enviado por:
Jean Marie Van de Moortele
ferrejm[arroba]ciudad.com.ar
niko_vdm[arroba]mixmail.com

domingo, 24 de mayo de 2009

¿Qué es la amistad?

La amistad es una cajita de cristal. Pequeña, transparente, donde guardas allí dentro todos tus pensamientos, ideas, cariño y amor.
Un cristal fino donde te reflejas. Material en el que están hechos tus sueños. Son porciones de tu corazón que intentas que no se rayen nunca.

Un amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas. Es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que crees, en lo que confías, en lo que sientes.

Eso que más allá del mundo encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que lamentas no ver. Porque el amigo no se ve, no se toca, no se huele. Simplemente lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la materia física que es. Su esencia oculta entre los pliegues del terciopelo de tu cajita de cristal.

A veces lo miras a los ojos. A veces sientes su presencia.
Sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que sientes.

Es aquello por lo que darías todo.

Menos tu cajita de cristal…

 

jueves, 21 de mayo de 2009

MIDIENDO EL VALOR DE LAS PALABRAS

MIDIENDO EL VALOR DE LAS PALABRAS

INGREDIENTES:

  • 1 TAZA DE CAUTELA
  • 2 CUCHARADAS DE ATENCIÓN
  • 1 SOBRE DE CONTROL
  • 3 GOTAS DE OJO NOBLE
  • 1 PIZCA DE DISCRECIÓN
Condimentos:

Serenidad, compasión y humildad

Modo de preparación:

  1. Es importante medir el valor de las palabras. Las palabras positivas y bondadosas construyen y acercan a las personas; las palabras punzantes y negativas, lastiman, secan el alma y nunca se olvidan.
  2. Una vez que las palabras salen de la boca de uno, se esparcen, salen de la cocina y es imposible recuperarlas. Cada persona escucha y entiende lo que quiere o lo que le conviene. Es imposible controlar el pensamiento de otros; hablar de terceras personas invita a crear malentendidos.
  3. Al hablar mal de una persona, se envenena a 3 cocineros a la misma vez. Se intoxica y contamina al mismo tiempo el que habla, el que escucha y del que se habla.

"Cada uno de nosotros tenemos la opción de escoger lo que decimos y como lo decimos; al ser responsables de las propias acciones y las palabras mejoramos el sabor de nuestras recetas".

EL LENGUAJE DE LAS EMOCIONES.

 

La vida emocional repercute en el sistema inmunológico. Estar "sanos" depende, en gran parte, de tener un espíritu optimista aprehendiendo a conocer nuestras emociones interoceptivas y su exprecion exteroceptiva.

Las emociones constituyen una de las facetas del ser humano más desconcertantes.

Conocer qué son y como funcionan es el primer paso para alcanzar el autocontrol.

Hay centenares de emociones pero podemos clasificar como las mas primarias y principales la ira, la tristeza, la alegría, el miedo, el amor, la sorpresa, la aversión y la vergüenza que son las que se gestan en las primeras etapas del crecimiento y desarrollo del cerebro.

Cada una de ellas se experimenta con múltiples matices y además en ocasiones se combinan varias para crear nuevas modalidades

Toda emoción supone reacciones físicas encadenadas que, si bien en un primer momento son normales y hasta necesarias, cuando se prolongan o tienen lugar de forma desproporcionada aumentan los niveles de toxicidad de nuestras células, pudiendo llegar a desencadenar enfermedades orgánica.

Cada emoción predispone al cuerpo a un tipo de respuesta

La ira : aumenta el flujo sanguíneo hacia las manos, el ritmo cardíaco y los niveles de aquellas hormonas que, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para emprender acciones vigorosas.

La tristeza : tiene la finalidad de ayudarnos a asimilar una pérdida. Conlleva la disminución de la energía y el entusiasmo con el que acometemos habitualmente las actividades vitales y sociales, y un encierro que nos permite llorar la pérdida, evaluar sus consecuencias y planificar cómo actuaremos cuando retome la energía.

Muchas veces tambien queda asociada a la baja tolerancia a la frustracion.



La alegría : aumenta la actividad del centro cerebral encargado de inhibir los sentimientos negativos. Al crecer el caudal de energía disponible, el organismo experimenta entusiasmo para emprender cualquier tarea.

El miedo : hace que se retire la sangre del rostro y de otras zonas del cuerpo para llevarla hasta la musculatura de las piernas. De esta forma contamos con el aporte de oxígeno necesario para emprender una posible huida.

Al mismo tiempo, el cuerpo se paraliza durante fracciones de segundos y el cuerpo pensante la emplea para calibrar la respuesta más adecuada, por ejemplo, esconderse, huir..

Las conexiones nerviosas de los centros emocionales del cerebro desencadenan una respuesta hormonal que pone al organismo en estado de alerta general.

El miedo hace que aumente también el ritmo cardíaco y la presión arterial.

El amor, la ternura y la satisfacción sexual : activan el sistema nervioso parasimpático, que es el opuesto fisiológico de las respuestas "huida" o "lucha" , propias del miedo o la ira.

La reacción parasimpática está ligada a la respuesta de relajación. Conlleva un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia y el "comprender" al otro" en la doble acepcion de la palabra, comprender, incluir y comprender es decir entender.

La sorpresa : Al producirse un arqueo de las cejas aumenta el campo visual,  se favore la entrada de luz en la retina por lo que se obtiene información adicional sobre el acontecimiento inesperado y permite poder incluirlo en nuestro horizonte de experiencias.

La aversión : Naturalmente se produce una expresión facial que es universal: puede ser ladeo del labio superior,  fruncimiento de la nariz, arqueamiento de la frente.

Son gestos básicos que inconcientemente son necesarios y ayudan a expulsar por la boca algo de sabor desagradable que se produce interoceptivamente y/o evitar el olor molesto que se percibe desde el olfato.

Estos gestos son de utilizacion metafórica y sirven para expresar desaprobación.
La aversion no tiene "filtro" ni barrera de represion, es una sensacion totalmente interoceptiva que queda como huella nemica desde el momento de nacimiento y primeras experiencias.

CUESTIÓN DE QUÍMICA

Las respuestas físicas mencionadas se producen cuando, a través de los sentidos, llegan al cerebro determinados estímulos. En ese momento empiezan a producirse toda clase de reacciones químicas que a través de los neurotransmisores - algo así como nuestros cables internos, "cable a tierra"- estimulan otros centros que, a su vez, segregan sustancias con funciones concretas para salir de la situacion.

Así por ejemplo, la oscuridad estimula la secreción de 1 hormona llamada melatonina, que es la que induce al sueño.

Todas las predisposiciones biológicas a "las acciónes" son modeladas posteriormente por nuestras experiencias vitales.

Muchas veces el entorno modela las respuestas emocionales al punto, de poder adquirir hábitos que pueden luego llegar a considerarse rasgos de personalidad.

Así, el único patrón que se ha conocido en la infancia, por ejemplo malos tratos, seguramente le hara ser violento y repetir ese  patrón conocido.

La mente racional invierte más tiempo que la emocional en responder a un estímulo.

El primer impulso ante cualquier situación procede del area cardiaca.

Existe también un segundo tipo de reacción emocional, más lenta, que se origina en los pensamientos.

Esta forma de activar las emociones es deliberada: si alguien te insulta y te llenaste de ira, cada vez que lo recuerdas, reproducirás la misma reacción emocional...

ORIGEN ORGÁNICO

En la parte superior de la médula espinal se encuentra el tallo encefálico, la región más primitiva del cerebro, regulador de las funciones vitales básicas- respiración, metabolismo de los órganos, etc- .

De este cerebro primitivo emergieron después los centros emocionales y, millones de años más tarde, el cerebro pensante.

Nuestras primeras emociones vitales fueron producidas por los olores.

Al principio, el centro olfativo estaba compuesto sólo por dos grupos celulares: uno registraba cualquier aroma y lo clasificaba- comestible, tóxico, sexualmente disponible...- y el otro, enviaba respuestas reflejas a través del sistema nervioso, ordenando en nuestro cuerpo las acciones a llevar a cabo- comer, vomitar, etc-

Luego, el cerebro evolucionó y se conformaron nuevos grupos de células, hasta constituirse el sistema límbico. Ahí se donde se registran las emociones.

Cuando se atrapa la rabia o el miedo, se está bajo la influencia del sistema límbico. En él se encuentran el tálamo, encargado de enviar a la parte pensante del cerebro la información que recibe de los sentidos; el hipotálamo, que regula los impulsos sexuales y otros estados anímicos; el hipocampo, relacionado con el aprendizaje y la memoria; y la amígdala, que controla el miedo.

Cuando el sistema límbico se conformó, el hombre dejó de responder sólo de forma refleja a los estímulos; seguía decidiendo si comer o no un alimento en base a su olor, pero reconociendo los aromas y discriminando más conscientemente los buenos de los malos.

Este trabajo era y es realizado por el cerebro nasal, una parte del circuito límbico que constituye la base rudimentaria del cerebro pensante o neocórtex.

Con el paso de millones de años más, el neocórtex - el intelecto- siguió desarrollándose. Esta parte del cerebro nos permite experimentar sentimientos - además de coordinar nuestros movimientos- y reflexionar sobre ellos. A él debemos la supervivencia de nuestra especie y que se pusiera en marcha nuestra vida emocional: así, además de experimentar placer con el apareamiento, se crearon vínculos afectivos.

Al ir aumentando con el paso del tiempo, la masa de neocórtex, ha ido creciendo el número de conexiones neuronales con el sistema límbico, lo que incrementa la cantidad de respuestas emocionales.

De la misma manera que existe una estrecha relación entre las emociones y nuestros centros nerviosos, la vida emocional tiene repercusiones en el sistema inmunológico.

El Sistema Inmunologico, como guardián del buen estado del cuerpo, identifica cada célula del organismo y decide lo que le es propio para protegerlo y lo que le es extraño.

De ahí el rechazo que a veces se produce ante determinados trasplantes organicos.

Cuando experimentamos emociones negativas, nuestro aparato inmunológico ve disminuida su eficacia.

Las personas "alegres" tienen una mayor capacidad de respuesta a las agresiones tanto internas como externas.

CÓMO CONTROLARLAS

La parte más evolucionada del cerebro, el neocórtex, es la que ha de utilizarse para conseguir el control de las emociones.

Con inteligencia racional, debemos ordenar a nuestro cerebro que razone las causas de un arrebato de ira o un ataque de timidez, y luego ordenar a que la emoción se calme.

Para conseguirlo, podemos respirar de forma abdominal que son tres tiempos, se llena profundamente primero el abdomen, luego el aire pasa a los pulmones hasta exhalar por la boca. Se inhala y exhala en esos tres tiempos. Se expulsa el aire, desde el abdomen, los pulmones, la boca.

Si no encontramos razones para los arrebatos se debe dar la orden al cerebro de no perder el control.

Aplicando la capacidad de razonar al terreno emotivo, se reeducará lo que llamamos "inteligencia emocional"

Las emociones sólo se manifestarán cuando la situación lo justifica. Siempre estan, solo su manifestacion es selectiva.

Con paciencia se consigue controlar las emociones, tanto las innatas como las adquiridas y se equilibra asi cuerpo, corazón y mente.

El yoga es de una muy buena ayuda en el proceso de control emocional.
Sobre texto de Mayte Suárez, amplia Lic.Graciela E. Prepelitchi

miércoles, 20 de mayo de 2009

'Tierra de Misterios' intenta mostrar que el origen de la humanidad está en Palencia

 

Luces extrañas, sombras sobrenaturales, sonidos de pasos y músicas que emergen de la tierra pueblan la "realidad" que el escritor Jesús Torrellas ha plasmado en su trilogía "Tierra de Misterios", con la que quiere mostrar que en la localidad palentina de Antigüedad estuvo el origen de la humanidad.
Castilla y León-literatura 18-08-2007

La última parte del compendio, que se titula 'El Viaje', tiene como personaje principal a un 'duende' con un poder especial que deambula por Antigüedad, 'un lugar donde desde tiempos inmemoriales existe una energía tremenda'.

Así definió el santanderino Torrellas, en una entrevista con Efe, Antigüedad, su lugar de adopción, una tierra donde ocurren hechos fuera de lo corriente, experiencias sobrenaturales, una tierra con un tremendo potencial terapéutico, rodeada de un halo de misterio del que vecinos y extraños han sido testigos a lo largo de los años.

Las ermitas de Garón y Villella, Valverde, el arroyo Valderrey y la zona de las Veredas, son los focos donde esta energía se hace presente en todo aquel que esté dispuesto a sentirla, porque según Torrellas, las prisas y el materialismo de hoy son culpables de que los hombres sean incapaces de soñar y de ver las estrellas.

Luces extrañas, avistamientos, visión de pueblos entre tinieblas, testimonios de músicas que emergen de la tierra, hechos sobrenaturales, experiencias psíquicas y físicas, recorren las páginas de su último libro, 'El Viaje', con el que el autor cierra su propio viaje interior.

'No soy ningún valiente, creo que he llegado hasta donde tenía que llegar', y ahora hay una línea que ya no está dispuesto a pasar por 'puro pánico'.

Jesús Torrellas dice que sus libros cuentan, novelan, o simplemente transmiten hechos, a primera vista inexplicables, pero que encajan como las piezas de un puzzle en una dimensión especial, ubicada en los valles y páramos de Antigüedad, 'el lugar perfecto para gozar del íntimo contacto con la madre tierra'.

Tres libros para relatar su primer contacto con unos seres extraordinarios que vivieron hasta hace cuatro años bajo las cavidades de la comarca del Cerrato, cuando la contaminación y los adelantos les echaron en busca de un lugar mejor, su filosofía de vida y los adelantos espirituales, de los que el propio autor fue testigo.

'Amanecer en Antigüedad', 'Atemporales' y 'El Viaje' para narrar su propio aprendizaje y las evidencias de que en Antigüedad estuvo el origen de la humanidad, de que el mundo nació en estas tierras, según el autor.

'Evidencias' como que nadie sabe cuál es el origen del nombre de Antigüedad, sólo que se trata de un lugar antiquísimo poblado por godos, vacceos, romanos y celtas, un lugar a mitad de camino entre Baltanás, 'el valle del inmortal' y Cobos de Cerrato que significa cavidad, cueva en el Cerrato.

'Evidencias' como que Antigüedad está a la misma distancia de todos los pueblos que la rodean, Baltanás, Cevico, Espinosa, Tabanera o Cobos.

'Evidencias' como que muchos escucharon y escuchan 'un canto', una extraña música poderosa y relajante, cercana a las voces de los coros de monjas de clausura, una música que viene de lo más profundo de la tierra.

O 'evidencias', como que quienes se dejan, sienten la paz de sus tierras, de las corrientes telúricas y los campos magnéticos que existen en Antigüedad, como existen en otros muchos puntos de la geografía española, y que quizás guarden aquí relación con el hecho de que este lugar sea cuna de aviadores.

Jesús Torrellas, testigo de esta 'realidad', sólo quiere que la energía que irradian estas tierras no se pierda y que su potencial terapéutico se utilice para sanar enfermedades, las del sistema inmunológico o los problemas de estrés y ansiedad, las enfermedades modernas.

Ahora el relevo lo tiene un grupo de investigadores de Madrid, que de la mano de Torrellas estudia los misterios que rodean a esta localidad cerrateña.
Terra Actualidad - EFE

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Jesús Román Torrellas ha publicado tres libros de fenómenos paranormales y misterios de Antigüedad

S. DE LAS SÍAS/ANTIGÜEDAD. 18/08/2007

Nacido en Santander, su relación con el Cerrato palentino se remonta a su infancia en Antigüedad, adonde se trasladó su familia cuando él apenas tenía dos años. Aquellas anécdotas y vivencias le dejaron un hondo calado en su etapa de madurez personal y en su particular modo de ver y entender espiritualmente la vida. Tras años alejado de esta tierra, Jesús Román Torrellas Antón sintió un día, no hace mucho, la necesidad interior de volver. Un pálpito le decía que algo especial le auguraba.

Regresó en busca de enigmas y secretos. Recopiló historias populares y leyendas antiguas con el testimonio de algunos vecinos y personas mayores que confiaron en su proyecto. Reunió todas las piezas de un puzzle gigantesco, que deparaba conclusiones sorprendentes de hechos insólitos e inexplicables y las fue desgajando poco a poco, a modo de relato histórico novelado, en sus libros 'Amanecer en Antigüedad', 'Atemporales' y 'El viaje', con los que completaba su trilogía 'Tierra de Misterios'.

Calificado de chiflado, loco y visionario por unos cuantos; atendido con escepticismo y recelo por algunos, y escuchado con entusiasmo por tan solo unos pocos, Torrellas Antón no cesó en su empeño de descubrir los entresijos e incógnitas que escondía esta localidad entendida como «origen de la humanidad, como tierra mágica que irradia fuerza misteriosa, como si se tratara de una puerta dimensional», según explica el autor.

Sus afirmaciones no son gratuitas, sino que están basadas en años de investigación y de estudio, espeta. Son trabajos concienzudos y laboriosos de búsqueda de datos, contraste y corroboraciones. Así asegura haber encontrado dibujos y mensajes cifrados en algunas cuevas de las alrededores. Así habla de fenómenos paranormales, de avistamientos de ovnis y naves, de luces extrañas, de apariciones en las ermitas de Nuestra Señora de Garón y de Villella, de sonidos que algunos vecinos oyeron un día o de los que tuvieron conocimiento por sus antepasados, «aunque algunos no reúnan el valor suficiente para decirlo en voz alta», matiza.

Afirma incluso que hay más motivos que explican y hacen fiables sus indagaciones. El primero, si ir más lejos, la propia toponimia del municipio, de los pagos y términos que recoge. El segundo: el potencial terapéutico excepcional del que goza la zona: con una energía y unas fuerzas especiales capaces de sanar de forma más rápida y eficaz a los enfermos. Y el tercero: la orografía y distribución del caserío, «pues tomando como eje central Antigüedad, se puede observar en el mapa, cómo las localidades más cercanas se encuentran a una distancia casi equidistante: 10 kilómetros. No es un dato insustancial ni superfluo», manifiesta Jesús, con un cierto halo de misterio engalanado con un tono de voz muy bajo y un ritmo sosegado de la conversación.

Milenio 3

Consciente de la dificultad que supone resumir el contenido de sus indagaciones y de sus tres publicaciones en los párrafos de una entrevista, insiste en lo imposible de ser conciso para explicar el porqué de Antigüedad como germen de la humanidad. Recomienda detenerse en la lectura de su trilogía, «que ha gozado de una gran acogida entre el público palentino», especifica Jesús, que reconoce que a este éxito también ha contribuido su participación en el programa radiofónico Milenio 3. «Desde entonces, el tema me ha sobrepasado, se me ha ido de las manos. Son muchas las personas que han venido a visitar Antigüedad, a conocer sus historias sorprendentes. Entre ellos figuran varios expertos en fenómenos paranormales del grupo de investigación Gmai de Madrid, que acuden todos los fines de semana con una tecnología muy experimentada y que están consiguiendo grandes avances que certifican mis teorías», concluye el autor.

Su meta, dice, no es otra que dar a conocer Antigüedad para que no pierda su encanto, para que la gente se implique en mantener y conservar un tesoro así y no se pierdan las energías tan especiales que irradia y de las que él se contagió cuando era un niño, jugando a ser mayor, a ser encofrador de enigmas.

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martes, 19 de mayo de 2009

Peru, 5000 años de civilizacion

Con cerca de 5000 años de antiguedad, Caral se convierte en la ciudad más antigua de América. Descubierta en 1996 por la arqueóloga peruana Ruth Shady, aun oculta muchos de sus secretos , los cuales se van descubriendo día a día, lo que hará que se convierta en breve en uno de los sitios arqueológicos más visitados de Perú. Introducción.


El prematuro desarrollo de las sociedades de Caral-Supe la convirtió en la civilización más antigua de América, la que logró un avance sin precedentes, en completo aislamiento, a diferencia de otros focos de civilización como Mesopotamia, Egipto e India, que intercambiaron conocimientos y experiencias.

La ciudad de Caral fue construida por una de las más importantes civilizaciones del planeta, creada por el trabajo organizado de sus pobladores en un territorio de configuraciones geográficas contrastadas.
Muchos conocen Cusco como la capital del imperio Inca y Machu Picchu como el predio de uno de los últimos incas; pero pocos todavía saben que la Ciudad Sagrada de Caral fue edificada por el primer Estado político que se formó en el Perú 4400 años antes que gobernaran los incas.
Caral-Supe representa a la civilización más antigua de América, desarrollada casi simultáneamente con las de Mesopotamia, Egipto, India y China. Los habitantes del Perú se adelantaron en, por lo menos, 1500 años a los de Mesoamérica, el otro foco civilizatorio de los seis reconocidos mundialmente, y en más de 3000 años a la sociedad que edificó las reconocidas ciudades mayas.
El precoz desarrollo de la sociedad de Caral-Supe la convirtió en la civilización más antigua del Nuevo Mundo pero, a diferencia de otros focos civilizatorios, como Mesopotamia, Egipto e India, que intercambiaron conocimientos y experiencias, logró un avance sin precedentes en completo aislamiento de sus coetáneas de América y del Viejo Mundo.
En el Perú, las formas de organización económica, social y política de las poblaciones de Caral-Supe causaron fuerte impacto en la historia del área; trascendieron el espacio y el tiempo, y sentaron las bases del sistema sociopolítico que tendrían las poblaciones de los Andes Centrales.
En el área norcentral del Perú, el modelo de organización diseñado e implementado por el Estado de Supe, condujo por varios siglos el accionar de los individuos en los diferentes campos: económico, social, político y religioso.
Ciudad Sagrada


Reconstrución del Templo Mayor

«La Ciudad de las Pirámides», como también la han denominado algunos visitantes, por los 6 grandes volúmenes piramidales que se observan desde el fondo del valle, se encuentra sobre una terraza aluvial, en un paisaje grisáseo y árido, rodeada por las vistosas cumbres rocosas de las estribaciones costeñas de la cordillera de los Andes, Es un medio desértico, con dunas que contrastan con el colorido verdoso del valle, del cual se separa por una serie de terrazas aluviales, formadas sucesivamente a través de tiempos geológicos,
El ambiente natural del área contribuyó a darle a Caral el carácter sagrado que tuvo; así la ciudad quedó aislada, elevada sobre el valle y alejada de la vida de éste, en una planicie, entre el cielo y los cerros.
La ciudad sagrada, que cubre un área aproximada de 50 ha, está conformada por más de 32 conjuntos arquitectónicos de diversa magnitud y función, de los cuales, hasta el presente, se han podido identificar seis edificaciones piramidales y una serie de construcciones medianas y pequeñas, entre templos, sectores residenciales, plazas públicas, anfiteatro, almacenes, altares, calles, etc. La mayoría se halla todavía cubierta con los escombros de las paredes, derribadas por el paso de] tiempo, y los materiales de¡ enterramiento ritual de las edificaciones, que hacían periódicamente los habitantes de la ciudad de Caral.
Las estructuras arquitectónicas fueron erigidas siguiendo un ordenamiento espacial, en torno a grandes plazas o a espacios abiertos. En el centro de uno de éstos se yergue un gran bloque de piedra parada o «huanca», de 2.15 m. de alto por 80 cm. de ancho, en armonioso diseño con unos volúmenes piramidales, entre los que destacan dos, por su forma cuadrangular. Es frecuente el hallazgo de Ros de taila tosca, de diferente tamaño, hincados verticalmente en algunos de los ambientes de la ciudad. Descubrimiento arqueológico
El primero que llamó la atención sobre Caral fue el estadounidense Paul Kosok, quien visitó el lugar junto con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel en 1949. En su informe, publicado en el libro Life, Land and Water in Ancient Peru, en 1965, mencionó que Chupacigarro (como se le conocía a Caral entonces) debía ser muy antiguo, pero no pudo mostrar cuánto. En 1975 el arquitecto peruano Carlos Williams hizo un registro de la mayoría de los sitios arqueológicos en el valle de Supe, entre los cuales registró a Chupacigarro, a partir del cual hizo algunas observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes, que presentó en el artículo A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru, publicado en 1985 en el libro Early Ceremonial Architecture in the Andes. El arqueólogo francés Frederic Engel visitó el lugar en 1979, levantando un plano y excavando en el mismo. En su libro De las Begonias al Maíz, publicado en 1987, Engel afirmó que Chupacigarro (como aún se conocía a Caral) pudo haber sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes (1800 aC), pero sus afirmaciones no fueron aceptadas por los arqueólogos andinos.
En 1994 Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe e identificó 18 sitios con las mismas características arquitectónicas, entre los cuales se encontraban los 4 conocidos como Chupacigarro Grande, Chupacigarro Centro, Chupacigarro Oeste y Chupacigarro. Para diferenciarlos Shady los denominó, Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi son los nombres quechua de los poblados más cercanos a los sitios. Chupacigarro es el nombre español de un ave del lugar. Shady excavó en Caral a partir de 1996 y presentó sus datos por primera vez en 1997, en el libro La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú. En ese libro sustentó abiertamente la antigüedad precerámica de Caral, afirmación que consolidó de manera irrefutable en los años siguientes, a través de excavaciones intensivas en el lugar.
El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe está a cargo de los trabajos in situ. La arqueóloga Ruth Shady, viaja a esta ciudad en forma permanente para continuar el trabajo de las excavaciones y descubrimientos en esta parte de un país arqueológicamente rico y de diversas culturas milenarias.
Ubicación
La ciudad sagrada de Caral se encuentra en el valle de Supe, en la margen izquierda del río del mismo nombre, provincia de Barranca, región Lima, ubicada a 182 km al norte de la capital del Perú y a 23 km al este de la carretera Panamericana. Desde la ciudad de Lima, se llega al sitio siguiendo la carretera Panamericana hasta el kilómetro 182, donde se encuentra el desvío que conduce al pueblo de Ambar.
Fue construida sobre una terraza aluvial desértica, en la parte inicial del valle medio de Supe y a 350 msnm; siendo el asentamiento urbano más destacado, por su extensión y complejidad arquitectónica, de todos los identificados en el nuevo continente, entre los 3.000 y 2.000 ac.
La falta de agua en río de Supe durante la mayor parte del año y las escasas tierras de cultivo sugieren interesantes preguntas sobre el sustento de 17 grandes centros cívicos ceremoniales temprana datación, identificados en el lugar.
Se hace evidente que las condiciones geográficas, aparentemente desfavorables en la actualidad no lo habrían sido entonces, en los albores de la civilización. Al ser Supe un valle pequeño, sin mucha gradiente, se puede aprovecharlas aguas del río mediante pequeños canales de riego, que no requieren de conocimientos técnicos sofisticados ni de numerosa inversión en mano de obra. Además, la mapa freática está muy cerca de la superficie, y aún hoy, se forman lagunas y charcos en algunas depresiones, cubiertos de vegetación. En la temporada de sequía, los cultivos se riegan mediante canales alimentados por los pozos de captación de esta fuente hídrica del subsuelo. Recursos Naturales Ricos y Variados
El valle da vida a una densa vegetación natural, todavía persistente en algunos relictos, es denominada «monte ribereño», que constituye un verdadero bosque enmarañado de plantas arbóreas y herbáceas, como huarango (Prosopis juliflora), pájaro bobo, caña brava, achiote, guayabo (Psidium guajava), pacay (Inga feuiller), etc. Flora típicamente costeña, la cual albergaba a una variedad de aves, vizcachas y venados, que cubría al valle en grandes extensiones hasta hace unos pocos años.
Por otro lado, los cerros de la cadena andina, que limitan ambas márgenes del valle, se convierten en lomas durante la temporada de invierno y aún son aprovechadas por los pobladores que incursionan en busca de venados y vizcachas. Es posible que en el pasado cubriesen una mayor extensión y proporcionaran recursos vegetales y animales, al igual que los extensos pantanos, aún vigentes.
Hacia el litoral, el mar de la costa central ha sido fuente inagotable de peces, algas y moluscos, utilizados intensamente en la alimentación de la población y como bienes de comercialización con los agricultores cercanos y distantes.
El río mismo, en la época de verano nutre peces y crustáceos, que son consumidos por los pobladores.
Aparte de los recursos naturales propios, el sector medio del valle posee las mejores rutas de comunicación con otros valles vecinos y alejados. Caral, en particular, se conecta con el valle sureño de Huaura, cuya población habría estado bajo el control ideológico de los templos y el sacerdocio de esta ciudad. Otras vías lo vinculan a los valles costeños de Pativilca y Fortaleza. Las rutas más distantes conectan al valle de Sur De con el Callejón de Huaylas, el Callejón de Conchucos y la cuenca del Marañon.
Antiguedad Caral Tendría 5000 años de antigüedad.

Hasta hace poco se consideraba a Chavín de Huántar como uno de los focos culturales de más vieja data en este país, con un máximo de 1500 años a. C.

Vista Aérea del Anfiteatro

La antigüedad de Caral se ha confirmado a través de 42 fechados radio carbónicos realizados en los Estados Unidos. Según estos, Caral tiene una antigüedad promedio que data de entre 2.627 y 2.100 años a.C. aproximadamente, cuando en el resto de América el desarrollo urbano comienza 1.550 años después que en Perú. Su hallazgo cambia los esquemas que hasta ahora se tenían sobre el surgimiento de las antiguas civilizaciones en el Perú.
Hasta muy recientemente Chavín de Huántar había sido considerado como el centro cultural más antiguo en el país. Esto ya no es verdad. Como un centro urbano, Caral tambi{en cambia el orden de antiguedad de las ciudades en el mundo. Los trabajos están a cargo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Antiguo Quipu con más de 4500 años de Antiguedad
El quipu más antiguo del que se tenía registro hasta el momento databa del año 600 de nuestra era. Pero el encontrado recientemente por la arqueóloga Ruth Shady en la ciudadela de Caral (al norte de Lima) dataría de entre 2500 y 2000 años antes de Cristo.
Los quipus son ramales de cuerdas, con nudos y varios colores, con los que los antiguos peruanos daban razón de las historias, noticias y de las cuentas. Según el arqueólogo Carlos Leiva (miembro del proyecto Caral), son una forma de registro igual de válida que la cuneiforme o jeroglífica usada por los mesopotamios o los egipcios.
La forma de registro más antigua conocida es la cuneiforme que data de 3 mil 500 años antes de Cristo. Solo habría mil años de diferencia –y no 4 mil 100 como se pensaba hasta hace poco– entre la forma de registro más antigua conocida y la más antigua encontrada en territorio peruano.
Aunque no se ha sometido la reliquia a una prueba de Carbono 14, se ha estudiado el contexto en el que fue hallado a través de una estratigrafía –estudio de la superposición de las capas naturales y de ocupación cultural que se van encontrando en la tierra al momento de hacer la excavación– Esto ha permitido elaborar una cronología relativa que, debido a las características del sitio arqueológico, que no ha tenido una ocupación posterior al periodo arcaico, debería corresponder a la antigüedad supuesta. El hombre de Caral
Por otro lado, los estudios realizados por Shady han permitido reconstruir el rostro, el peinado, la vestimenta, el calzado e investigar las fortalezas y carencias alimentarias de un habitante que vivió hace 5000 años en la ciudad de Caral. La información reunida indica que el hombre, de unos 20 años, fue sacrificado en el Templo Mayor.
Definitivamente son hallazgos que abren las puertas a todo un nuevo mundo de posibilidades que revolucionarán la historia del Perú. La Sociedad de Supe en los Albores de la Civilización
Caral es el asentamiento más destacado de los 18 identificados a lo largo de 40 km del valle bajo y medio de Supe, cada uno de los cuales reúne edificios públicos con la característica plaza circular hundida, además de un conjunto de unidades domésticas. No es Caral el más extenso pero sí el que muestra un diseño arquitectónico planificado y una fuerte inversión de fuerza de trabajo en la construcción de los edificios piramidales. Por la extensión de los asentamientos y por la cantidad de trabajo invertida se hace evidente que ellos tienen un ordenamiento jerarquizado y que había una organización social unificada en el valle. Este patrón de distribución puede extenderse también a los valles de Pativilca, Fortaleza y Huaura, los cuales, al lado de Supe, debieron constituir el territorio base de formación del Estado prístino.
La ciudad de Caral se encuentra en el inicio del sector medio del valle de Supe, provincia de Barranca, a 184 km al norte de Lima, en el área norcentral del Perú. Es el asentamiento urbano más destacado por su extensión y complejidad arquitectónica de todos los identificados en el Perú entre los 3000 y 2000 años a.C.
Caral ocupa 66 ha, en las cuales se distingue una zona nuclear y una zona marginal. En el núcleo, las edificaciones están distribuidas en dos grandes mitades: una alta donde se pueden apreciar las construcciones piramidales más destacadas, una plaza circular hundida, dos espacios de congregación pública masiva, además de las unidades domésticas y de almacenamiento de los funcionarios, así como un conjunto residencial extenso. La mitad baja tiene edificios de menores dimensiones, aunque destaca el complejo arquitectónico del Anfiteatro, y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona en la periferia tiene numerosas viviendas agrupadas, distribuidas a modo de archipiélago en «islotes», a lo largo de la terraza que linda con el valle.
Millones de piedras fueron cortadas y trasladadas a la ciudad para la construcción de los edificios públicos, para remodelar los diseños arquitectónicos o para enterrarlos cíclicamente y construir uno nuevo. Condiciones económicas que sustentaron la vida y obra de la sociedad de Supe
Los avances tecnológicos alcanzados en los campos agrícola y pesquero en los valles interandinos y en el litoral, respectivamente, incidieron en el desarrollo de las fuerzas productivas de las sociedades que habitaban los valles costeños del área norcentral, en particular en las de Supe. La producción de algodón y la manufactura de fibra destinada a la elaboración de ropa y sobre todo de redes para la extracción masiva de pescado, fomentaron la especialización laboral y favorecieron la complementariedad económica mediante el intercambio permanente de productos entre los asentamientos de agricultores y de pescadores. Se hizo posible, así, la acumulación de la producción, la división social del trabajo, la especialización, el intercambio a corta y a larga distancia.
Los avances tecnológicos alcanzados en el área agrícola y en la pesca fueron los más importantes, manifestándose en la producción y trabajo del algodón, lo que permitió la elaboración de ropa y redes para la pesca masiva, y generó a su vez una especialización en cada una de las actividades relacionadas y estimuló el desarrollo de una economía de intercambio entre los asentamientos y grupos de agricultores, pescadores, tejedores y artesanos; permitiendo una acumulación de producción y a su vez la división del trabajo, base de desarrollo de las sociedades complejas.
Los beneficios derivados de la producción social fueron distribuidos en forma desigual, generando el establecimiento de estratos sociales con jerarquías diferentes.
Las condiciones antes mencionadas permitieron el desarrollo de las actividades paralelas que conllevan al desarrollo de una sociedad compleja, como son las artes, tecnologías, astronomía, predicción climática, medicina, administración y contabilidad y un complejo sistema de creencias, ceremonias y rituales, creando un complejo universo mitológico y simbólico que reemplazó a un grupo militar y dejó a la religión como fuerza de control y cohesión social.
Las formas de organización social y política de las poblaciones de Caral-Supe trascendieron en el espacio y el tiempo y fueron las bases de los estados políticos en los Andes centrales.
En la pirámide de la Galería (una de las tantas construcciones), en una de sus habitaciones habían sido colocados ocho asientos manufacturados con vértebras de ballena cortadas y pulidas, lo que demuestra un concepto de reunión de grupos humanos.
ArquitecturaGracias a las pirámides rescatadas por el trabajo arqueológico, Caral, de 66 hectáreas de extensión, cuenta con una complejidad arquitectónica inédita en el continente americano y que demuestra que «es la cultura madre» en la región, según Ruth Shady, catedrática de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y descubridora del yacimiento. © EFE La Ciudad de Caral - Contrucciones
Caral ocupa 66 hectáreas, en las que se distinguen dos zonas, una central y otra periférica. La primera muestra estructuras arquitectónicas monumentales, cuatro clases de conjuntos residenciales diferentes, unidades residenciales de elite, dos plazas circulares en desnivel inferior, así como lugares de congregación pública masiva. Mientras que la zona de la periferia tiene numerosas unidades domésticas distribuidas a manera de archipiélago con islas de viviendas.
En la construcción de los recintos principales se usaron muros de piedra unidos con argamasa; en algunos recintos secundarios las paredes son de material orgánico, enlucidos con arcilla fina y pintados de rojo, blanco o amarillo. Se observa un uso masivo de shicras (bolsas confeccionadas con fibra vegetal).
Otras áreas fueron construidas con paredes de piedras canteadas (granodiorita), unidas con argamasa de barro y pintadas de rojo, blanco o amarillo, según el periodo correspondiente; algunas muestran paredes con soportes de madera entretejida con cañas y revestidas con argamasa de arcilla y barro.
En los periodos tardíos de ocupación se construyeron terrazas con muros de piedra canteada, unidas con argamasa, enlucidos y pintados de blanco. En los edificios de Caral se muestran evidencias de una prolongada ocupación.

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RESUMEN DEL DESARROLLO DE LAS CULTURAS PREHISPÁNICAS EN EL PERÚ

 

Período LITICO

   

(10.000 - 6.000 a.C)

Período ARCAICO

   

(4.000 -1.200 a.C.)

 

Arcaico Inferior

 

(4.000 - 2.500 a.C.)

 

Arcaico Superior

 

(2.500 -1.200 a.C.)

FORMATIVO

   

(1200 - 200 a.C.)

 

Cerro SECHÍN

Costa Central

 
 

Cultura CHAVÍN

Sierra Norte

(1200 - 200 a.C.)

 

Cultura CUPISNIQUE

Costa Norte

(800 - 200 a.C.)

 

Cultura PARACAS

Costa Sur

(700 a.C. - 200 d.C.)

 

Cultura SALINAR

Costa Norte

(500 a.C. - 100 d.C.)

 

Cultura HUARÁS

Sierra Norte

(200 a.C. - 200 d.C.)

 

Cultura PUCARÁ

Altiplano Titicaca

(100 a.C. - 300 d.C.)

DESARROLLOS REGIONALES

   

(100 a.C.  - 700 d.C.)

 

Cultura VICÚS

Costa Norte

(100 a.C. - 400 d-C.)

 

Cultura GALLINAZO o VIRÚ

Costa Norte

(100 a.C.  - 500 d.C.)

 

Cultura MOCHE

Costa Norte

(200 a.C. -700 d.C.)

 

Cultura LIMA

Costa Central

100 d.C. -650 d.C.)

 

Cultura NASCA

Costa Sur

(200 d.C.  - 700 d.C.)

 

Cultura CAJAMARCA

Sierra Norte

(200 d.C. - 1300 d.C.)

 

Cultura RECUAY

Sierra Norte

(200 a.C. -550 d.C.)

 

Cultura TIWANAKU

Altiplano Titicaca

(200 a.C -800 d.C.)

 

Cultura HUARPA

Sierra Central

(200 a.C. - 550 d.C.)

HUARI

Cultura Wari

 

(700 d.C - 1.100 d.C.)

ESTADOS REGIONALES TARDIOS

   

(1.100 d.C. - 1.440 d.C.)

 

Cultura LAMBAYEQUE

Costa Norte

(800 d.C. -1.400 d.C.)

 

Cultura CHIMÚ

Costa Norte

(1300 d.C. - 1440 d.C.)

 

Cultura CHANCAY

Costa Central

(1.200 d.C. -1.470 d.C.)

 

Cultura ICA-CHINCHA

Costa Sur

(1100 d.C. - 1440 d.C.)

 

Reinos AYMARAS

Altiplano titicaca

 
 

Cultura CHACHAPOYAS

Oriente

(700 d.C. - 1500 d.C.)

 

Cultura HUANCA

   
 

Cultura CHANCA

Sierra Central

(1250 d.C. - 1440 d.C.)

 

Reino del CUSCO

   

IMPERIO INCA

Cultura INCA

 

(1.400 d.C. - 1.532 d.C.)