lunes, 20 de abril de 2009

El poder del pensamiento

Es necesario aprender a utilizar el poder del pensamiento para nuestro propio bienestar y evolución; y también para ayudar a todos los que nos rodean.

El poder del pensamiento sólo puede incrementarse con la práctica diaria, de la misma manera en que nuestros músculos se fortalecen con el ejercicio físico, la vibración de la mente pensante es el ejercicio para aumentar su poder.

La ciencia ha comprobado, estudiando cerebros de personas fallecidas, que el cerebro de una persona pensante es mayor que el de una persona que vive automáticamente movida por puros condicionamientos, y además tiene una mayor cantidad de circunvalaciones.

Para fortalecer la mente la práctica de pensar tiene que ser metódica y se puede comenzar leyendo pequeñas frases fijando la atención con intensidad. Media hora es una buena práctica pero se puede empezar con quince minutos todos los días. Cuando se omite un día de práctica son necesarios tres o cuatro días más para reemplazarlo.

Esta ejercitación desarrollará la fuerza mental y hará posible enfrentar los problemas cotidianos de un modo más efectivo.

Este poder, que en todos reside, es el mismo poder que formó el Universo.

El proceso mental conocido por “cavilación” que es perjudicial, produce agotamiento nervioso e irritabilidad, consiste en la reiteración de un pensamiento estéril. Es la repetición de un pensamiento penoso fallido que no conduce a nada y solo produce más sufrimiento.

Una forma de liberarse podría ser iniciando otra fuente de pensamiento completamente opuesto, porque el cerebro tiene la tendencia de repetir las vibraciones ya producidas, de modo que cambiando la temática quedará el pensamiento nuevo que generamos voluntariamente, y desaparecerá el anterior.

La persona dominada por una cavilación que “no puede sacar de su cabeza”, dedicando tres o cuatro minutos cada mañana a algún pensamiento noble y alentador, como por ejemplo: “Yo soy la paz” o “Mi mente es la fuerza” o “Yo soy el bienestar y la dicha”, logrará desterrarla de su mente en poco tiempo. Posteriormente también estos pensamientos nuevos surgirán espontáneamente para su beneficio.

Otra forma de fortalecer la mente es apoyándose en la Buena Ley Universal, estableciendo una costumbre de contacto espiritual habitual. Descansar en el pensamiento de que todo ocurre conforma a la Ley Universal y que todo lo que sucede no pasa por casualidad.

Nada que no sea lo que nos corresponda puede tocarnos, o sea, nada que no haya sido causado por nosotros mismos, de manera que nadie puede perjudicarnos.

La Ley Universal obra para liberarnos de las consecuencias de nuestras acciones y todo eventual sufrimiento, sea el que sea, es un aprendizaje para nuestra felicidad final.

Una vez que hayamos utilizado nuestras mentes para pensar, el trabajo de pensar debe cesar por completo, porque así como nuestro cuerpo cansado necesita reposo la mente también.

Dejar de pensar no es fácil y también hay que practicarlo por períodos breves hasta adquirir el hábito. Se puede lograr imaginando un vacío, sin tratar de esforzarse ni gastar energía para intentar tener la mente quieta, pero tomando conciencia de quietud y oscuridad.

La gente que utiliza su mente exclusivamente en una sola temática limita su poder mental. Es importante cambiar de área de interés de vez en cuando para ejercitar el pensamiento.

La noción de que nuestra vida es una unidad separada, independiente, combatiendo por si misma contra innumerables otras unidades separadas e independientes, es la ilusión más perturbadora. La paz mental estará lejos de lograrse mientras consideremos de este modo el mundo, porque recién cuando podamos convencernos que todos somos uno, entonces la paz de la mente será nuestra sin temor alguno de pérdida.

 

El poder del pensamiento es la mejor herramienta que tenemos para ayudar a todos aquellos que todavía no conocen sus propios poderes.

Para ayudar a alguien que se encuentra en graves dificultades hay que hacerlo en el momento en que esa persona se encuentre descansando. Si estuviese dormida mejor.

Imaginarla en la forma más nítida posible como si estuviera sentada frente a nosotros y luego de concentrarse en ella perfectamente, dirigir los pensamientos que se desean imprimir en su mente con imágenes bien claras. No se trata de dominar la voluntad de esa persona sino de presentarle ideas para estimular un juicio correcto y fomentar hábitos saludables. La coerción no ayuda, solamente se puede convencer a esa inteligencia, despertándole sentimientos más puros.

El poder mental puede convertirse en un agente protector para nuestros seres queridos, comportándose como un escudo contra el mal o como una barrera contra los pensamientos hostiles pudiendo llegar a defenderlos contra peligros físicos.

Cuando la mente tiene poder se pueden enviar pensamientos de paz y consuelo a personas desvalidas que lo necesiten, que les tranquilizará la mente y las rodeará de calma.

La oración en las religiones tiene esa misma función, cuando es practicada con intensidad y plena concentración.

Todo lo que podemos hacer por las persona vivas con nuestro pensamiento, aún con más facilidad se puede lograr con el alma de las personas fallecidas. Los pensamientos de paz y de amor hacia ellos los beneficiarán para lograr su paz eterna.

Mientras dormimos, el pensamiento se libera del cuerpo físico, por lo tanto es mucho más poderoso.

Todo problema que requiera solución, deberá tenerse en la mente al irse a dormir sin debatirlo ni argumentarlo, porque si hiciéramos eso nos impediría conciliar el sueño, sino simplemente manifestándolo con claridad y dejándolo ir.

Por regla general, la solución se obtendrá al despertar. Es oportuno tener un papel y lápiz a nuestro alcance ni bien nos despertamos para anotar la solución que haya surgido durante el sueño, porque es fácil que se borre rápidamente.

Las horas de sueño son óptimas para ayudar a otros, pensando en ellos antes de dormirnos.

Se puede beneficiar a toda la humanidad con la fuerza del pensamiento, favoreciendo las buenas causas y la solución de los problemas, a través de corrientes de pensamiento dirigidas con una intención de auxilio.

La mayor fuerza mental que se puede obtener es con la unión de los pensamientos de varias personas para ayudar en asuntos comunes a todos.

Los católicos realizan cadenas de oración con efectos similares.

El poder mental se aprende y se fortalece pero es una condición que continuamente usamos en forma inconsciente y muchas veces para mal hacia nosotros mismos y hacia todas las personas que nos rodean. Es imprescindible conocer el poder del pensamiento que consciente o inconscientemente siempre deja huella, por más débiles que sean nuestros pensamientos.

No podemos impedir que los pensamientos de otros toquen nuestras mentes, sólo podemos aceptarlos o rechazarlos.

Bibliografía: “El Poder del Pensamiento” de Annie Besant – Editorial Kier – 1980

http://psicologia.laguia2000.com/general/el-poder-del-pensamiento-ii

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