domingo, 21 de junio de 2009

Seamos nosotros mismos

 

Hace unos años vi un documental que me hizo reflexionar por un largo periodo de tiempo. Hoy en día todavía se cruza en mis pensamientos cuando veo profesionales muy válidos que no acaban de confiar en ellos mismos y esperan ansiosos y de forma periódica la palmadita en la espalda de sus jefes y el reconocimiento de su entorno por sus resultados laborales.

El mencionado documental tenía como escenario una aula ocupada por un grupo de adolescentes en una escuela de una pequeña población.

El primer día de clase del segundo trimestre escolar el tutor del curso se dirigió a sus alumnos indicándoles que en el transcurso de ese primer día de clase les visitaría una eminencia en el mundo de la psicopedagogía que había estudiado concienzudamente el coeficiente intelectual de los adolescentes durante muchos años y que gracias a sus estudios se habían obtenido unos resultados muy reveladores.

Por la tarde de ese primer día de clase apareció el personaje en cuestión y les mostró un sinfín de gráficos acompañados por una gran cantidad de cifras sobre pruebas realizadas a miles de adolescentes. Pues bien,el resultado final reflejaba que los chicos y chicas de ojos azules tenían un coeficiente intelectual un 20% superior al resto de sus compañeros.

En el transcurso de ese segundo trimestre, todos los profesores de ese grupo de estudiantes pudieron constatar que los alumnos de ojos azules prestaban mucha más atención a sus explicaciones que en el primer trimestre y el tipo de preguntas que les formulaban eran en su mayoría precisas, originales y en algunos casos hasta sensacionales. Estos chicos y chicas se empezaron a sentir día a día más seguros de si mismos y sus conversaciones tanto con sus compañeros como con las personas mayores de su entorno eran más fluidas y locuaces por que sentían en su piel que su nivel intelectual por encima de la media de la población juvenil les catapultaba al éxito en todo aquello que se propusieran.

Al empezar el tercer trimestre apareció de nuevo el experto en psicopedagogía y les comentó que sus últimas investigaciones le habían roto todos sus esquemas de largos años de investigación. Según sus últimos estudios, quedaba irrefutablemente demostrado que los adolescentes de ojos azules tenían un coeficiente intelectual un 20% inferior a la media de la población juvenil y por el contrario eran los chicos y chicas de ojos marrones y verdes los que tenían un coeficiente intelectual un 20% superior al resto de la población juvenil.

En el transcurso de ese tercer trimestre, los niños y niñas de ojos marrones y verdes experimentaron las mismas sensaciones de triunfo que sus compañeros de ojos azules durante el trimestre anterior. Por el contrario los alumnos de ojos azules prestaban menos atención que nunca a las explicaciones de los profesores y el tipo de preguntas que les formulaban eran en su mayoría imprecisas, poco originales y en muchos casos hasta anodinas. Estos chicos y chicas se empezaron a sentir día a día menos seguros de si mismos y sus conversaciones tanto con sus compañeros como con las personas mayores de su entorno eran menos fluidas y moderadas por que sentían en su piel que su nivel intelectual por debajo de la media de la población juvenil les catapultaba al fracaso en todo aquello que se propusieran.

Este experimento nos demuestra que es totalmente desaconsejable estar excesivamente pendientes de los estímulos y opiniones que podamos recibir del exterior. Hoy en día no nos valoramos a nosotros mismos ni calibramos nuestro trabajo mirando nuestro interior y extrayendo consecuencias de nuestra introspección. En vez de esto, en incontables ocasiones, estamos demasiado pendientes de la opinión que tienen los demás sobre nosotros y nos sentimos desmesuradamente felices y satisfechos cuando somos halagados por nuestros jefes y nuestro entorno. Por el contrario si recibimos una pequeña crítica hacia nuestro trabajo o incluso indiferencia nos sentimos miserablemente destrozados y abatidos.

Tenemos que pensar que nuestro entorno de trabajo está conformado por personas de diferente idiosincrasia y es lógico,natural y casi siempre necesario que escuchemos los ecos de nuestro entorno. De estos ecos tenemos que sacar conclusiones, pero no llegar a la euforia o al pesimismo por que esto nos hace vulnerables y totalmente dependientes de los demás que a la larga nos pueden reducir y transforman en simples marionetas.

Por tanto, no seamos como los adolescentes del experimento que cambiaban radicalmente su actitud ante la vida solamente porque alguien les aseguraba que eran más o menos inteligentes que los demás. Seamos nosotros mismos y no permitamos que los estímulos externos se amplifiquen de forma desmesurada en nuestro ser interior por que de esta forma sólo conseguiremos estar a merced de los demás.

Ignasi Pérez Valls
asesor-formador independiente
ignasiperez[ARROBA]infosintesis[PUNTO]net
http://www.infosintesis.net

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