martes, 19 de mayo de 2009

Peru, 5000 años de civilizacion

Con cerca de 5000 años de antiguedad, Caral se convierte en la ciudad más antigua de América. Descubierta en 1996 por la arqueóloga peruana Ruth Shady, aun oculta muchos de sus secretos , los cuales se van descubriendo día a día, lo que hará que se convierta en breve en uno de los sitios arqueológicos más visitados de Perú. Introducción.


El prematuro desarrollo de las sociedades de Caral-Supe la convirtió en la civilización más antigua de América, la que logró un avance sin precedentes, en completo aislamiento, a diferencia de otros focos de civilización como Mesopotamia, Egipto e India, que intercambiaron conocimientos y experiencias.

La ciudad de Caral fue construida por una de las más importantes civilizaciones del planeta, creada por el trabajo organizado de sus pobladores en un territorio de configuraciones geográficas contrastadas.
Muchos conocen Cusco como la capital del imperio Inca y Machu Picchu como el predio de uno de los últimos incas; pero pocos todavía saben que la Ciudad Sagrada de Caral fue edificada por el primer Estado político que se formó en el Perú 4400 años antes que gobernaran los incas.
Caral-Supe representa a la civilización más antigua de América, desarrollada casi simultáneamente con las de Mesopotamia, Egipto, India y China. Los habitantes del Perú se adelantaron en, por lo menos, 1500 años a los de Mesoamérica, el otro foco civilizatorio de los seis reconocidos mundialmente, y en más de 3000 años a la sociedad que edificó las reconocidas ciudades mayas.
El precoz desarrollo de la sociedad de Caral-Supe la convirtió en la civilización más antigua del Nuevo Mundo pero, a diferencia de otros focos civilizatorios, como Mesopotamia, Egipto e India, que intercambiaron conocimientos y experiencias, logró un avance sin precedentes en completo aislamiento de sus coetáneas de América y del Viejo Mundo.
En el Perú, las formas de organización económica, social y política de las poblaciones de Caral-Supe causaron fuerte impacto en la historia del área; trascendieron el espacio y el tiempo, y sentaron las bases del sistema sociopolítico que tendrían las poblaciones de los Andes Centrales.
En el área norcentral del Perú, el modelo de organización diseñado e implementado por el Estado de Supe, condujo por varios siglos el accionar de los individuos en los diferentes campos: económico, social, político y religioso.
Ciudad Sagrada


Reconstrución del Templo Mayor

«La Ciudad de las Pirámides», como también la han denominado algunos visitantes, por los 6 grandes volúmenes piramidales que se observan desde el fondo del valle, se encuentra sobre una terraza aluvial, en un paisaje grisáseo y árido, rodeada por las vistosas cumbres rocosas de las estribaciones costeñas de la cordillera de los Andes, Es un medio desértico, con dunas que contrastan con el colorido verdoso del valle, del cual se separa por una serie de terrazas aluviales, formadas sucesivamente a través de tiempos geológicos,
El ambiente natural del área contribuyó a darle a Caral el carácter sagrado que tuvo; así la ciudad quedó aislada, elevada sobre el valle y alejada de la vida de éste, en una planicie, entre el cielo y los cerros.
La ciudad sagrada, que cubre un área aproximada de 50 ha, está conformada por más de 32 conjuntos arquitectónicos de diversa magnitud y función, de los cuales, hasta el presente, se han podido identificar seis edificaciones piramidales y una serie de construcciones medianas y pequeñas, entre templos, sectores residenciales, plazas públicas, anfiteatro, almacenes, altares, calles, etc. La mayoría se halla todavía cubierta con los escombros de las paredes, derribadas por el paso de] tiempo, y los materiales de¡ enterramiento ritual de las edificaciones, que hacían periódicamente los habitantes de la ciudad de Caral.
Las estructuras arquitectónicas fueron erigidas siguiendo un ordenamiento espacial, en torno a grandes plazas o a espacios abiertos. En el centro de uno de éstos se yergue un gran bloque de piedra parada o «huanca», de 2.15 m. de alto por 80 cm. de ancho, en armonioso diseño con unos volúmenes piramidales, entre los que destacan dos, por su forma cuadrangular. Es frecuente el hallazgo de Ros de taila tosca, de diferente tamaño, hincados verticalmente en algunos de los ambientes de la ciudad. Descubrimiento arqueológico
El primero que llamó la atención sobre Caral fue el estadounidense Paul Kosok, quien visitó el lugar junto con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel en 1949. En su informe, publicado en el libro Life, Land and Water in Ancient Peru, en 1965, mencionó que Chupacigarro (como se le conocía a Caral entonces) debía ser muy antiguo, pero no pudo mostrar cuánto. En 1975 el arquitecto peruano Carlos Williams hizo un registro de la mayoría de los sitios arqueológicos en el valle de Supe, entre los cuales registró a Chupacigarro, a partir del cual hizo algunas observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes, que presentó en el artículo A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru, publicado en 1985 en el libro Early Ceremonial Architecture in the Andes. El arqueólogo francés Frederic Engel visitó el lugar en 1979, levantando un plano y excavando en el mismo. En su libro De las Begonias al Maíz, publicado en 1987, Engel afirmó que Chupacigarro (como aún se conocía a Caral) pudo haber sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes (1800 aC), pero sus afirmaciones no fueron aceptadas por los arqueólogos andinos.
En 1994 Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe e identificó 18 sitios con las mismas características arquitectónicas, entre los cuales se encontraban los 4 conocidos como Chupacigarro Grande, Chupacigarro Centro, Chupacigarro Oeste y Chupacigarro. Para diferenciarlos Shady los denominó, Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi son los nombres quechua de los poblados más cercanos a los sitios. Chupacigarro es el nombre español de un ave del lugar. Shady excavó en Caral a partir de 1996 y presentó sus datos por primera vez en 1997, en el libro La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú. En ese libro sustentó abiertamente la antigüedad precerámica de Caral, afirmación que consolidó de manera irrefutable en los años siguientes, a través de excavaciones intensivas en el lugar.
El Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe está a cargo de los trabajos in situ. La arqueóloga Ruth Shady, viaja a esta ciudad en forma permanente para continuar el trabajo de las excavaciones y descubrimientos en esta parte de un país arqueológicamente rico y de diversas culturas milenarias.
Ubicación
La ciudad sagrada de Caral se encuentra en el valle de Supe, en la margen izquierda del río del mismo nombre, provincia de Barranca, región Lima, ubicada a 182 km al norte de la capital del Perú y a 23 km al este de la carretera Panamericana. Desde la ciudad de Lima, se llega al sitio siguiendo la carretera Panamericana hasta el kilómetro 182, donde se encuentra el desvío que conduce al pueblo de Ambar.
Fue construida sobre una terraza aluvial desértica, en la parte inicial del valle medio de Supe y a 350 msnm; siendo el asentamiento urbano más destacado, por su extensión y complejidad arquitectónica, de todos los identificados en el nuevo continente, entre los 3.000 y 2.000 ac.
La falta de agua en río de Supe durante la mayor parte del año y las escasas tierras de cultivo sugieren interesantes preguntas sobre el sustento de 17 grandes centros cívicos ceremoniales temprana datación, identificados en el lugar.
Se hace evidente que las condiciones geográficas, aparentemente desfavorables en la actualidad no lo habrían sido entonces, en los albores de la civilización. Al ser Supe un valle pequeño, sin mucha gradiente, se puede aprovecharlas aguas del río mediante pequeños canales de riego, que no requieren de conocimientos técnicos sofisticados ni de numerosa inversión en mano de obra. Además, la mapa freática está muy cerca de la superficie, y aún hoy, se forman lagunas y charcos en algunas depresiones, cubiertos de vegetación. En la temporada de sequía, los cultivos se riegan mediante canales alimentados por los pozos de captación de esta fuente hídrica del subsuelo. Recursos Naturales Ricos y Variados
El valle da vida a una densa vegetación natural, todavía persistente en algunos relictos, es denominada «monte ribereño», que constituye un verdadero bosque enmarañado de plantas arbóreas y herbáceas, como huarango (Prosopis juliflora), pájaro bobo, caña brava, achiote, guayabo (Psidium guajava), pacay (Inga feuiller), etc. Flora típicamente costeña, la cual albergaba a una variedad de aves, vizcachas y venados, que cubría al valle en grandes extensiones hasta hace unos pocos años.
Por otro lado, los cerros de la cadena andina, que limitan ambas márgenes del valle, se convierten en lomas durante la temporada de invierno y aún son aprovechadas por los pobladores que incursionan en busca de venados y vizcachas. Es posible que en el pasado cubriesen una mayor extensión y proporcionaran recursos vegetales y animales, al igual que los extensos pantanos, aún vigentes.
Hacia el litoral, el mar de la costa central ha sido fuente inagotable de peces, algas y moluscos, utilizados intensamente en la alimentación de la población y como bienes de comercialización con los agricultores cercanos y distantes.
El río mismo, en la época de verano nutre peces y crustáceos, que son consumidos por los pobladores.
Aparte de los recursos naturales propios, el sector medio del valle posee las mejores rutas de comunicación con otros valles vecinos y alejados. Caral, en particular, se conecta con el valle sureño de Huaura, cuya población habría estado bajo el control ideológico de los templos y el sacerdocio de esta ciudad. Otras vías lo vinculan a los valles costeños de Pativilca y Fortaleza. Las rutas más distantes conectan al valle de Sur De con el Callejón de Huaylas, el Callejón de Conchucos y la cuenca del Marañon.
Antiguedad Caral Tendría 5000 años de antigüedad.

Hasta hace poco se consideraba a Chavín de Huántar como uno de los focos culturales de más vieja data en este país, con un máximo de 1500 años a. C.

Vista Aérea del Anfiteatro

La antigüedad de Caral se ha confirmado a través de 42 fechados radio carbónicos realizados en los Estados Unidos. Según estos, Caral tiene una antigüedad promedio que data de entre 2.627 y 2.100 años a.C. aproximadamente, cuando en el resto de América el desarrollo urbano comienza 1.550 años después que en Perú. Su hallazgo cambia los esquemas que hasta ahora se tenían sobre el surgimiento de las antiguas civilizaciones en el Perú.
Hasta muy recientemente Chavín de Huántar había sido considerado como el centro cultural más antiguo en el país. Esto ya no es verdad. Como un centro urbano, Caral tambi{en cambia el orden de antiguedad de las ciudades en el mundo. Los trabajos están a cargo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Antiguo Quipu con más de 4500 años de Antiguedad
El quipu más antiguo del que se tenía registro hasta el momento databa del año 600 de nuestra era. Pero el encontrado recientemente por la arqueóloga Ruth Shady en la ciudadela de Caral (al norte de Lima) dataría de entre 2500 y 2000 años antes de Cristo.
Los quipus son ramales de cuerdas, con nudos y varios colores, con los que los antiguos peruanos daban razón de las historias, noticias y de las cuentas. Según el arqueólogo Carlos Leiva (miembro del proyecto Caral), son una forma de registro igual de válida que la cuneiforme o jeroglífica usada por los mesopotamios o los egipcios.
La forma de registro más antigua conocida es la cuneiforme que data de 3 mil 500 años antes de Cristo. Solo habría mil años de diferencia –y no 4 mil 100 como se pensaba hasta hace poco– entre la forma de registro más antigua conocida y la más antigua encontrada en territorio peruano.
Aunque no se ha sometido la reliquia a una prueba de Carbono 14, se ha estudiado el contexto en el que fue hallado a través de una estratigrafía –estudio de la superposición de las capas naturales y de ocupación cultural que se van encontrando en la tierra al momento de hacer la excavación– Esto ha permitido elaborar una cronología relativa que, debido a las características del sitio arqueológico, que no ha tenido una ocupación posterior al periodo arcaico, debería corresponder a la antigüedad supuesta. El hombre de Caral
Por otro lado, los estudios realizados por Shady han permitido reconstruir el rostro, el peinado, la vestimenta, el calzado e investigar las fortalezas y carencias alimentarias de un habitante que vivió hace 5000 años en la ciudad de Caral. La información reunida indica que el hombre, de unos 20 años, fue sacrificado en el Templo Mayor.
Definitivamente son hallazgos que abren las puertas a todo un nuevo mundo de posibilidades que revolucionarán la historia del Perú. La Sociedad de Supe en los Albores de la Civilización
Caral es el asentamiento más destacado de los 18 identificados a lo largo de 40 km del valle bajo y medio de Supe, cada uno de los cuales reúne edificios públicos con la característica plaza circular hundida, además de un conjunto de unidades domésticas. No es Caral el más extenso pero sí el que muestra un diseño arquitectónico planificado y una fuerte inversión de fuerza de trabajo en la construcción de los edificios piramidales. Por la extensión de los asentamientos y por la cantidad de trabajo invertida se hace evidente que ellos tienen un ordenamiento jerarquizado y que había una organización social unificada en el valle. Este patrón de distribución puede extenderse también a los valles de Pativilca, Fortaleza y Huaura, los cuales, al lado de Supe, debieron constituir el territorio base de formación del Estado prístino.
La ciudad de Caral se encuentra en el inicio del sector medio del valle de Supe, provincia de Barranca, a 184 km al norte de Lima, en el área norcentral del Perú. Es el asentamiento urbano más destacado por su extensión y complejidad arquitectónica de todos los identificados en el Perú entre los 3000 y 2000 años a.C.
Caral ocupa 66 ha, en las cuales se distingue una zona nuclear y una zona marginal. En el núcleo, las edificaciones están distribuidas en dos grandes mitades: una alta donde se pueden apreciar las construcciones piramidales más destacadas, una plaza circular hundida, dos espacios de congregación pública masiva, además de las unidades domésticas y de almacenamiento de los funcionarios, así como un conjunto residencial extenso. La mitad baja tiene edificios de menores dimensiones, aunque destaca el complejo arquitectónico del Anfiteatro, y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona en la periferia tiene numerosas viviendas agrupadas, distribuidas a modo de archipiélago en «islotes», a lo largo de la terraza que linda con el valle.
Millones de piedras fueron cortadas y trasladadas a la ciudad para la construcción de los edificios públicos, para remodelar los diseños arquitectónicos o para enterrarlos cíclicamente y construir uno nuevo. Condiciones económicas que sustentaron la vida y obra de la sociedad de Supe
Los avances tecnológicos alcanzados en los campos agrícola y pesquero en los valles interandinos y en el litoral, respectivamente, incidieron en el desarrollo de las fuerzas productivas de las sociedades que habitaban los valles costeños del área norcentral, en particular en las de Supe. La producción de algodón y la manufactura de fibra destinada a la elaboración de ropa y sobre todo de redes para la extracción masiva de pescado, fomentaron la especialización laboral y favorecieron la complementariedad económica mediante el intercambio permanente de productos entre los asentamientos de agricultores y de pescadores. Se hizo posible, así, la acumulación de la producción, la división social del trabajo, la especialización, el intercambio a corta y a larga distancia.
Los avances tecnológicos alcanzados en el área agrícola y en la pesca fueron los más importantes, manifestándose en la producción y trabajo del algodón, lo que permitió la elaboración de ropa y redes para la pesca masiva, y generó a su vez una especialización en cada una de las actividades relacionadas y estimuló el desarrollo de una economía de intercambio entre los asentamientos y grupos de agricultores, pescadores, tejedores y artesanos; permitiendo una acumulación de producción y a su vez la división del trabajo, base de desarrollo de las sociedades complejas.
Los beneficios derivados de la producción social fueron distribuidos en forma desigual, generando el establecimiento de estratos sociales con jerarquías diferentes.
Las condiciones antes mencionadas permitieron el desarrollo de las actividades paralelas que conllevan al desarrollo de una sociedad compleja, como son las artes, tecnologías, astronomía, predicción climática, medicina, administración y contabilidad y un complejo sistema de creencias, ceremonias y rituales, creando un complejo universo mitológico y simbólico que reemplazó a un grupo militar y dejó a la religión como fuerza de control y cohesión social.
Las formas de organización social y política de las poblaciones de Caral-Supe trascendieron en el espacio y el tiempo y fueron las bases de los estados políticos en los Andes centrales.
En la pirámide de la Galería (una de las tantas construcciones), en una de sus habitaciones habían sido colocados ocho asientos manufacturados con vértebras de ballena cortadas y pulidas, lo que demuestra un concepto de reunión de grupos humanos.
ArquitecturaGracias a las pirámides rescatadas por el trabajo arqueológico, Caral, de 66 hectáreas de extensión, cuenta con una complejidad arquitectónica inédita en el continente americano y que demuestra que «es la cultura madre» en la región, según Ruth Shady, catedrática de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y descubridora del yacimiento. © EFE La Ciudad de Caral - Contrucciones
Caral ocupa 66 hectáreas, en las que se distinguen dos zonas, una central y otra periférica. La primera muestra estructuras arquitectónicas monumentales, cuatro clases de conjuntos residenciales diferentes, unidades residenciales de elite, dos plazas circulares en desnivel inferior, así como lugares de congregación pública masiva. Mientras que la zona de la periferia tiene numerosas unidades domésticas distribuidas a manera de archipiélago con islas de viviendas.
En la construcción de los recintos principales se usaron muros de piedra unidos con argamasa; en algunos recintos secundarios las paredes son de material orgánico, enlucidos con arcilla fina y pintados de rojo, blanco o amarillo. Se observa un uso masivo de shicras (bolsas confeccionadas con fibra vegetal).
Otras áreas fueron construidas con paredes de piedras canteadas (granodiorita), unidas con argamasa de barro y pintadas de rojo, blanco o amarillo, según el periodo correspondiente; algunas muestran paredes con soportes de madera entretejida con cañas y revestidas con argamasa de arcilla y barro.
En los periodos tardíos de ocupación se construyeron terrazas con muros de piedra canteada, unidas con argamasa, enlucidos y pintados de blanco. En los edificios de Caral se muestran evidencias de una prolongada ocupación.

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