sábado, 9 de agosto de 2008

La Suposición Errónea del Escéptico






 


 







por
Kyle Butt, M.A.
[English]



 



Una de las tácticas favoritas del escéptico al intentar desacreditar al Dios de la Biblia es insistir que Dios es cruel, despiadado y vengativo, Quien envía caprichosamente diluvios y ejércitos por toda la tierra para destruir a hombres, mujeres y niños inocentes. A los escépticos les gusta enfocar especialmente en los niños. ¿Cómo pudiera un Dios amoroso enviar a Saúl y a su ejército a destruir a los amalecitas, incluyendo a los niños y aun a los que lactaban?”. Steve Wells afirma que “Dios solo quería ver más gente inocente muerta” (2001). O, ¿cómo pudiera un Dios amoroso enviar un diluvio para destruir a toda la gente de la Tierra, incluyendo a los bebés inocentes? El argumento declara algo como esto: (1) se supone que el Dios de la Biblia es bueno y amoroso; (2) el Dios de la Biblia mata a niños inocentes; (3) por tanto el Dios de la Biblia no puede ser bueno y amoroso.

A primera vista, parece que esta lógica tiene sentido. Sin embargo, cuando se la examina más cuidadosamente, podemos ver una suposición errónea en tal silogismo. La suposición errónea en esta línea de pensamiento es que la muerte siempre es algo malo. Con esta suposición, la segunda premisa debería declarar algo como esto: El Dios de la Biblia mata a niños inocentes, y la muerte de alguien inocente siempre es algo malo. La suposición que la muerte, especialmente la muerte de niños inocentes, siempre es mala, radica en el aferramiento del escéptico al naturalismo puro. Si esta vida física y el mundo material es todo lo que existe, entonces, según el escéptico, borrar a una persona inocente de este mundo físico es inherentemente malo.

No obstante, la misma Biblia que nos cuenta acerca de un Dios que toma las vidas físicas de niños inocentes también informa al lector que este mundo físico no es todo lo que existe. De hecho, la Biblia explica que toda persona tiene un alma que vivirá por siempre después que esta vida física en la Tierra termine (Mateo 25:46; vea también Thompson 2001). La Biblia enfatiza consistentemente el hecho que el alma inmortal de cada individuo tiene mucho más valor que la vida física del individuo en esta Tierra. Jesucristo dijo: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).

Aunque el escéptico puede objetar y clamar que no es aceptable una respuesta de la Biblia, tal objeción no es legítima por una razón principal—el escéptico usa la Biblia para formular su argumento. ¿Dónde está escrito que Dios es amor? La respuesta es en la Biblia, en tales pasajes como 1 Juan 4:8. ¿Dónde aprendemos que el Señor realmente mató u ordenó la muerte de los bebés? Otra vez, esa información viene directamente de la Biblia. Entonces, ¿dónde deberíamos buscar la respuesta a esta supuesta discrepancia? La respuesta debería ser en la Biblia. Si se formula el supuesto problema del testimonio bíblico, entonces se debería dar a la Biblia la oportunidad de explicarse. Mientras que el escéptico use la Biblia para formular el problema, nosotros ciertamente podemos usar la Biblia para solucionar el problema. La solución bíblica a este supuesto problema en este caso es que toda persona tiene un alma inmortal con un valor incalculable.

Con el valor del alma en mente, vamos a examinar varios versículos que prueban que la muerte física no es necesariamente mala. En una carta a los filipenses, el apóstol Pablo escribió desde una prisión para animar a los cristianos. Su carta estaba llena de esperanza y ánimo, pero también estaba matizada con algunos comentarios pertinentes en cuanto a la manera en que Pablo (y Dios) consideraba a la muerte. En Filipenses 1:21-23, Pablo escribió:

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor (énfasis añadido).

Según el escéptico, la muerte de una persona inocente siempre es algo malo. Sin embargo, en estos versículos Pablo descarta esa suposición falsa. Pablo, un cristiano fiel, dijo que la muerte era una visita bienvenida. En efecto, Pablo dijo que el término de su vida física en esta Tierra sería “muchísimo mejor” que su continuación. Para Pablo, como también para cualquier cristiano fiel, la cesación de la vida física no es pérdida, sino ganancia. Eso se aplicaría también a los niños, ya que ellos están en una condición salva y van al paraíso cuando mueren (vea Butt, 2006).

Otros versículos en la Biblia muestran que la pérdida de la vida física no es inherentemente mala. El profeta Isaías declaró concisamente el asunto cuando fue inspirado a escribir:

Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios (57:1,2, énfasis añadido).

Isaías reconoció que la gente vería la muerte del justo incorrectamente. Él declaró sencillamente que este punto de vista incorrecto de la muerte se debe a que la mayor parte de la gente no piensa acerca del hecho que cuando un individuo justo o inocente muere, “de la aflicción es quitado” y entra “en la paz”.

El salmista escribió: “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos” (Salmos 116:15). La muerte no es inherentemente mala. De hecho, la Biblia indica que la muerte puede ser gran ganancia ya que la persona justa es quitada de la maldad y se le permite entrar en paz y descanso. Dios considera la muerte de Sus seguidores fieles como algo precioso. Los escépticos que acusan a Dios de malo porque Él ha terminado con las vidas físicas de los bebés inocentes están equivocados. Ellos rechazan reconocer la realidad del alma inmortal. En vez que la muerte de los niños inocentes sea algo malo, es a menudo una bendición para el niño que es alejado de una vida de dolor en manos de una sociedad pecaminosa y que es bienvenido al paraíso de paz y descanso. Para que un escéptico pueda culpar legítimamente a Dios de crueldad, él debe probar que no existe un alma inmortal, y que la vida física es la única realidad—lo cual el escéptico no puede probar. Cuando no se reconoce la realidad del alma y el reino espiritual, se cosecha siempre una perspectiva distorsionada de la naturaleza de Dios. “Perece el justo... y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario