martes, 4 de noviembre de 2008

Cómo crear una salud óptima.

 

"El cuerpo es el siervo de la mente, obedece sus órdenes, sean éstas deliberadas o automáticas. Siguiendo pensamientos indebidos el cuerpo rápidamente se hunde en la enfermedad y el decaimiento, siguiendo pensamientos virtuosos, se viste de salud y belleza". -James Allen

Tú eres quien eres y te encuentras dónde estás física y mentalmente, como resultado de todos aquellos pensamientos que han encontrado cabida en tu mente. La buena noticia es que si no estás satisfecho con quien eres, si no te encuentras a gusto con tu salud física o mental, puedes cambiar esa situación, cambiando la clase de información, pensamientos y emociones que albergas en tu mente.

Estos pensamientos no sólo afectan tu estado de ánimo y tus acciones, sino que también provocan respuestas en tu cuerpo. Una de las consecuencias más importantes de la ley de la atracción es que el dar cabida en tu subconsciente a pensamientos negativos y destructivos te generan fuerzas y sentimientos negativos, que suelen manifestarse en males y afecciones del cuerpo como úlceras, trastornos cardiacos, hipertensión, artritis, males de la piel, problemas digestivos, migrañas, cáncer y otras enfermedades conocidas como afecciones psicosomáticas. Muchos artículos y referencias en publicaciones médicas muestran cómo el estado emocional y mental de las personas contribuye en gran medida a desarrollar estas enfermedades.

Pero nadie nace con estas emociones y sentimientos negativos. Como ya hemos visto, los hemos aprendido y programado en el subconsciente a lo largo de nuestra vida. En la medida en que comienzas a cambiar tus pensamientos conscientes y a pensar de manera más positiva y optimista, poco a poco logras cambiar esa programación. Al hacer esto, automáticamente cambias la dirección y el rumbo de tu vida.

El doctor Deepak Chopra, muy acertadamente, anota que pensar es practicar química cerebral. El producto de estas reacciones químicas es la secreción de hormonas de glándulas como el hipotálamo y la pituitaria, y estas hormonas se encargan de transmitir mensajes a otras partes del cuerpo.

Se ha demostrado que los pensamientos hostiles y de enojo aceleran los latidos del corazón y suben la presión arterial, mientras que la ira, el resentimiento y la tristeza debilitan el sistema inmunológico del cuerpo. De esta manera, millones de personas son causantes de muchos de los males que les aquejan debido a las ideas negativas que mantienen en su mente.

Es indudable que las emociones negativas como la preocupación, la duda, el odio, la rabia y el deseo de venganza intoxican el subconsciente. Del mismo modo, los pensamientos positivos producen un flujo de neurotransmisores y hormonas en el sistema nervioso central que estimula, provee energía al cuerpo y crea las circunstancias propicias para la conservación o restauración de una buena salud.

¿Te has dado cuenta cómo aquellas personas que constantemente se quejan por todo, son las mismas que suelen enfermarse constantemente? Martín Seligman, profesor de la Universidad de Pensilvana, asevera que el sistema inmunológico de la persona pesimista y negativa no responde tan bien como el de la persona optimista y positiva. Los pesimistas sufren de más infecciones y enfermedades crónicas.

En 1937, la Universidad de Harvard dio comienzo a una investigación con los estudiantes que se graduaron aquel año.

Periódicamente estos individuos respondieron preguntas acerca de su estado físico y emocional. El estudio demostró que aquellas personas que a los 25 años de edad ya exhibían una actitud pesimista sufrieron en promedio un mayor número de enfermedades serias a una edad entre los 40 y los 50 años.

En otro estudio realizado con treinta personas que sufrían de cáncer del colon o de un tumor maligno, se les pidió a los pacientes que tomaran un curso de ocho semanas para ayudarles a relajarse y cambiar su actitud mental. La terapia consistía en visualizar enormes células anticancerosas navegando a través del sistema sanguíneo y devorando las células cancerosas o el tumor existente. El propósito era cambiar la actitud derrotista y las creencias negativas que muchos de ellos tenían. Los resultados fueron sorprendentes. Los pacientes que tomaron el curso mostraron un incremento en el número de las células que normalmente protegen el cuerpo contra el crecimiento de tumores malignos.

Como ves, esa actitud optimista y perseverante de la cual habla la ley de la atracción no sólo te ayudará a alcanzar tus metas más ambiciosas sino que, en muchas ocasiones, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Un grupo de investigadores del hospital King"s College de Londres, realizó un estudio en 57 pacientes que sufrían de cáncer de seno y habían sido sometidas a una masectomía. Siete de cada diez mujeres que poseían lo que los doctores llamaban un "espíritu de lucha" aún vivían vidas normales diez años más tarde, mientras que cuatro de cada cinco de las mujeres que, en opinión de los doctores, "habían perdido la esperanza y se habían resignado a lo peor" tras escuchar su diagnóstico, habían muerto.

Así que examina cuidadosamente la clase de información con la cual estás alimentando tu mente, y controla los pensamientos que permites que la ocupen, ya que éstos afectan en gran medida tu salud física y mental.

La verdadera fuente de la eterna juventud

En cierta ocasión una señora fue a retratarse. Cuando se sentó frente al fotógrafo, mantuvo la postura áspera y dura que generalmente la caracterizaba, y la mirada hosca que tanto amedrentaba a los chiquillos de la vecindad. Al ver esto el fotógrafo le dijo:

- "Señora, ¡alegre un poco más los ojos!"

Ella trató de obedecer, pero aún su mirada era dura. Así que él le dijo en tono entre cariñoso y autoritario:

- "Trate de mirar con un poco más de dulzura".

A lo que la mujer respondió con aspereza:

- "Si a usted le parece que una vieja apática puede tener brillo en la mirada, y que a pesar de su mal humor, puede ponerse alegre cuando se lo digan, usted no tiene ni idea de la naturaleza humana. Para cambiar de actitud, sería necesario tener algo alegre frente a mí".

- "Tiene razón", repuso él, "pero no es frente a usted que lo necesita, sino dentro. Y es usted misma quien puede poner ese algo en su interior. Trátelo y verá como es posible".

La señora se sintió inspirada por los modales y tono del fotógrafo, tomó más confianza, e hizo otro intento. Esta vez, fue posible ver el brillo en su mirada.

- "¡Así está bien!", exclamó él al observar el resplandor pasajero que iluminaba aquel marchito semblante. Parece usted veinte años más joven".

Camino a casa, con el corazón conmovido por las palabras del fotógrafo, las cuales habían sido el primer cumplido que oía desde la muerte de su esposo, sintió algo que ya había olvidado. Al llegar, se miró un largo rato al espejo, y exclamó: "Tal vez aquel fotógrafo tenga razón, pero ya veremos como queda el retrato".

Al recibirlo, parecía como si fuese otra. Su rostro se veía más joven. Contempló aquella fotografía durante largo tiempo, y dijo al fin con una voz clara y firme: "si fui capaz de hacerlo una vez, podré hacerlo nuevamente, " Puso entonces el espejo sobre su mesa y exclamó: "Rejuvenécete"; y nuevamente brillaron sus ojos. "¡Mira un poco más dulcemente!", se ordenó a sí misma; y una tranquila y radiante sonrisa iluminó su rostro.

Pronto sus vecinos se dieron cuenta del cambio, y le dijeron: ¿Cómo es que se está usted volviendo joven? ¿Qué ha hecho para quitarse los años de encima? A lo que respondió: Iodo lo que hice, lo hice en mi interior. Descubrí que si somos serenos, experimentaremos serenidad".

Nadie puede ser verdaderamente feliz y gozar de una salud óptima mientras no sepa controlar su cuerpo y su mente y mantener constantemente un equilibrio entre su condición mental y física. Un automóvil no anda bien porque tenga un excelente chasis, buen motor o las llantas apropiadas. Su funcionamiento eficiente no depende de tal o cual pieza, sino que resulta de la coordinación, ajuste y acoplamiento de todas las piezas que lo componen. Lo mismo sucede con un reloj. La imperfección de un solo diente del más diminuto engranaje impediría que el reloj funcione como debe y dé la hora correcta. No basta la particular perfección de cada una de las piezas, sino que todas ellas trabajen conjuntamente y en armonía.

La salud es respecto al cuerpo como lo es la hora respecto al reloj. La salud es la hora exacta del cuerpo, la armónica relación y correspondencia entre todas las partes, pues la más leve imperfección de cualquiera de ellas alterará la armonía del conjunto. El tener fuertes músculos, o un hígado en perfectas condiciones no determinan por sí mismos la salud. Ésta es el resultado del funcionamiento armónico de todos los órganos del cuerpo.

La salud y la felicidad nacen del funcionamiento equilibrado y armónico de la máquina humana -cuerpo y mente-.

Pocas personas son concientes de la enorme influencia que su mente tiene sobre su vida y su salud. Al ver un famoso especialista en enfermedades nerviosas que los medicamentos que recetaba a sus pacientes no le estaban dando ningún resultado, les sugirió que estuviesen siempre sonrientes en cualquier circunstancia. El procedimiento obró como por arte de magia. Este especialista encontró que era posible crear en los enfermos la emoción de la alegría por medio de la actitud física de la risa, que es la manifestación fisiológica de dicha emoción.

Nuestra salud suele estar tan quebrantada, entre otras razones, porque desde niños se nos ha infundido la idea de que el dolor y el sufrimiento físico son inherentes a la vida como males imposibles de evitar. De manera que crecemos creyendo que disfrutar de una salud óptima es la excepción y que debemos aceptar nuestras dolencias, pesares y melancolías como algo ineludible.

El niño oye hablar tanto de enfermedades y tan a menudo se le previene contra ellas, que crece con la convicción de que son ley de la vida, y por ello teme que en cualquier momento se quebrante su salud. Pensemos cuánto favorecería a este niño si le enseñáramos que la salud es el estado normal y la enfermedad el anormal.

Pensemos en el gran beneficio que recibiría la persona adulta si desde niña esperara mantenerse en completa salud, en vez de alimentar constantemente su mente con las posibles enfermedades que sufrirá y con la preocupación de andar siempre precavido contra el riesgo de contraerlas. Al niño se le debe enseñar que Dios no engendra jamás la enfermedad ni el sufrimiento, ni se complace en nuestras penas, sino que estamos destinados a tener salud y felicidad, cuyo resultado es el gozo y nunca el sufrimiento. La índole de nuestros pensamientos determina la índole de nuestra conducta. No podremos tener salud si, por ejemplo, estamos siempre pensando en la enfermedad, de la misma manera que no podremos vivir una vida de prosperidad si constantemente estamos enfocados en la escasez.

Cada mañana deberíamos levantarnos con la pizarra en blanco y borrar de nuestra mente toda imagen negativa, sustituyéndola por imágenes armoniosas y estimulantes. Millones de personas son causantes de muchos de los males que les aquejan debido a las ideas negativas que mantienen en su mente. Y aun cuando dichas preocupaciones existen sólo allí, los resultados que trae son muy reales.

Muchas personas cargan a cuestas todas las calamidades posibles. Viven estresadas y con una angustia constante. Parecen piezas de máquina que se mueven a velocidad forzada y crujen por falta de lubricante. La persona que vive en perfecta normalidad no debe poner la cara de acosado y perseguido que muchos ponen, como si la policía les pisara los talones.

Un poco de esparcimiento no sólo mejorará nuestra salud, sino que aumentará nuestro nivel energético. La persona consumida totalmente por su trabajo o profesión, que no cuida su salud ni busca momentos de esparcimiento y descanso, se parece al cortador de árboles, que tan afanado está en continuar su labor que se olvida de afilar su hacha y pronto queda inhabilitado para continuar su trabajo.

Nos engañamos al creer que podemos hacer un mayor y mejor trabajo poniendo más horas en él, llevando nuestro cuerpo y mente hasta el límite, que haciéndolo en menos horas, con menor fatiga, pero con mayor vigor e intensidad.

Muchas personas capaces de realizar un buen trabajo, lo dejan mal hecho, porque la mayor parte del tiempo están agotadas y cansadas. Viven como si tuvieran suspendido de un hilo sobre su cabeza, un hacha, con la amenaza constante de herirles si paran a descansar. Nunca disfrutan sin sentirse culpables.

Recuerda que una salud óptima no es simplemente el resultado de la ausencia de enfermedad, sino de vivir una vida relajada, armónica y feliz. Y el llegar a este estado sólo se logra entendiendo que cada día tenemos la oportunidad de vivir plenamente felices o plenamente miserables. Es nuestra decisión.

Creando una salud óptima con nuestra manera de pensar

La salud y la enfermedad, al igual que las circunstancias, tienen su raíz en los pensamientos. Los pensamientos enfermizos se expresan a través de un cuerpo enfermo. Se dice que los pensamientos de temor matan a una persona tan rápido como una bala, y continuamente matan miles de personas, quizás no con la misma rapidez, pero sí con igual efectividad. En general, los pensamientos nocivos terminan por destruir el sistema nervioso.

De otro lado, pensamientos energéticos de pureza y optimismo producen en el cuerpo vigor y energía. El cuerpo es un instrumento muy frágil y elástico, que responde rápidamente a los pensamientos que lo dominan. Tarde o temprano, éstos producirán sus efectos, así sean positivos o negativos.

James Allen afirma que mientras continuemos albergando pensamientos nocivos en nuestra mente, nuestro cuerpo no estará totalmente sano. De un corazón limpio y sano emana una vida y un cuerpo igualmente limpios y sanos. De una mente contaminada proceden una vida y un cuerpo enfermizos y contaminados. El pensamiento es la fuente de la vida, de toda acción y manifestación; construye una fuente que sea limpia y pura y todo a tu alrededor será igual.

La dieta, por ejemplo, no ayudará físicamente a aquella persona que se rehúse a cambiar su manera de pensar. No obstante, al modificar los pensamientos, nuestra mente se encargará de ayudarnos a evitar las comidas nocivas y poco saludables. Si deseas perfeccionar tu cuerpo, sé cuidadoso con lo que pones en tu mente. Si quieres renovar tu cuerpo, limpia primero tu mente. Una cara amarga no es cuestión de azar, sino de pensamientos amargos. En la cara de los ancianos hay arrugas producidas por la paz y la amabilidad, otras por la dureza y reciedumbre de su trabajo, y otras talladas por la discordia. Sin embargo, ¿quién no puede distinguir entre ellas? Para aquellos que han vivido correctamente, la edad trae calma y paz.

Vivir continuamente con pensamientos negativos y pesimistas es confinarse en una prisión edificada por uno mismo. Pero pensar bien de todo, ser amable con todos, y aprender pacientemente a encontrar el lado bueno de las cosas atraerá paz en abundancia a nuestra vida.

Vamos por la vida pensando que nuestras enfermedades son el resultado del medio ambiente, que han sido heredadas, que vinieron como producto de pobres hábitos alimenticios a los que fuimos introducidos por nuestros padres, o que han sido el resultado de cosas totalmente fuera de nuestro control. Pero lo cierto es que, salvo contadas excepciones, la mayoría de nosotros experimenta el estado de salud que se ha encargado de crear con su manera de pensar. Nosotros mismos nos hemos encargado de atraer hacia nuestra vida la salud óptima de la cual gozamos o las enfermedades que hoy nos aquejan.

La buena noticia es que, como con cualquier otra área de tu vida, si deseas cambiar tu nivel actual de salud, lo puedes hacer, modificando tu manera de pensar y actuar. Algo sobre lo cual tú tienes control absoluto

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