sábado, 15 de noviembre de 2008

Por qué del nombre “ocultismo”

 

La ocultación de la Sabiduría

Por aquel entonces occidente vivía la pérdida de aspectos fundamentales de su antigua herencia espiritual, aquello que antes era conocido y respetado por todos empezaba a perderse y a ponerse en tela de juicio, no todos entendían, querían o interesaba entender ese conocimiento.

Después de terminar las persecuciones contra los primeros cristianos, muy discutibles en número y crueldad, se calcula en cifras oficiales y aceptadas entre 3000 y 6000 el número de víctimas total en los tres primeros siglos, (Historia criminal del cristianismo, K. Deschner, ed.Roca, 1990), Lactancio, padre de la Iglesia, que años antes cuando aún eran perseguidos, exclamaba:

“Que cese la violencia; no más injusticia; la religión no puede imponerse; con palabras y no varas hay que promulgar la causa, sea cual sea; mediante la paciencia no con la crueldad; mediante la fe; no con el crimen; la raíz de toda justicia es no hacer a los demás lo que no quieras que hagan contigo….”

Ese mismo Lactancio es el que luego afirmó sentencias como:

“Los soberanos de los gentiles eran criminales ante dios, hay que celebrar que hayan sido exterminados de raíz con toda su ralea. Ahora yacen postrados en el suelo aquellos que pretendían desafiar a dios; los que derribaron el templo tardaron en caer, pero han caído mucho más bajo y tuvieron el fin que se merecían. El Señor los aniquiló y los ha borrado de la faz de la tierra; cantemos pues, el triunfo del señor, celebremos la victoria del señor con himnos de alabanza…”

Había empezado por parte del núcleo del cristianismo una campaña difamatoria del Cosmos, de la cultura y religiones consideradas como paganas.

En 1889 se descubrió en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí un manuscrito del s. II donde Arístides, un cristiano, critica e intenta destruir la divinización del agua, del fuego, del viento, del sol y, desde luego, el culto a la tierra por ser esta el lugar “donde se almacena la inmundicia de los humanos y la de los animales…y la descomposición de los muertos, un recipiente de cadáveres…”

Creció una gran enemistad contra la religión egipcia, afirmaban que:

” …es el más simple e irracional de todos los pueblos de la tierra, donde rinden culto a los animales…”

En lado contrario encontramos a Celso, gran filósofo, conocedor del Antiguo Testamento, de los Evangelios, de las comunidades cristianas y el primer retractor del cristianismo, el cual escribiría en su Aléthes logos (Palabra Verdadera) una distinción clara de los puntos más precarios de la religión cristiana, la mezcla de multitud de elementos judaicos con otros estoicos, platónicos y similitudes con los cultos mistéricos egipcios y persas.

Sobre algunas afirmaciones de la Iglesia nos comenta que ya fueron pronunciadas por filósofos antiguos, Sócrates y Platón y aún desde tiempo del mismo Pitágoras.

Los cristianos de la antigüedad no entendían el fascinante ciclo de la vida y el cosmos especialmente celebrados por las antiguas tradiciones, el ciclo de vida de las plantas, desconocían la interpretación de los antiquísimos mitos de fertilidad y fecundidad así como la convicción de la Inmortalidad del Hombre y de aquello que es bello y vital en cada ser humano, desconocían por completo las interpretaciones simbólicas que aludían al eterno ciclo de la muerte y el renacimiento

Continúan apareciendo edictos posteriores como el de Julio Firmico Materno, en su diatriba Sobre el error de las religiones paganas, redactada hacia el año 347, Firmico incita a los emperadores Constantino y Constante al exterminio, sobre todo, de los cultos mistéricos, los competidores más peligrosos del cristianismo eran los cultos a Isis, Osiris, Serapis, Cibeles, Atis, Dioniso-Baco y Afrodita, los cultos del Mitraísmo… todos se caracterizaban con números y sorprendentes paralelismos con los cultos cristianos.

Constantino prohibió que se erigieran nuevas estatuas a los Dioses, que se rindiese culto a las existentes, que se consultasen los oráculos y todas las demás formas de culto pagano, en el 326 D.C, llegó a ordenar la destrucción de todas las imágenes, al tiempo que iniciaba en oriente la confiscación de los Templos y el expolio de las valiosas obras de arte, dispuso el cierre del Serapión de Alejandría, el del templo de Heliópolis, el derribo del altar de Mambre, el derribo del templo de Esculapio en Aegae, la destrucción del templo de Afrodita sobre el Gólgota, el templo de Aphaka en el Líbano.

Además Constantino hizo quemar los escritos de Porfirio, en el año 330, prohibió la lectura de Platón y el Neoplatonismo. Prosiguieron años de destrucción del conocimiento antiguo, incendios de templos y bibliotecas, asesinatos de sacerdotes y filósofos… Crecía un mundo donde un cristianismo extremista acabaría con las últimas escuelas y sus Maestros serían asesinados por fanáticos y manipulados cristianos.

Con la muerte de Hipatia, directora de la escuela de Alejandría, en el año 415 d.c. moriría la última Maestra de los Misterios o Maestra de Sabiduría.

Ciertamente había llegado la época vaticinada por el gran Hermes en su diálogo con Esculapio; la época en que impíos extranjeros reconvinieran a los egipcios de adorar monstruosos ídolos, sin que de ella quedara más que los jeroglíficos de sus monumentos como increíbles enigmas para la posteridad. Los hierofantes andaban dispersos por la haz de la tierra, buscando refugio en las comunidades herméticas.

El mundo se sumiría en una época oscura, marcada por el odio y la superstición durante donde casi por mil años desapareció el conocimiento de las escuelas antiguas, muy pocos se atrevieron en esa época a perseguir ese conocimiento, la Iglesia se había apropiado de aquellos libros que no había destruido por miles en enormes hogueras, los restos del conocimiento del mundo antiguo y clásico permanecían oculto en monasterios y abadías donde muy pocos tenían acceso, un elevado numero de la población era analfabeta y seguía los preceptos y consejos de los Padres de la Iglesia al pie de la letra, el hambre y la miseria reinaron por Europa como si de un campo de caza se tratara. La historia nos ha dejado una terrible sentencia en la cual queda reflejado el espíritu que se respiraba por aquella época:

“La indagación empírica y/o racional es una fuente de herejías peligrosa que aparta al fiel de la verdadera creencia”

(Lactancio y Tertuliano).

Más adelante, durante esta época conocida como la Edad Media aparecieron varias personas como Ramón Llull (1235-1315), Arnau de Vilanova (1240-1311),etc. que continuaron con el estudio de la Tradición Antigua, organizaciones como la de los Templarios que gracias a su influjo sobre Oriente consiguieron traer a Occidente libros clásicos, manuscritos griegos y árabes originales y tratados sobre filosofía, ciencia, historia, astronomía, medicina… Traducidos y custodiados por los monasterios y abadías el conocimiento esperaba poder ser devuelto al hombre.

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