jueves, 11 de septiembre de 2008

Jerónimo y El origen de la Biblia


¿Que es verdad? ¿Qué es mentira


EL TEÓLOGO Nº 8  muestra varias contradicciones esenciales en la Biblia, que revelan, cuantos autores con distintos conceptos han participado en la redacción de este libro. Si todo esto se declara como “palabra de Dios” se obtiene una imagen de un dios caótica y esquizofrénica. De esta manera se llega a conocer a un dios, del cual el filósofo Ludwig Feuerbach una vez dijo, el hombre se crea a este dios según su imagen humana. El teólogo Moris Hoblaj, por esto también describa la Biblia como “el libro confeccionado a la medida de las iglesias”, y libera con esto a Dios de la carga de haber sido su creador.

EL TEÓLOGO Nº 14 reúne algunos hechos sobre la creación de la Biblia, que evidencian: En verdad, para las escrituras del nuevo testamento, existen actualmente textos originales relativamente afianzados, en griego. Pero esto no dice mucho sobre las verdades y falsificaciones en el texto. Posiblemente fueron alterados en una época, de la cual ya no existen comprobaciones escritas sobre el contenido. Además, comprobadamente, muchas fuentes del cristianismo original no fueron incluidas en la Biblia o fueron destruidos por la iglesia católica-romana prístina en formación.

La misión de Jerónimo

Las resoluciones de las enseñanzas de la iglesia católica-romana

¿Qué ha callado Jerónimo?

Las escrituras más antiguas conservadas

La Biblia fue constantemente alterada

Fuentes ocultas y destruidas

Cuatro tipos de falsificaciones


La misión de Jerónimo


En el año 367 el padre de la iglesia Atanasio, en su carta de pascua de resurrección, mencionó por primera vez un compendio de los libros reconocidos por la iglesia, que es idéntico con el canon neo testamentario. Así ya existió una amplia selección de escrituras eclesiales comprometedoras, cuando el padre de la iglesia Jerónimo, poco después en el año 383, publicó la tal llamada Vulgata – una traducción inherente al latín de los textos originales bíblicos redactados en griego y hebreo. Hasta entonces hubo muchos textos traducidos al latan en uso, de las cuales todas se diferenciaban en mayor o menor grado.

Por esto, Jerónimo explicó en una carta a su mandante, el papa Dámaso I, existen casi tantas traducciones al latín como maneras de escribir el latín existen.

A continuación un extracto de esta carta, que escribió Jerónimo, después de haber terminado la revisión de los cuatro evangelios del nuevo testamento:

 

“Tú me obligas crear una nueva obra de una vieja, y al mismo tiempo fungir como un árbitro sobre ejemplares bíblicos, después que estos estad ampliamente distribuidos [desde tiempo] en todo el mundo, y donde estas difieren, decidir cuales concuerdan con los auténticos textos griegos. Es una tarea, que exige igualmente tanta entrega amorosa, como es peligrosa y temeraria, de juzgar a otros y estar, al mismo tiempo, bajo el juzgamiento de todos; intervenir alterando en el lenguaje de un anciano y regresar a los días de su primera infancia, a un mundo ya envejecido. ¿Aunque se encontrase a uno sólo, sea instruido o no, que no me llame a viva voz un falsificador y un sacrílego, porque tuve la osadía de agregar, cambiar o corregir en los antiguos libros [latinos], a penas tome en su mano este tomo [la revisión de los evangelios], y descubra, lo que aquí lee, que no este en el gusto de aquel, que alguna vez haya asimilado? Dos consideraciones son empero, que me consuelan y me hacen cargar este odio: por un lado, que tú, en rango superior a todos los demás obispos, me has ordenado a hacer esto; y por otro lado, que, como también tienen que confirmar mis difamadores, que en tipos de lecturas, que difieren entre si, es difícil encontrar la verdad. Si habría que tener confianza en los textos latinos, entonces deberían decir: ¿en cuales? Habiendo casi tantas formas de textos como copias. Si se quiere determinar el texto valedero, a partir de la comparación de varias, por qué no volver a los textos originales griegos y corregir, según estos, todos los errores ¿si se remontan a traductores irresponsables o si se trata de ellos como enmendadores para lo peor ú osados pero críticos de textos incompetentes o simplemente de adiciones o cambios de copiadores desatentos? ... Yo hablo ahora del nuevo testamento: … Mateo, Marcos, Lucas, Juan, ellos fueron  retocados, por nosotros después de la comparación con textos griegos manuscritos – de cierto antiguos. Pero, para evitar desviaciones demasiadas grandes del enunciado latino, como se está acostumbrado de las lecturas, hemos mantenido nuestras plumas refrenadas y sólo corregimos allí, donde pareciera que aparecieran variaciones en el sentido, mientras que todo lo demás lo dejamos pasar, tal como estaba” (preámbulo al nuevo testamento; citado según A. M. Ritter, Kirchen- und Theologiegeschichte in Quellen, tomo 1 - Alte Kirche, pág. 181, en el original donde J. P. Migne, Patrologiae cursus completus, series Graeca (MPG) 29, Sp. 525 ff.).

 

Jerónimo, según su auto calificación, no habría sido un fanático, si no más bien un hombre ponderado, quien, a partir, de todo el material existente ha elaborado una obra, en la cual se consideraron todos los intereses predominantes. Ya que evidentemente – como escribe Jerónimo – los textos latinos estaban ampliamente distribuidos “por todo el mundo”, es difícil pensar en omisiones o adiciones notorias y graves, en este estado, aún entonces, cuando esto fuese un mandamiento de la probidad de un científico, frente a falsificaciones anteriores. Y cuando se trataba de decidir sobre textos, en marco menor, entonces seguramente Jerónimo, en caso de un conflicto, habría decidido por las opiniones del papado de ese entonces, su comitente. Él mismo ha escrito en referencia a esto, que “todo el resto lo dejamos pasar, como estaba” – lo que naturalmente no aumenta la confiabilidad de estos textos.
 

Las resoluciones de las enseñanzas de la iglesia católica-romana


Y a pesar de que Jerónimo, expuso sus casi insolubles problemas, en la confección de la Vulgata [La desde ahora imperativa Biblia latina oficial de la iglesia], y de que no se trataba de una escritura en el idioma original, si no de una traducción – como criticó el mismo Jerónimo –, la iglesia católica-romana, declaró posteriormente el texto como “sin falta”.

Esto sucedió dogmáticamente activo en el concilio de Trento (1545-1563, también llamado Tridentino) en el año 1546 por el decreto De usu et editione sacrorum librorum, en el cual el canon [o sea el conjunto de escrituras] de la Vulgata latina fue declarada eclesiásticamente como obligatoria. El siguiente paso ocurrió en 1590. Después de varias correcciones, el papa Sixto V., publicó la Vulgata “auténtica” como nueva edición Editio Sixtina, y la declaró oficialmente “sin falta”. Pero en realidad estaba llena de errores y por esto fue suprimida por la iglesia ya en 1592, bajo el papa Clemente VIII, reemplazada por la “sin falta” Editio Clementina, pero también esta nuevamente estaba llena de errores (Karl Heussi, Kompendium der Kirchengeschichte, Tübingen 1991, Edición 18, pág. 337). A lo cual  recién, en el año 1598 la nueva corregida edición quedó como Biblia imperativa “sin falta”, por mucho tiempo …  

Recordando: El redactor Jerónimo escribe sobre esto, “que en versiones, que difieren entre si, es difícil encontrar la verdad” (Literalmente: “que no es cierto, lo que discrepa”), él habla de “correcciones para peor; de irresponsabilidades, y errores de copias” y que es osadía, juzgar sobre esto como un arbitro. El dogma católico-romano le otorga al resultado la etiqueta de “sin falta”.

 

Pero también el hecho, que los textos originales no hayan obtenido esta calificación, si no una traducción en otro idioma, es – dicho suavemente – curioso. Pero si esta es declarada oficialmente por la iglesia como “sin falta” ¿Entonces como se pueden mediar las siguientes muchas rectificaciones? Quizás sólo, porque la fe piadosa, es olvidadiza.

Al menos la corregida Editio Clementina estaba en uso hasta 1907, hasta que, bajo el papa Pio X., la Vulgata fue reemplazada por la Nuova Vulgata. Pero en realidad, su antecesor Pio IX., había declarado anteriormente, esta posibilidad como imposible. Porque en el primer concilio del Vaticano 1869/70, el papa Pio IX. anunció, por encima de la actual Vulgata, mientras tanto reconocida como sin faltas, una nueva enseñanza dogmática obligatoria. La Editio Clementina de 1598 “no contiene errores”, Dios es su “creador” y el Espíritu Santo la había dictado. Así la decisión del concilio de 1870:

 

Esta revelación sobrenatural, conforme a la fe de la Iglesia universal declarada por el sagrado concilio de Trento, «está contenida en libros escritos y en tradiciones no escritas, que fueron recibidos por los apóstoles de la boca del mismo Cristo, o que, transmitidos como de mano en mano desde los apóstoles bajo el dictado del Espíritu Santo, han llegado hasta nosotros»

Los libros íntegros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, según están enumerados en el decreto del mencionado concilio y como se encuentran en la edición de la Antigua Vulgata Latina, deben ser recibidos como sagrados y canónicos. La Iglesia estos libros por sagrados y canónicos no porque ella los haya aprobado por su autoridad tras haber sido compuestos por obra meramente humana; tampoco simplemente porque contengan sin error la revelación; sino porque, habiendo sido escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor y han sido confiadas como tales a la misma Iglesia.” [Canon 4] © Copyright 2001. BIBLIOTECA ELECTRÓNICA CRISTIANA -BEC- VE MULTIMEDIOS™

 

Éste canon no es el único con el cual la iglesia se ha metido parcialmente en situaciones absurdas. Porque el concilio dogmatizó en el año 1870 también la infalibilidad del magisterio papal, con lo cual a la Biblia “sin faltas” se agregaba la “infalibilidad” del magisterio eclesiástico. Y si un magisterio “infalible” dogmatiza algo como “sin faltas”, entonces deberían estar excluidas doblemente futuras correcciones.

Pero como se dijo: Ya en el año 1907, hubo que corregir nuevamente algo en el, por el papado “infalible”, declarado libro como “inspiración infalible”. Y como siempre se manifiestan en Roma de tal modo, como si fuese, justamente la versión actual de esta construcción, ahora finalmente la ya siempre afirmada como “inspirada por Dios”. Así el papa Juan Pablo II. determinó, en el año 2001, como imperativo:

 

“Si una ya editada edición, tiene una opción contraria a la Nuova Vulgata, que afecta a las bases de las tradiciones, la secuencia de los versos y similares. Esto debe … ser corregido” (V Instrucción “para la recta aplicación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II” artículo 36 de la constitución).

 

Esta instrucción prontamente iba a tener consecuencias para la revisión de la traducción unitaria evangélica-católica de 1980. Porque los traductores católicos tiene que sujetarse desde entonces [2001] a las instrucciones del papa y simular, que mediante la traducción de 1907 lograron definitivamente aquello, lo que ya han afirmado desde el siglo 4to, a ser, de disponer de una Biblia “sin errores”. El conflicto en el caso concreto está preprogramado y sólo una cuestión de tiempo. Por esto la iglesia católica-romana ya ha determinado previamente, que los protestantes deben ceder a favor de los católicos. Porque se desea evitar nuevos bochornos, es decir, ahorrarse nuevas correcciones de la Vulgata finalmente “verdadera” y “sin faltas”. Y a pesar de que la iglesia evangélica, por lo demás, se degrada cada vez más como un apéndice de la católica, aquí se activó el freno de emergencia y se bajó en el 2005 del proyecto ecuménico. Mientras tanto aún está en uso la traducción de 1980, donde el consejo de las iglesias evangélicas en Alemania (EKD por su sigla en alemán), es nombrado como coeditor  en el nuevo testamento y en los salmos.


¿Qué ha callado Jerónimo?


Todas las rarezas de la de decisión de la enseñanza católica-romana a la Biblia, son sin embargo – comparadas con las preguntas al contenido real del cristianismo original – más bien un escenario secundario. Ya que en la Biblia no aparecen muchas cosas que Jerónimo conocía del cristianismo original, por ejemplo, sobre la relación de Jesús hacia los animales (ver “El Teólogo Nº 7” - Jesus und die ersten Christen waren Vegetarier [Jesús y los primeros cristianos fueron vegetarianos]). Así Jerónimo escribió:

 

“El consumo de carne animal era desconocido hasta el diluvio, pero a partir del diluvio nos han metido en la boca los las fibras y los jugos pestilentes de la carne animal; como en el desierto, cuando al pueblo murmurador y epicúreo, les fueron dados codornices. Jesucristo, quién apareció, cuando el tiempo se cumplió, ha atado el final con el comienzo, de manera que ya no nos es permitido, comer carne animal (Adversus Jovinianum I, 18).

 

A esto se le agregan algunas cosas, que el sabio bíblico Orígenes aún enseñaba en el siglo 3, lo que Jerónimo, evidentemente, no encontró en los manuscritos bíblicos contemporáneos, por ejemplo, el conocimiento de la preexistencia (= la vida anterior) del alma antes del nacimiento de la persona y la creencia en el retorno, de todos los seres caídos, hacia Dios (ver "El Teólogo Nº 2": Reencarnación).

 

Aquí cabe preguntarse: ¿Porqué Jerónimo coopera en seguir callando esto? ¿Por qué se empeña tanto en transmitir, en forma minuciosa los textos bíblicos reconocidos hasta entonces por la iglesia, en vez de conservar el conocimiento cristiano prístino de otras escrituras y volverlos hacer públicos, lo que de otro modo estaría amenazado de perderse? ¿Al final fue Jerónimo, quien hizo destruir estas escrituras “apócrifas”? ¿Y eventualmente, existieron en manuscritos bíblicos otras huellas de este conocimiento en riesgo? ¿Jerónimo ha sacrificado estas citas, porque ya habían sido eliminados en las traducciones al latin en uso? ¿O porque quería ser leal al papa. Siguiendo: ¿Jerónimo habrá estudiado a fondo todos los textos griegos aún disponibles? ¿O se fió en los manuscritos Sinaiticus, familiares para él? ¿Por qué no era tan penoso que incluir con mayormente otros manuscritos? Aquí hay más preguntas que respuestas.

 

Una respuesta muy sencilla es, que Jerónimo, comprobadamente quiso hacer carrera y le estaba echando el ojo al trono del papado. Y como se llega a ser papa, lo muestra claramente una biografía del Cardenal Josef Ratzinger alias Benedicto XVI. Con valientes desviaciones de la tradición eclesiástica no se llega muy lejos. Hay que decidirse por lo contrario, a ser, por la completa absorción del la propia personalidad y conciencia en la corriente mayoritaria de la iglesia y su historia.

 

Aquí también ayuda una mirada al entorno social y eclesial del final del siglo 4: La tarea, entonces, de Jerónimo fue armonizar la iglesia católica-romana, que poco antes (380) fue elevada a religión estatal, con las tradiciones bíblicas. Esto, desde un comienzo, fue un ámbito todo menos que serio, para una posible transmisión de la Biblia sin falsificaciones. Aquí también hay que hacerse presente lo siguiente: Desviaciones de la enseñanza católica-romana a este momento (380) era castigado con la muerte. La época de la libre investigación y enseñanza había terminado definitivamente. Y toda persona que trabajaba en este entorno, se encontraba con un pié en la hoguera. Por esto, no se puede comparar el trabajo de Jerónimo con uno, de un científico libre, si no, fue un encargo en un estado totalitario en crecimiento. Esto es un hecho, que da causa a sospechar, que Jerónimo haya realizado cambios gravitatorios, en las escrituras bíblicas, a favor de la nueva religión estatal, o sea, que realizó graves falsificaciones. Pero para esto, hasta ahora, no hay pruebas. De modo en total sólo se puede avanzar a tientas.


Las escrituras más antiguas conservadas


Así el próximo paso sería, adentrarse en la época de Jerónimo. Por esto, en los siguientes párrafos habrá una detallada mirada a los documentos de tiempos antiguos hoy existentes, en relación a la creación de la Biblia:

 

Hoy, la más antigua traducción latina comprobable, aparece alrededor del año 250, de lo cual sólo existen algunas citas. A esto se le agrega las citas bíblicas en latín, que el padre de la iglesia Tertuliano usaba en el año 200. Estos son los más antiguos documentos conservados hasta hoy día. Junto a esto, existen manuscritos en latín, especialmente con textos de los evangelios, del siglo 4, que se pueden usar para comparar si se quiere examinar los textos de la Vulgata creada por Jerónimo. Jerónimo que hablaba tanto latín como hebreo y también griego, seguramente disponía de las fuentes más importantes de esa época, tanto las traducciones latinas como los textos originales griegos. De estos hoy día, las más antiguas son las llamadas Sinaiticus y Vaticanus, relativamente nuevas en tiempos de Jerónimo. Fueron redactados recién en el siglo 4, en el cual también vivía Jerónimo. ¿Pero como fueron transmitido estos textos hasta el siglo 4? ¿Qué sucedió con ellos en el siglo 4, cuando ya en el año 326 bajo el régimen del emperador Constantino comenzaron las persecuciones de disidentes, y se confiscaban su lugares de reuniones y fueron transferidos a la iglesia. Ya en la primera mitad del siglo 4, la iglesia exigía del emperador la eliminación de la religión de disidentes (Más sobre esto en Freie Christen Nr. 1 [Cristianos libres Nº 1]). La barbarie en Europa, que iba a durar varios siglos, ya estaba en marcha.

 

Jerónimo trabajó en la regla con el Sinaiticus. Pero, sin embargo, existen también más de 100 papiros griegos, que mayoritariamente contienen pequeñas partes de escrituras neo testamentarias, de los cuales, por lo menos más de la mitad provienen de antes del año 300. Pero también ellos se originaron en un tiempo muy posterior a la vida de Jesús y sus apóstoles. Lo que escribe Jerónimo sobre la historia de las transmisiones de los textos traducidos al latín (“Traductores irresponsables”, “correctores para lo peor, de críticos de textos” “Adiciones o cambios de copiadores poco atentos”) esto plantea la siguiente pregunta, ¿las transmisiones de los textos originales en griego habrían sido redactados en forma poco fiable?

 

Suposiciones en ese sentido, hasta ahora no son demostrables y en esto hay que diferenciar algo fundamental: En relación a los textos griegos se trataba, de que se transmitía el documento original en forma literal. Con los textos latinos, naturalmente, cada traductor, traduce de una manera diferente y, ya por esto, ningún texto puede parecerse a otro. Más allá, cada redactor puede afirmar con mayor o menor derecho, que su modificación es una traducción mejorada. Esto de por si, ya son dos acotaciones esenciales. A esto se agrega como tercer punto: En las diferentes versiones del texto griego, habría que distinguir por un lado entre diferencias leves, y por otro lado, en cambios dirigidos o involuntarios, pero substanciales, donde sólo interesan aquellos errores o cambios, que falsean el sentido original de las palabras. Esta diferenciación muchas veces es ocultada, cuando críticos bíblicos fanáticos se burlan de “miles” de variantes de textos. Aquí no se considera, que en la mayoría de los casos el sentido no es cambiado o sólo muy levemente. Y también en correcciones individuales, dentro de los manuscritos más antiguos del siglo 4, se trata evidentemente de revisiones triviales, por ejemplo, en la forma ajustes a otras caligrafías. Si fuesen cambios notorios en gran estilo, hubiera sido necesario cambiar todos los otros manuscritos ya existentes, en ese sentido. Esto es pensable. Pero para esto, hoy, no existen pruebas ni indicios claros. Pero del mismo modo tampoco se puede comprobar lo contrario, a saber, que estos manuscritos, a lo mejor, en ninguna fase de su historia, hayan sido alterados en forma seria. De hecho se puede creer, que no fueron alterados, pero tampoco más. Pues, los textos manuscritos más antiguos, en realidad no son antiguos. Ellos provienen recién de una época casi 300 años después de su primera redacción y en un período, en el cual los cristianos ya no eran perseguidos, si no, en el cual los hombres eclesiásticos, que se hacían llamar cristianos, perseguían a otras personas.  

 

El estado actual de conocimientos, en forma resumida, es el siguiente:

Por cierto, las ediciones griegas del nuevo testamento, completas conservadas, más antiguas provienen del siglo 4 y 5. Pero los innumerables papiros, con fragmentos de textos, provenientes del siglo 3 y algunos del siglo 2, concuerdan en lo esencial con el contenido de los manuscritos posteriores, conocidos aún hoy, lo que es un indicio de una reducida revisión. Este diagnóstico es corroborado a partir de 1930, cuando se encontraron otros papiros más, lo que – para recordar – no dice nada sobre la fiabilidad de su contenido.

 

Un hito esencial de la investigación de textos en el ámbito de habla alemana como anglosajón, la nueva revisión del “texto original” de 1980, del nuevo testamento. Esta en base a todo el material presente, estaría representando los acercamientos mejor posibles, a los textos originales del año 100, ya no existentes. En extensas notas se refiere a las aún existentes diferencias de los textos usados como base, las cuales, como ya se dijo, en unas pocas excepciones, se diferencien entre sí, más bien en pequeñeces en relación al sentido del contexto correspondiente y no en alteraciones fundamentales. Los científicos del ámbito de habla alemana (Nestle-Aland, edición 27) y anglosajona (Greek New Testament, 3ra edición), se han puesto de acuerdo en un texto uniforme griego, que sólo se diferencias en las notas al pié de las páginas. Pero las conclusiones de esto, a pesar de todo, son bastante sobrias. Puesto que este resultado – valedero como un gran éxito para los editores del texto – sin embargo, no dice nada, que sucedió con los textos desde su primera elaboración. Siempre hay que advertir, el resultado podría ser una indicación de una tradición relativamente fiable como también como una certificación para una minuciosa falsificación de revisores, que no dejaron ningún indicio de textos originales.


La Biblia fue constantemente alterada


Lo que si esta asegurado, que los evangelistas, allí por el año 100, han elaborado el material que tenían presente, en forma totalmente individual, poniendo en ellos acentos personales, que ya a la sazón, evidentemente se desviaban de los hechos reales. Esto también es visto así por las grandes iglesias. Otros cambios agravantes son pensables especialmente en el siglo 2, pero – como ya fue dicho – no son comprobables.

 

Así podría ser, que el producto final del evangelio de Marco hoy presente, proviene del evangelista Marco. Quizás fue Marco el autor y redactor, es decir, el revisor de la penúltima o antepenúltima versión, que luego fueron complementados por otro o quizás otros dos “redactores”, después de un lapso de tiempo breve (Con Marco se parte, que el final del libro no proviene del evangelista Marco).

 

También es seguro, que la iglesia oficial en formación influyó desde un principio sobre los textos – en un tiempo, en la cual ella se alejaba cada vez más del cristianismo original. Básicamente vale: Cambios de textos, mientras más tardíos, más improbables, ya que el material se distribuye cada vez más, y falsificaciones, mientras más tardías tanto más fáciles pueden se comprobadas – a ser que, en tiempos posteriores se haya logrado, destruir las copias que estaban en circulación y sólo divulgar la falsificaciones realizadas.


Fuentes ocultas y destruidas
 

Al menos se pudo comprobar, que la iglesia, a más tardar de ser elevada a la religión estatal, bajo el emperador Teodosio I, en el año 380, ha quemado sistemáticamente todas las escrituras del cristianismo primitivo. Con esto trataba de destruir documentos que podrían estar en antagonismo a los dogmas, como por ejemplos muchos escritos del conocido maestro de la iglesia Orígenes (aprox. 185-254). Así uno se puede preguntar naturalmente, si en relación con esto, no habrían sido destruidos manuscritos de los evangelios bíblicos, que en parte tendrían otro contenido a los hoy conocidos. ¿Y no habrá participado en esto Jerónimo? Esto, de inmediato, es especulativo, donde no sería raro, si de pronto aparezca un papiro, que difiere considerablemente de los testigos textuales conocidos, si es que ya no existe desde hace tiempo y que se encuentra bajo llave en el Vaticano, como creen algunos teólogos conspiradores. Así siempre habrá suficiente combustible para este tema.

 

Esto se confirmó también hace poco, cuando a (la revistas) Focus publicó como una historia titular (N° 13/2005) el “descubrimiento del siglo” el Evangelio de Judas que habría sido elaborado a finales del siglo 2. En este Jesús aparentemente le habría pedido a Judas la traición, para poder “liberarse” de su envoltorio corporal. Esta manera de visión negativa “espiritualizada” de los hechos de ese entonces, fue una de las muchas opiniones a la sazón, que sólo aumentaba el enredo de las interpretaciones. De todos modos, las discusiones por este evangelio en nuestros tiempos, permiten sospechar, que en tiempos anteriores, no fue muy diferente y que no existían transmisiones fiables.

 

Pero, sin embargo, existen pruebas totalmente distintas, de las cuales se concluye, que en la pregunta por Jesús, no, o mejor dicho, o no sólo se puede fiar uno en los evangelios bíblicos. Una cosa es segura, que otros textos ú otros evangelios fueron destruidos por la iglesia, que se diferencian en puntos esenciales de los relatos de los textos bíblicos, conocidos por nosotros hoy día. Esto se ve en los diferentes fragmentos, que se mantienen existentes hasta hoy, en los cuales, por ejemplo se encuentran indicios sobre la reencarnación Evangelio de Tomás) o sobre el amor hacia los animales de Jesús (Evangelio de los Ebionitas. Según el cual Juan el Bautista, se alimentaba en forma vegetariana y en el cual Jesús explica, que había llegado, para abolir los sacrificios de animales y pregunta: “¿A caso deseo comer carne en esta pascua?”).

Y más que seguro que tampoco es una casualidad, que poco después que Jerónimo consolidó  por primera vez la forma latina, se haya quemado intencionalmente, la biblioteca más grande de la antigüedad en Alejandría. Esto sucedió en el año 389. Así – como recordatorio – por ejemplo, el gran padre de la iglesia Orígenes, quién disponía, en el siglo 3, de mucho más fuentes cristianas primitivas, que nosotros hoy en día, que creía en la preexistencia del alma y seguramente creía también en la reencarnación (comprobado en “El teólogo Nº 2“: Reencarnación). Y posiblemente, muchas cosas se hicieron humo en Alejandría, lo que concientemente Jerónimo ocultó.

 

Existieron innumerables otras fuentes del cristianismo prístino sobre Jesús, de diferentes calidades, que no fueron incluidos en la Biblia como, por ejemplo, el Evangelio Nazareo, el Evangelio Hebreo, el Evangelio de los Doce o palabras individuales de Jesús. De importancia determinante es un Evangelio original de Mateo, con otro contenido que el evangelio bíblico de Mateo. El mismo Jerónimo habla de un texto “original” secreto del evangelio de Mateo, que no concuerda con el evangelio de Mateo familiar hoy día (este es posiblemente idéntico con el Evangelio Hebreo). ¿Pero que estaba escrito en el? La respuesta es desilusionadora. No se sabe. Pero ya solo en esto se puede ver, que la ciencia bíblica, a pesar de su, en parte investigación meticulosa, en su reconstrucción del texto ha construido sobre arena; si se quiere, en arenas de Jerónimo, ya que hoy simplemente faltan materiales decisivos para la reconstrucción del cristianismo original y de la vida de Jesús.

 

Los textos considerados sospechosos por la iglesia de ese entonces, en algún momento ya no fueron más copiados y por esto sólo se encuentran en forma parcial en escritos de eclesiásticos antiguos “encargados de sectas” (por ejemplo Irineos, Epifanio). Estos han combatido a sus enemigos extra eclesiales, y para este fin han citado las tradiciones de aquellos y no raras veces reproducidos en forma falseada. Solo el hecho, que inquisidores eclesiásticos citaban notoriedades de estas escrituras y que estos documentos, aparentemente hoy ya no existen, hace evidente, las luchas que existieron por la transmisión de la verdad. Desde este fondo, la tesis de una Biblia falsificada, es en todo caso en algo más probable que las afirmaciones de la iglesia referente a lo contrario.

 

Para profundizar la temática, al final se recapitulación las posibilidades de las falsificaciones, que se pueden clasificar en cuatro categorías, de lo cual mucho – como se expuso – ya esta demostrado (PS: En este artículo no se entró en todas las categorías). Para todas las siguientes posibilidades, existen numerosos ejemplos.


Cuatro tipos de falsificaciones


1) Escritores bíblicos falsean mensajes de Jesús o de los profetas. Por ejemplo, Pablo cambió el mensaje de Jesús (ver El Teólogo Nº 5 - Como Pablo alteró la enseñanza de Jesús). O los sacerdotes transforman los mensajes de los profetas – 100 % demostrable con comparaciones en el antiguo testamento. Sólo hay que comparar (ver El Teólogo Nº 8 - Como el diablo hizo estragos en la Biblia).

2) Revisores eclesiásticos o sacerdotes del tiermpo del antiguo testamento falsificaron los textos – en la regla difícil de demostrar. Por ejemplo, cuando Jesús habría dicho, sobre esta roca voy a construir “mi iglesia”: ¿Habrá usado realmente la palabra “iglesia”, ú hombres de la iglesia se la pusieron en su boca? No se puede demostrar ni lo uno ni lo otro. ¿O lo dijo Jesús, pero quiso exteriorizar algo muy distinto? La mayor parte se basa en indicios o tesis. Muchas veces ya fueron falsificadas las transmisiones verbales, antes de que se anotara algo – por ejemplo, con la persona de Moisés. Simplemente se le presenta en forma totalmente distinta a lo que realmente fue, por ejemplo se le atribuyó que Dios le habría ordenado sacrificios de animales.

3) Traductores tergiversan el sentido original mediante las traducciones – fácil de demostrar, ya que los originales están presentes. Muchas veces, sin embargo, es discutible cual fue el sentido original. Inequívocamente, por ejemplo, es en la carta de Santiago, donde claramente se habla de la “rueda del nacimiento”, una referencia a la reencarnación. La traducción unitaria alemana, traduce enmascarando “circuito de la existencia” y Lutero simplemente inventa un nuevo sentido y traduce “todo el mundo”. La referencia a una rueda de renacimiento es tachada o eliminada.

PS: Después de todo, lo que se sabe hasta ahora con seguridad sobre Jerónimo, éste no cabe en ninguna de las tres categorías, porque él eventualmente, sólo uniformó y tradujo de nuevo las traducciones latinas oficialmente reconocidas disponibles hasta entonces. Él “falsificó” sólo aquello, lo que posiblemente ya era falso de antes. Eventualmente se puede considerara esto a la tercera categoría, si, a la inversa, se parte, que sus nuevas traducciones son peores que las antiguas. O se toma la situación como pretexto, para aclara de una vez por todas, que los traductores bíblicos se acusaban de “falsificaciones”, lo que indica, que no es posible referirse a un texto fiable.

4) La cuarta categoría es la “comunicación para crear una falsa impresión”. Un traductor modifica el sentido original del texto, para dirigirlo hacia una determinada dirección. La falsificación de la traducción no es comprobable, pero al final si es falsa, ya que no se pregunta por el sentido original, si no que se quiere sacar del texto, lo que uno mismo desea leer (ver ”El Teólogo Nº 1” Quién sigue a Martín Lutero y quién sigue a Jesús de Nazaret y ”El Teólogo Nº 2” Reencarnación), por ejemplo, se traduce una palabra de Jesús “El que tome la espada, será muerto por la espada” cuando en realidad es “será muerto” – una gran diferencia. Y la iglesia católica-romana ha declarado como norma obligatoria, la posible “comunicación de una falsa impresión”, por la arriba nombrada instrucción de Juan Pablo II. Porque ahí dice, que en una traducción, debe “ser considerada la enseñanza de fe católica”. Para la iglesia ya no se trata del texto original y de la reconstrucción del sentido original. Si no, para ella es determinante, que la posterior enseñanza católica-romana, puede ser proyectada dentro de los textos bíblicos. Y si se ha trabajado también de esta forma en siglos anteriores – lo que es probable – entonces esto confirma la tesis del teólogo Moris Hoblaj, que la Biblia es un “libro confeccionado a la medida de la iglesia”.

 

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