domingo, 12 de octubre de 2008

COLON, HISTORIA DE UN FRAUDE

Por Antonio LAS HERAS

Nuestra hipótesis es que fue necesario “oficializar” el conocimiento del Nuevo Continente. El Gran Almirante tenía perfecto conocimiento de que no viajaba en busca de Japón, ni del extremo de Asia, sino de unas tierras a las que los europeos – así como los vikingos, fenicios, chinos e hindúes visitaban desde hacía siglos con fines estrictamente comerciales. Cuando se advirtió que ya era imposible seguir manteniendo el “secreto” los reyes de Portugal, España y Francia – en combinación con el Papa – comenzaron a idear un plan que les permitiera dar a luz los hechos entramados en una leyenda (para la cual se prestó Colón no sin inconvenientes) y que les permitiera hacerse de las Nuevas Tierras en forma legal.

El “Nuevo Continente” era conocido por todos los grandes navegantes cuando todavía Cristóbal Colón ni siquiera pensaba con atravesar el Atlántico.

Todo el mundo viajaba a América antes de Colón, sobre todo por el intenso tráfico de mercaderías que había.

Los marinos, antes de zarpar, juraban – si eran cristianos – sobre los Evangelios no revelar ni el destino ni la ruta del viaje.

Marino de Tiro (Siglo I a.J.) en un barco romano guiado por un capitán griego. Eran barcos enormes con capacidad hasta para 600 pasajeros y amplias bodegas. Hace un viaje comercial a Indochina navegando por Bornéeo y siguió al este navegando muchos días hasta llegar a Catigara una población en las actuales costas peruanas sobre el Océano Pacífico. El famoso mapa de Ptolomeo, que muestra el continente americano, se basa en el mapa trazado por Marino de tiro.

Chinos e hindúes conocían América a la que llegaban recorriendo un “golfo gigantesco” que en los mapas figura como “Sinus Magnus.” Creían que era un “golfo” porque navegaban bordeando las cosastas asiáticas y americanas del Pacífico. Los chinos – que fueron excelentes navegantes – llevaban en sus navíos a los hindúes, muy buenos comerciantes pero malos navegantes.

Catigara es una palabra sánscrita. Está próxima a Chan Chan (Golfo de los Chinos) y a Petén donde se habla una forma china desde siempre.

Hay claros elementos indicativos de que hacia 450 a . J. Los chinos realizaron sus primeros viajes por el Pacífico llegando a las costas americanas. En China hay documentos que mencionan animales y plantas con descripciones que se ajustan a las de los búfalos y el maguey describiendo en este último caso hasta las aplicaciones útiles que este vegetal tiene y que los aborígenes precolombinos siempre aprovecharon.

Los chinos le hablaron a Marco Polo de que más allá del mar había una civilización.

Desde el Siglo XIII los européos llegaban a América. Normandos, bretones y vascos pescaban en Terranova desde el Siglo XIV, a punto tal que todavía hoy hay un sitio que se llama “Cabo de los Bretones”.

Pigafetta, en la primera expedición de Magallanes, sabía como era la entrada al estrecho (1520) antes que, siquiera, lo hubieran visto.

El Papa otorga las tierras a España y Portugal antes que Colón haya concretado su “descubrimiento”. ¿Cómo tenía certeza Su Santidad de que habrían de hallarse nuevas tierras? A la vez el Rey de Francia informa al embajador español que su corona reconocerá el laudo pontificio menos aquellos sitios a donde sus pescadores viajan desde dos siglos atrás.

Simón Wisental – el cazador de nazis recientemente fallecido – en un libro publicado a mediados del Siglo XX – titulado “Las Velas de la Esperanza ” afirma que Colón fue a América en misión secreta de la colectividad sefardita española para lleva al Paraíso Terrenal donde los pobladores españoles pudieran establecerse en caso de necesidad”.

Es curioso que Colón, a quien tanto le gustaba la figuración y las pompas, hace levantar anclas del Puerto de Palos a sus tres navíos en forma secreta, intempestiva, en horas de la madrugada cuando todavía el Sol no estaba sobre el horizonte. Embarcó aquel viernes 3 de agosto de 1492, a 30 judíos, incluyendo a uno que leía hebreo ¿un rabino, acaso? Esto ocurre justo horas antes de que venciera el plazo impuesto por el Rey Fernando, el Católico, para que todos los judíos no conversos abandonaran territorio español. A diferencia de lo que era habitual en este tipo de viajes, Colón no lleva a ningún sacerdote católico.

Bartoloméo, hermano de Cristóbal Colón, era un eximio cartógrafo y Cristóbal aprende de él. En esos tiempos hace un viaje a Irlanda y a Groenlandia llegando, probablemente, a las costas de América del Norte.

Groenlandia era conocida como Findland y había colonias vikingas establecidas entre los siglos X y XIV en la región costera de norteamérica.

Colón consigue ingresar, con la ayuda de una dama de la nobleza, a los archivos de la tesorería del Rey portugués en Lisboa. Allí encuentra, entre otros, el mapa del matemático Toscanelli que muestra las costas de una supuesta “Asia” muy próximas a Europa.

Colón reside por cinco meses en Lisboa y, al parecer, confirma la idea de que del otro lado del Atlántico hay tierra.

Colón se instala por un tiempo en las Islas de Madeira donde conversa discreta y cuidadosamente con los más avezados marineros quienes le refieren datos, aunque muy difusos, de que en el otro extremo del océano hay tierra. Por otro lado comprueba que, de vez en cuando, las aguas atlánticas arrojan a las costas objetos – maderas manufacturadas, por ejemplo – de origen absolutamente desconocido. Escucha, de distintas fuentes, el comentario de que una vez habían hallado una embarcación con cadáveres de seres humanos con vestimentas nunca vistas ni antes ni después.

En Salamanca, Colón brinda su informe a los sabios geógrafos afirmando que encontrará tierra a 5.772 km . de la costa europea. (Lo cual es cierto.) Los científicos no aceptan la idea colombina.

Para esa fecha recibe una carta de Don Segundo, Rey de Portugal, haciéndole conocer que si lo desea será bienvenido a tierras lusitanas y que, en caso de haber sobre él algún crimen, queda amnistiado desde ya. De acuerdo a algunas investigaciones Colón había obtenido datos fidedignos para llegar a América de la boca de cinco marineros quienes, en su totalidad, aparecen muertos envenenados tras una cena con quien después sería el Gran Almirante.

Finalmente el viaje es financiado por un destacado comerciante Luis de Santángel – Escribano de Ración de la Casa Real y Tesorero de la Corona de Aragón, algo así como el Ministro de Economía del Rey Fernando – y algunos otros empresarios judíos como Abraham “el Viejo” e Isaac Abravanel. Es falso que se empeñan las joyas de la Reina Isabel.

Colón pone como capitán de la Pinta a Martín Alonso Pinzón – “casualmente”, el primero en advertir tierra... quizás porque en sus mapas ya figuraban esas islas conociendo de antemano cuando habría de observarlas – quien ya era un destacado navegante a quien, años antes, una tormenta había llevado su embarcación llegando hasta lo que hoy es el norte de Brasil. Es interesante destacar que ya en el siglo XIII llegaban a Normandía troncos de madera “brasil” manteniéndose en secreto el origen de los mismos, salvo en el “Libro de los Gremios” en que se deja clara constancia. De esos mismos “Gremios” surgirá cuatro siglos después la Masonería moderna. A la vez eran – en ese siglo XIII – los Templarios quienes administraban los Gremios y eran conocedores de América de donde también conseguían la plata con que financiaron todas sus construcciones.

Colón no llega, realmente, al continente americano sino a las Islas Antillas que ya figuraban en los mapas.

El viaje de Colón no es, pues, otra cosa que el camino elegido para la revelación pública de datos secretos que estaban en manos – desde hacía siglos – de la realeza, los grandes comerciantes y los principales capitanes de mar. Cuando ya no era posible seguir manteniendo el secreto, se toma la decisión de difundir esta información guardándose Portugal y España – entonces dueñas del poderío marítimo – de dividirse los territorios (mediación a cargo del Sumo Pontífice) aún antes de haberlos descubierto “oficialmente”.

Nota: El Dr. Antonio LAS HERAS es autor del libro LA TRAMA COLON publicado por ediciones Nowtilus (Madrid) y presidente del Instituto Humanístico de Buenos Aires.

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