lunes, 13 de octubre de 2008

Dios no vive en iglesias de piedra

 

Por esto salga usted de ella, usted no está sólo

“Si no usan sus ojos para ver, los necesitarán para llorar” (Jean Paul Sartre)

Jesús de Nazaret dice: “el reino de Dios está entre vosotros.” (Lucas 17, 21)

En el sermón de la montaña, Jesús enseña: “Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6, 6)

Pablo explica: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3, 16)

Pablo también enseña: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.” (Hechos 17, 28)

El cristiano original Juan escribe: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 era de Juan 4, 16 b)

Y el apóstol Esteban advierte: “El Altísimo no habita en templos hechos a mano, como dice el profeta (Isaías 66, 1 -2): El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.” (Hechos 7, 48-51). Inmediatamente después de estas palabras, los sacerdotes lo hicieron matar.

Estos “padres” de los sacerdotes, de los cuales habló Esteban, hicieron construir dos veces un templo de maderas nobles y piedras e inventaron un culto cruel con el sacrificio de miles de animales inocentes. Aparentemente, el rey David, hijo de Salomón, habría recibido de “Dios” el encargo, para la construcción del primer templo. ¿Pero de que dios?
El propio David quiso construir el mismo una casa como estas. Pero un profeta intervino, y en el 2º libro de Samuel dice: “Aconteció aquella noche, que vino palabra de Jehová a Natán, diciendo: Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro?” (2ª Samuel 7, 5-7)
Y por un profeta a David también le fue comunicado la siguiente palabra de Dios: “Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa” (Versículo 11 b). El propio David iba a ser un digno “templo de Dios”, en cuyo corazón puede vivir Dios.

¿Dónde vive Dios?

Hoy día en casi todas las ciudades y pueblos del occidente, hay iglesias hechas de piedra. Aquel que quiere saber más sobre los trasfondos, se puede preguntar: ¿Por qué fueron construidos en tiempos pasados y porqué aún son visitados por las personas? Porque en ellas, se dice, se pueden celebrar servicios divinos, respectivamente, misas. Pero en esto no es posible referirse a Jesús de Nazaret. Él no quiso que se construyeran iglesias de piedras, tampoco quería sacerdotes ni pastores. Los primeros cristianos se llamaban entre si, simplemente “hermanas” o “hermanos”, y se reunían en salas sencillas. Ellos no necesitaban ostentosas iglesias, ya que ellos mismos eran el templo de Dios, y el espíritu de Dios “vivía” en ellos (por ejemplo Lucas 17, 21 y 1ª Corintios 3, 16). Y tampoco necesitaban “representantes de Dios”, pues Dios estaba representado en cada uno de ellos, y Él siempre estaba presente, y jamás había que esperar a un sacerdote. Los cristianos prístinos tampoco se vestían de forma diferente que el resto del pueblo, y donde ellos no había superiores ni subalternos; no había separaciones entre “clérigos” y “laicos”, entre sacerdotes y el pueblo. Jesús tampoco enseñó un complicado sistema de dogmas y sacramentos, si no, su mensaje fue simple, de manera que un niño lo podía entender: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado” (Marcos 1, 15). Lo que muchos profetas predijeron, ya se debía realizar en aquel entonces – el comienzo del reino de la paz. Jesús lo llamó “reino de Dios” y el evangelista Mateo usa la expresión “Reino celestial”.

Este reino de paz, primeramente debería tomar forma en el corazón de las personas, pues “el reino de Dios está en vosotros” (Lucas 17, 21). Al inicio es comparable con un grano de mostaza. "pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mateo 13, 32).

En el sermón de la montaña está resumido lo más importante de la enseñanza de Jesús, y aquel que vive según esto, en éste de a poco se erige el reino de Dios: “todas las cosas que quieran que los hombres hagan con ustedes, así también ustedes hagan con ellos” (Mateo 7, 12), así suena la regla de oro, ya que se expresa por el proverbio: “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”, Y Jesús sigue enseñando: “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la astilla del ojo de tu hermano” (7, 5). Y: “Amen a sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les aborrecen” (5, 44). Y: “No os hagáis tesoros en la tierra” (6, 19) y muchas otras cosas más. Sin embargo las iglesias sostienen al sermón de la montaña como una utopía, juntan tesoros, bendicen armas, reclaman privilegios exclusivos de parte de los estados y exponen hasta hoy en un crucifijo al cadáver de Jesús. Pero Jesús no estuvo en la Tierra para hacerse ejecutar. En víctima recién se transformó, cuando sus contemporáneos se volvieron contra él, respectivamente, lo abandonaron. Y para distraer el fracaso de las personas, la iglesia posteriormente enseña, que Dios supuestamente había necesitado esta brutal ejecución, para poder abrir el cielo a los creyentes.

Desde la “secta” católica hacia la brutal iglesia del poder

Muchos se lamentaban cuando Jesús fue ejecutado, ya que antes había curada a muchas personas. Y él nos enseñó con su ejemplo, como se puede encontrar a Dios en el propio corazón, de manera que se hizo evidente, que los sacerdotes están demás. Entendible entonces porqué Jesús encontró resistencia de parte de los sacerdotes y escribas de aquel entonces.

Pero sacerdotes y escribas, después de algún tiempo volvieron a revivir en el cristianismo joven, falsificaron la enseñanza del hombre de nazaret y transformaron al carpintero de Galilea en un nuevo sumo sacerdote (por ejemplo epístola a los hebreos 7-10). Y ya al comienzo del siglo 2, ya no se habla del cristianismo original, si no del “catolicismo prístino”. Después de un corto tiempo de la corriente viva del cristianismo original, se había separado la “secta” católico, esta fue privilegiada, a partir del año 313, cada vez más por el estado, bajo el emperador Constantino, frente a las demás religiones. Y ya en el año 326 el emperador comienza con la persecución de los cristianos originarios que se desvían del catolicismo, como por ejemplo, los “novatianos”, “marcionitas” o “montanistas”, como son llamadas por los católicos. Estos nombres son conceptos de burla en apoyo a los allí responsables cristianos (por ejemplo Marcion o Montano), y la iglesia, desde entonces siempre ha comenzado una persecución ridiculizándo primero a sus posteriores víctimas. En aquel entonces, en el año 326, en la tal llamada “ley herética” se dictó, primeramente, una prohibición para reuniones públicas y privadas de estos grupos. Si alguien ahora ponía a disposición un lugar o una sala a los cristianos originarios o grupos semejantes, la casa de aquel será confiscada a favor de la iglesia católica “y sin posibilidad de una apelación y prorrogar de tiempo” o a las autoridades de impuestos estatales (Eusebio, Vida de Constantino, citado según Adolf Martin Ritte, Iglesia Antigua, Neukirchen 1977, pág. 139). En cambio el emperador fomenta, por ejemplo, la construcción de iglesias según el modelo de las basílicas greco-romanas. Hasta ahora existían basílicas para servicios estatales, autoridades, justicia, cultos imperiales, etc. Ahora a esto se agregan las basílicas de la secta estatal católica. Estas, desde el comienzo están divididas en dos ámbitos, uno para los sacerdotes y otro para el pueblo. En paralelo a esto todos los sacerdotes católicos fueron liberados de “todos los servicios estatales”, hasta este momento también los sacerdotes paganos y judíos, los cuales prontamente también fueron perseguidos. También, ahora los jueces estatales, en el año 326, deben subordinarse a los juzgados obispales católicos (Codex Theodosianus 16, 2, 2 y 1,27,1 citado según Ritter, pág. 125). Y en el año 347 el padre de la iglesia y senador Iulius Firmicus Maternus [Julio Fírmico Materno], da el siguiente paso, que ahora correspondía, desde el punto de vista católico-romano: Él exigió de los emperadores Constantino II y Constancio la exterminación de las antiguas religiones paganas: “Estas prácticas deben ser cortados de raíz, extirpadas y detenidas, santísimo emperador …”, así el católico de mayor influencia, después del obispo de Roma, en el imperio romano. Y las exigencias de Firmicus Maternus por la “exterminación”, se ha mantenido como válido hasta ahora en el credo de la iglesia católica-romana (ver Neuner/Roos, La fe de la iglesia Nº 382) Maternus: “Dejad tostar a estos dioses por las llamas de vuestros hornos de fundición. También haced a vuestros servicios todas las dávidas del templo y llevadlos bajo vuestro control. Con la destrucción habréis hecho nuevos avances en la virtud divina … es la ley del supremo Dios, que os compromete … Deuteronomio 13, 6-11.13-19 …” [Traducción no oficial, el traductor], así el padre de la iglesia (que presumiblemente no es idéntico al Materuns, primer obispo de Colonia y Trier (Tréveris), quién habría fallecido en el año 328 y cuyos huesos se guardan como reliquia en Trier y su báculo obispal que son honrados en la cámara del tesoro de la catedral de Colonia) (K. Ziegler, I. Firmicus Maternus, De errore profanorum religionum, BT, 1908, citado según Ritter, pág. 151). Los emperadores aún están indecisos. Sin embargo Constancio ordena ahora formalmente, cumplir con la voluntad de la iglesia, pero aún las autoridades estatales vacilan con la ejecución de las órdenes de exterminación. Esto recién cambia con el emperador Teodosio en el año 380, quién eleva ahora la secta católica-romana al estatus de única religión estatal y cuyo manifiesto llega a ser la Biblia latina revisada por el padre de la iglesia Jerónimo (llamada hasta hoy “Vulgata” ver El Teólogo Nº 14). En sus reuniones los católicos mientras tanto habían adaptado las ceremonias, que eran usuales en los antiguos templos judíos, respectivamente, en el presente los cultos paganos, antes de que fueron “exterminados” por el nuevo catolicismo estatal. Detrás de barreras, que no pueden ser traspasados por el pueblo, celebran ahora los sacerdotes católicos. Y allí donde había gobernado el emperador, rige el obispo de Roma. Y su trono obispal no raras veces es colocado sobre la cripta con los huesos de su antecesor.

1. Nada de esto quiso Jesús, y esto se ha desenvuelto, hace tiempo, en lo contrario de su mensaje. Bajo la nueva dictadura católica-romana, ordenada por un estado, ya no sólo sufren las personas, también los animales, apreciados por Jesús y los antiguos filósofos griegos y romanos, ahora declarados sin alma, y que son expuestos sin protección a la brutalidad humana (ver El Teólogo Nº 7, capítulo 4). Sin embargo, quién señala las contradicciones con el cristianismo original o aquel que quiere seguir con su antiguo credo pagano, pronto arriesgará su vida. Pues a partir del año 380, cuando el emperador Teodosio I declara al culto idólatra católico-romano como única religión estatal, rige al mismo tiempo la pena de muerte para todos los no católicos, y en especial para aquellos que no querían creer en la construida enseñanza de la “trinidad”, en el concilio de Nicea, en el año 325. En la nueva ley estatal, para el imperio romano se puede leer a partir de ahora: “Todos los pueblos … ben …, según la doctrina apostólica y enseñanza evangélica creer en la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos y sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial.” (Fuente: Historia de la Iglesia - Edad Antigua)

Las iglesias no son casas de Dios

Todo esto es la tradición en el occidente cristiano eclesial y del emperador guerrero Constantino, a propósito, éste también mandó a ejecutar a su esposa Fausta y a su hijo Crispus, más tarde por sus méritos para con la iglesia, es canonizado. Y el emperador Teodosio I recibe de parte de la iglesia el apodo “el grande”. En esta parte, una pregunta aparte: ¿Usted también lo ve así? ¿Y quiere seguir participando y perteneciendo con estas tradiciones?

La iglesia recalca, para cada ocasión siempre su tradición, que es legada de una generación a la otra. Pero cada vez más en las personas se mueve una desconfianza sublimal frente a estas tradiciones. Y muchos se llegan a sentir incómodos, cuando ponen su pié en una iglesia.

Un ejemplo: Desde 1988 hasta 1992 fui pastor de la iglesia evangélica-luterana, poco después de haber dado término a mi relación de trabajo, en 1992, salí de la iglesia. Que yo me haya hecho pastor, tenía que ver, que ya cuando terminaba mis estudios escolares, quería seguir a Jesús de Nazaret, al igual como lo quiero hacerlo en la actualidad. Hoy se, que un estudio de teología no es en el sentido de Jesús, pero en aquel entonces, esto aún no lo tenía claro – a pesar que ya en aquella época era un buen visitante de la iglesia. La compañía con correligionarios, la prefería con grupos juveniles y en círculos hogareños. Durante mis estudios aprendí que en el cristianismo originario esto era igual. Uno se reunía en casas y en Roma quizás en túneles subterráneos, porque allí se estaba protegido contra persecuciones.

Y Jesús de Nazaret incluso dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lucas 9, 58). Esto también significa, para él y sus sucesores, no existe un lugar fijo en la Tierra, que preferirían como “patria” a todos los lugares. Dios se encuentra allí donde “dos o tres se reúnen” en su nombre y en su espíritu. Y hay que hablar con él en “tú cuarto”, respectivamente, en la “pequeña cámara” del propio corazón (Mateo 6, 6). Si Jesús hubiera querido iglesias hechas de piedra, sólo debió haberlo dicho, y una declaración como esta, la iglesia de seguro no la habría ocultado o falsificado.

Si yo puedo hablar con Dios en mi propio corazón, ¿que son entonces los edificios eclesiales? Por lo menos no son casas en las cuales vive Dios. En tiempos de Jesús tampoco existieron, sin que algo esencial haya faltado: En esta parte los hombres de las iglesias responden regularmente, Jesús había considerado y usado a los templos y sinagogas de los judíos, absolutamente como casas de Dios oficiales, y la iglesia posteriormente habría construido casas de piedra similares. En realidad, para esto se tuercen algunas partes de la Biblia en este sentido y se ignoran los aciertos. Así, por ejemplo, Jesús de Nazaret habría declamado lecturas bíblicas, o el habría dicho como doce añero, “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”, si con esto se hubiera referido a un templo de piedra, difícilmente el siguiente versículo 50 diría lo siguiente: “Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.” Ya que el templo valía oficialmente como “casa de Dios”, y Jesús solamente habría repetido, lo que de todos modos pensaban todos los creyentes. Por que dice entonces “ellos no entendieron las palabras”. Incluso el evangelista Lucas no estaba conciente, que el joven Jesús pensaba en una cosa totalmente distinta. Y con mucha probabilidad se refirió a su corazón, donde estaba unido a Dios, como lo enseñó también posteriormente. En esta posición también pudo enfrentarse a los sacerdotes de aquel entonces. Y el tema se hizo actual nuevamente poco antes de su ejecución, cuando “testigos” lo inculpan: “Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo” (Mateo 26, 61). Nuevamente la pregunta: ¿Qué es el “templo de Dios”? En el evangelio de Juan, da la respuesta a esta pregunta dice literalmente: “Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Mateo 2, 21). Luego Dios vive en él y quiere permanecer allí. Y así lo transmite por ejemplo, más tarde, Pablo para todos los cristianos, cuando escribe: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (Destacado por la redacción) (1ª Corintios 3, 16). Pero los hombres de la iglesia creen, por lo menos, en la cita de Jesús de Isaías 56, 7 (Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (por ejemplo en Lucas 19, 46), encontrar un argumento, olvidando todas las demás citas bíblicas, para justificar las ostentosas iglesias.

Aquí se trata de la comercialización de animales, para posteriores sacrificios en el templo de Jerusalén. Pero la palabra profética citada por Jesús está ligada a un contexto totalmente diferente. Detrás de esto se encuentra la visión de una casa de oración en el monte de Zion, donde muchos pueblos y “paganos” están unidos en la oración (por ejemplo Isaías 2, 1-5). Esta debería ser una gran sala arreglada en forma práctica.

Donde Isaías tampoco menciona un majestuoso templo con culto, arte, oro y pompa. Y en especial, nada de que se debe masacrar a pueblos extraños y robarles sus tesoros, como lo promovió, por ejemplo, la iglesia católica-romana donde los indígenas o incas. Cuyo oro fue fundido y cubre, por ejemplo, hoy el espléndido altar de la iglesia católica en Sevilla y otras iglesias más. Sin embargo la suntuosidad ni su brutal obtención, tiene que ver algo con Dios o Jesús. De este modo Esteban seguidor de Jesús cita al profeta Isaías con las palabras: “El Altísimo no habita en templos hechos a mano, como dice el profeta (Isaías 66, 1 -2): El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?” (Hechos 7, 48-51). Nosotros mismos, es decir, nuestros cuerpos, son los “templos del espíritu Santo”, respectivamente, los templos de Dios, como dice Pablo, en concordancia con Jesús, en su primera epístola a los corintios, e incluso se repite (según 3, 16 y nuevamente en 6, 15-19). Y así también Jesús dice en forma simple: “El reino de Dios está en vosotros” (Lucas 17, 21), lo que por las iglesias, para enmascarar, es traducido más a su gusto con “entre vosotros”. Pero el griego “en”, del texto original griego, en primera línea significa “en o dentro”.

Resumiendo se podría decir quizás: Hermosos y sencillos cuartos de rezar, para todos los hombres de buen voluntad, donde se puede entrar perfectamente en el templo de su propio interior – esto fue los que los profetas del antiguo testamento y Jesús de Nazaret aprobaban, pero no magnificas construcciones humanas, que sólo fueron erigidos supuestamente en honor de Dios, pero en realidad si en honor al ego humano, por ejemplo el propietario obispal, quién, por ejemplo, vejaba hasta la muerte a cientos de esclavos o siervos por una fastuosa iglesia.

Y “Dios habla en el lugar de trabajo; en el metro; en el bosque” así ya escribí yo, como alumno de 18 años, media año antes del comienzo de mis estudios teológicos evangélicos. A la sazón, si agregué, que Él también podía hablar en una iglesia. Pues como futuro pastor, para mi era previsible, que más temprano o más tarde iba a dar mi primer sermón en una de estas casas. Y así comencé entonces a arreglármelas con la tradición eclesial.

Un segundo ejemplo para el conflicto con la tradición eclesial, que es especialmente inevitable para la juventud abierta: En una semana de retiro, para jóvenes en un convento, en el cual participó una amiga mía, todos los participantes debieron redactar una confesión de fe propia y presentarlo durante una misa. Dios se encontraría en una flor; en una mariposa; en un gato; sobre una montaña; en la profundidad del mar, así escribió mi conocida, e incluso en una hierba o en un guijarro. Todo estaría “muy bien”, así la evaluación del sacerdote católico, quien “ajustó” los aportes en forma correspondiente: Dios ha creado todo esto, pero no se encuentra allí “dentro”.

Como alternativa, la iglesia ofrece el ostensorio, este recipiente de exposición, en el cual el sacerdote, por ejemplo, en la procesión Corpus Cristi lleva delante de si una hostia “consagrada” y con esto, según el precepto católico, el cuerpo del hijo de Dios.

También esta joven, pasó por los molinos eclesiales y comenzó con el estudio de teología católico. Posteriormente se salió de la iglesia y con esto se acordaba de esta vivencia juvenil, donde aún había seguido a su fina apreciación, antes de que le fuera inculcado, por “vigilantes de de la enseñanza eclesiástica”, el conocimiento eclesial intelectual. Desde el punto de vista de ella “se abusa gravemente de la confianza de los desprevenidos jóvenes”

Después de haber dado la espalda a la iglesia ya hace algunos años, con sorpresa me di cuenta, que ya como alumno en parte había pensado sobre esto como lo hago ahora. También tuve que reconocer, que yo en todos estos años, como estudiante de teología y como teólogo tuve que caminar por muchos desvíos, para poder seguir perteneciendo a la iglesia. Con esto, gracias a Dios, no me había abandonado mi capacidad natural de racionamiento y un saludable espíritu rebelde. Y después de mi salida de la iglesia pude ser un seguidor de Dios sin condicionamientos previos y limitaciones y tener la libertad de poder seguir a mi conciencia.

Oraciones del corazón y no sacramentos

Que es lo que se ha tratado de hacer, como estudiante de teología o más tarde como teólogo y pastor, para poner en concordancia lo encontrado en la iglesia con la conciencia y su propia convicción. Un buen método parecía ser, darle un sentido simbólico a todos los actos eclesiásticos, independiente de sus sentidos o despropósitos. Esto naturalmente, debía concordar más o menos, con las ofertas interpretativas en los libros de enseñanza. Se iba a conferencias sobre “sacramentos” y sobre “ritos y rituales”, y posteriormente uno mismo mangoneaba en esto con fuerza: este cirio en el altar está por la “luz de Dios en el mundo”; el vino de la cena por la sangre de Jesús “quien, por lo demás intercedió por nosotros hasta la última gota de sangre”; la palada de tierra en la tumba “por lo transitorio de la existencia”; la argolla de matrimonio quizás por la fidelidad (en caso necesario una segundo, tercera o cuarta vez); el agua bautismal por “la purificación del renacimiento”; la imposición de manos por parte del pastor por la “cercanía de Dios” y muchas otras cosas más, que es posible encontrar de esta ú otra manera, también donde los antiguos romanos, griegos y el antiguo Egipto.

En los llamados cultos de misterio, por ejemplo, existían rituales de misas con cenas, vestimentas especiales, altares, agua bendita y ministrantes, con campanadas y arrodillamientos y naturalmente existían templos con una cierta pompa. También hubo santos y veneraciones a santos, existió la devoción a la gran diosa madre, de los cual posteriormente se desarrollo la devoción a María. Hubo reliquias y días especiales de celebraciones de los santos, respectivamente, semidioses; hubo peregrinaciones y lugares de peregrinación; procesiones, hubo sacramentos como el bautismo o la última unción y todo esto tenía una determinada significancía, como más tarde también en las iglesias. ¿Pero, para que todos estos rituales y ceremonias? ¿No es más fácil y directo llegar a Dios sin todo esto?

La luz de Dios también alumbra a través de las velas en mi sala, y para traer algo de luz al mundo, primero debe haber luz en mi interior. Entonces aprendo, hacer actuar a Dios a través mía. ¿Pero cual es la importancia de todo esto? Por ejemplo, poner orden en su vida, lo que puede sorprender a muchos en esta relación. Ya que el espíritu de Dios también es un espíritu de transparencia y de rectitud. De esta manera procuro más orden en mis pensamientos y también en mi hogar. Entonces yo no me distraigo tanto y me concentro más en Dios y en mi y mi entorno. Yo también practico comer y beber en forma más lenta, estando solo, o en familia o con amigos, y tomo conciencia, como Dios nos puede alimentar y dar de beber por intermedio de la madre tierra, si la cuidamos y preservamos. La hostia y el sorbo del cáliz de la cena (sólo para los protestantes) me lo puedo ahorrar. Igualmente las visitas a los cementerios no aportan nada, pues las almas hacen tiempo han abandonado sus cuerpos muertos y siguen su camina en el más allá - ¿Entonces para que todo este culto de los cementerios con cuerpos en descomposición? Sólo un culto de muertos acostumbra un culto de cementerios. Y si un pastor extiende de su mano bendecidora en mi dirección, es bien renumerado con el impuesto a la religión [sólo válido en los países de habla alemana y que todos sus ciudadanos deben pagar] o incluso por el estado, sobre lo cual advertía el profeta Miqueas cuando exclamó: “sacerdotes enseñan por precio” (3, 11). Los buenos amigos nos abrazan gratis y su ayuda no está atada a los impuestos a la religión. Y matrimonios y relaciones de parejas no necesitan la bendición de la iglesia, si no a un varón y o a una mujer con carácter, si ha de resultar. Y para una linda fiesta se necesita un poco de fantasía y creatividad, pero a ninguna iglesia ni a ningún sacerdote como maestro de ceremonias. Y el que deja bautizar a sus niños, actúa en contra de la voluntad de Jesús, ya que éste enseña “primero enseñad” respectivamente “haced discípulos” y entonces bautizad. Sobre una especia de cristianización forzada de lactantes sin su consentimiento no habló Jesús. Ni hablar de rociar a los recién nacidos con agua, de fórmulas bautismales o trajes de bautismo.

Estas prácticas provienen de las antiguas “religiones de misterios” paganas, al igual como existen hoy en día en muchos cultos mantenidos más o menos en secreto y practicas ceremoniales en los cultos o grupos más diversos.

Naturalmente uno se puede acostumbrar a muchas cosas, y los católicos deben acostumbrarse o muchas otras cosas más, que los más bien parcos protestantes, donde sólo quedaron restos de los cultos ceremoniosos del antiguo paganismo. Ya no hay tabernáculos, rosarios, sudario de Verónica, no hay primera comunión, no hay una última unción, no hay un calendario de santos, no hay coloridos trajes sacerdotales, (sólo talares negros), ninguna mitra – el gorro de los obispos de forma de cabeza de pescado, que fueron copiados del diospez Dagon babilónico – ni una sola reliquia.

Si la hostia proviene del tabernáculo católico o del recipiente de hostias evangélico, si se reza en rosario y se recita el catecismo luterano ¿Qué tiene que ver lo uno y lo otro con Dios? Más bien nos aleja de Dios. ¿Por qué? Uno se ata a las costumbres y fórmulas verbales de una religión exteriorizada, en vez de encontrarse con Dios en el templo propio, en su propio interior, donde Dios quiere estar bien cerca de nosotros. Ya que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo. También es el vehiculo terrenal, para nuestra alma inmortal, que a su vez está unida en su interior con Dios, respectivamente, con el Espíritu Santo. Nosotros nos encontramos constantemente en este templo y podemos en cada momento tomar contacto con Dios mediante una oración hablada desde el corazón y nosotros, no necesitamos pisar templos exteriores y ninguna iglesia o arrodillarnos frente a un altar, si no únicamente delante del espíritu de Dios, que se ha arraigado en todo lo viviente.

Que en cada altar católico valedero debe haber empotrada una reliquia o una parte de una reliquia, como pastor evangélico no lo sabía, a pesar de que como invitado evangélico participaba allí en servicios divinos ecuménicos. Y si sólo, para dos altares está disponible un hueso de “san” Bruno, simplemente mediante una sierra se corta un pedazo de este hueso, y problema solucionado a la católica – una historia verdadera del año 2001. La reliquia – también un símbolo para la cual en cada caso individual, se puede encontrar un apropiado significado. Cuatro iglesias católicas (Charroux, Clulombs, Puy en Francia, San Juan en Roma) afirman por ejemplo, estar en la posición del prepucio de Jesús y se burlan con esto del hombre de Nazaret, quién entregó su vida por los hombres – pero no en el sentido eclesial, si no en forma practica e inmediata.

Uno puede llegar a sentirse mal con estas y muchas otras reliquias, y quizás con esto se le pasa el resto de la gana de ser miembro eclesiástico.

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